SALMO 128

Traductor: Balbino Martín Pérez, OSA

[Oración contra los enemigos del pueblo]

SERMÓN AL PUEBLO

1. El salmo que acabamos de cantar es breve. Pero así como se escribió en el Evangelio acerca de Zaqueo que fue pequeño de estatura, pero grande en obras1, y que la viuda que echó dos maravedís en el gazofilacio fue escasa en dinero, pero grande en caridad2, igualmente este salmo, si cuentas las palabras, es brevísimo; mas, si pesas las sentencias, es grandísimo. Luego no podrá por mucho tiempo detenernos de suerte que nos canse. ¿Por qué? Reflexione vuestra mente y atienda el cristiano. Se oiga a tiempo y a destiempo la palabra de Dios para los que quieren y los que no quieren. Encontró su lugar, encontró corazones en dónde descansar, encontró tierra en la cual germine y fructifique. Es evidente que hay muchos inicuos y perversos a los cuales soporta la Iglesia hasta el fin, y éstos son aquellos para quienes es superflua la palabra de Dios, y, por tanto, o cae en ellos como la semilla que se pisa en el camino y es comida por las aves, o cae en ellos como la semilla arrojada en tierra pedregosa, que, no teniendo fondo, nace al instante y se seca al calentar el sol, porque no tiene raíz; o cae en ellos como entre espinas, la cual, aunque germine y brote, sin embargo, es ahogada por la multitud de abrojos. Aquí tenéis a los que desprecian la palabra de Dios, la cual cae como en el camino; a los que se alegran de momento y, al presentarse la tribulación, se secan como por el ardor del sol; a los que, debido a pensamientos, afanes y cuidados de este mundo, como espinas de avaricia, ahogan lo que en ellos había comenzado a germinar. Pero hay otra tierra buena, en la que, al caer la semilla, fructifica con el treinta, el setenta y el ciento por uno3; y, sea mucho o poco, todo irá al granero. Hay hombres de esta clase, y por ellos hablo. Por ellos habla la Escritura, por ellos no calla el Evangelio. Pero también oigan los otros, no suceda que hoy sean una cosa y mañana otra, y así acontezca que oyendo cambien, o arando el camino, o despedregando la tierra, o arrancando las espinas. Hable el Espíritu de Dios; nos hable, nos cante, ya queramos saltar, ya no queramos; El cante. Pues así como quien danza mueve los miembros acompañando al canto, así los que saltan al ritmo de los preceptos de Dios acompasan al sonido las obras. Por eso, ¿qué dice el Señor en el Evangelio a los que no quieren obrar de este modo? Os hemos tocado, y no saltasteis; os hemos entonado endechas, y no plañisteis4. Luego cante; creemos en la misericordia de Dios; sin duda habrá algunos que no se consuelen, pues los pertinaces, los obstinados en la malicia, aunque oigan la palabra de Dios, perturban la Iglesia con diarios escándalos. De ellos habla este salmo, pues empieza así:

2 [v.1-3]. Frecuentemente me combatieron desde mi juventud. Habla la Iglesia de aquellos a quienes tolera y como si dijese: "¿Por ventura ahora?" La Iglesia existe de antiguo; desde que se comenzó a llamar santos a algunos, existe la Iglesia en la tierra. En algún tiempo existía sólo la Iglesia en Abel, el cual fue vencido por el perverso y criminal hermano Caín5. En algún tiempo existió sólo en Enoc, el cual fue arrebatado de los inicuos6. En algún tiempo existió sólo en la casa de Noé, el cual soportó a todos los que perecieron en el diluvio al nadar sola el arca en las aguas y quedar en lugar seco. En algún tiempo existió la Iglesia sólo en Abrahán, de quien sabemos las cosas que soportó de parte de los enemigos. Existió en sólo Lot, hijo del hermano de Abrahán, en su casa de Sodoma, el cual soportó las iniquidades y perversidades de los sodomitas hasta que Dios le sacó de en medio de ellos7. También comenzó a existir la Iglesia en el pueblo de Israel, que soportó al faraón y a los egipcios, pues comenzó a existir el número de los santos en la Iglesia, es decir, en medio del pueblo de Israel, ya que Moisés y los demás santos soportaron a los inicuos judíos, al pueblo de Israel. Por fin se llegó a nuestro Señor Jesucristo, se predicó el Evangelio, pues dijo en los salmos: Anuncié y hablé; se multiplicaron sobre todo número8. ¿Qué significa sobre todo número? Que no sólo creyeron los que pertenecen al número de los santos, sino que entraron en la Iglesia, sobrepasando el número, muchos justos y también muchos inicuos, y los justos soportaron a los inicuos. ¿Cuándo? Mientras existe la Iglesia. ¿Por ventura sólo ahora, desde que se reseña, desde que se conmemora? Para que la Iglesia no se admire ahora o para que nadie se admire en la Iglesia al querer ser miembro bueno de la Iglesia, oiga a la misma Iglesia, su madre, que le dice: "Hijo, no te admires por estas cosas; frecuentemente me combatieron desde mi juventud."

3. Grandemente afectado, comenzó el salmo así: Frecuentemente me combatieron desde mi juventud. Parece que no comienza, sino que responde como si hubiera hablado antes algo. Pero ¿a quiénes responde? A los que pensaban y decían: "¡Cuántos males soportamos, cuántos escándalos se cometen diariamente al entrar los inicuos en la Iglesia y tolerarlos!" Responda, pues, la Iglesia por algunos, es decir, responda por la voz de los fuertes, a las quejas de los débiles, y así los fuertes consoliden a los débiles, y los grandes a los pequeños, y diga la Iglesia: Frecuentemente me combatieron desde mi juventud. Diga ahora Israel: después de haber dicho frecuentemente me combatieron. Ahora se combate la vejez de la Iglesia, pero no tema; diga: Frecuentemente me combatieron desde mi juventud. ¿Acaso no llegó a la vejez, porque no cesaron de combatirla? ¿Acaso pudieron destruirla? Dígalo, pues, Israel; y se consuele Israel, se consuele la misma Iglesia, con las pruebas pasadas y diga: Frecuentemente me combatieron desde mi juventud.

4. ¿Por qué me combatieron? Porque no pudieron conmigo. Sobre mis espaldas edificaron los pecadores; alargaron su injusticia. ¿Por qué me combatieron? Porque no pudieron conmigo. ¿Qué no pudieron conmigo? Edificar. ¿Qué no pudieron conmigo? Que no consintiese con ellos en el mal. Todo hombre malo persigue al bueno, porque el bueno no consiente con él en el mal. Obra uno mal; cállese el obispo: entonces el obispo es bueno. Corrija el obispo: entonces el obispo es malo. Robe alguno; calle el despojado: entonces es bueno; hable a lo menos y censure, aunque no pida: entonces es malo. ¡Es malo el que reprende al ladrón y es bueno el que roba! Adelante: Comamos y bebamos, pues mañana moriremos. El Apóstol dice todo lo contrario: Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Justos, sed sobrios y no pequéis9. Suena la palabra, suena el discurso opuesto a la liviandad; pero el amigo de su sensualidad y el enemigo del discurso contradictor se halla inficionado de su amiga, y odia la palabra de Dios. Se hizo amigo de la avaricia, y es enemigo de Dios. Dios se opone a la avaricia y quiere que no posea nada la avaricia. "Yo debo ser poseído —clama (el Señor)—. ¿Por qué quieres que te posea la avaricia? Ella manda cosas pesadas, yo leves; su carga es agobiante, la mía ligera; su yugo es áspero, el mío suave10. No te posea la avaricia. La avaricia te manda que surques el mar, y obedeces; te manda que te entregues a los vientos y a las tempestades. Yo te mando que des de lo que tienes al pobre que está ante tu puerta. Eres perezoso para hacer el bien sin moverte y denodado para exponerte a los peligros de la travesía del mar. Ordena la avaricia, y sirves. Manda Dios, y odias." ¿Y qué acontece? Al comenzar a odiar, empieza a querer censurar a aquellos de quienes oye los buenos consejos e intenta por sus sospechas hallar crímenes en los siervos de Dios. Los que nos dicen estas cosas, ¿no las cometen ellos? Por tanto, ya se cometan o no estas cosas, se dice que se cometen; y las que se hacen bien, se dice que se hacen mal, y las que toleramos, las achacan a culpa nuestra. ¿Qué les responderemos? "No pongas en mí la mirada; atiende a este discurso; él te habla por cualquiera; tú eres enemigo de él." Haz las paces con tu adversario mientras estás en el camino11. Tú te hiciste enemigo de la palabra de Dios. No atiendas que te hable aquel hombre; concedamos que es malo aquel por quien se te habla, pero no es malo el que te habla, es decir, la palabra de Dios. Acusa a Dios, acúsale si puedes.

5. ¿Creéis, hermanos, que no llegaron hasta el punto de censurar al mismo Dios aquellos de quienes se dice: Frecuentemente me combatieron desde mi juventud? Tú censuras al avaro, y él censura a Dios, porque hizo el oro; no seas avaro. "¡Que no hubiera hecho el oro! " Sólo faltaba esto, que, no pudiendo reprimir tus obras malas, censures las obras buenas de Dios. Te desagrada el Creador y Ordenador del mundo. Entonces que no hubiera hecho el sol, puesto que muchos pleitean en sus observaciones sobre las estrellas. ¡Oh si reprimiésemos nuestros vicios! Todas las cosas son buenas, porque es bueno Dios, que hizo todas las cosas. Quien tiene espíritu de investigación, espíritu de sabiduría y piedad, al considerar que todas las cosas son buenas, ve que todas sus obras la alaban. En todo lugar alaban sus obras a Dios. ¡Cómo le alaban todas sus obras por la boca de los tres jóvenes! ¿Qué se omitió en su cántico? Le alaban los cielos, le alaban los ángeles, le alaban los astros, el sol y la luna, el día y la noche; le alaba todo lo que germina en la tierra, todo lo que nada en el mar, todo lo que vuela en el aire; le alaban los montes y los collados, le alaban el calor y el frío; y todas las cosas que hizo Dios oís que alaban a Dios12. ¿Por ventura oísteis allí que alaba a Dios la avaricia, que alaba a Dios la lujuria? Estas no le alaban, porque El no las hizo. Allí alaban a Dios los hombres; Dios es creador del hombre. La avaricia es obra del hombre perverso, el hombre es obra de Dios. ¿Y que quiere Dios? Destruir lo que tú hiciste en ti y salvar lo que El hizo.

6. No ejerzas la usura. Tú censuras a la Escritura, que dice: No dio su dinero a usura13. Yo no escribí esto, no salió por primera vez de mi boca; oye a Dios; El dice que los clérigos no presten a usura. Quizás el que te habla no presta a usura; pero, si presta, cree que él presta. ¿Por ventura presta a usura aquel que habla por Dios? Si hace lo que te dice y tú no lo haces, tú irás al fuego, él al cielo. Si no hace lo que te dice y hace igualmente el mal que tú haces, diciendo cosas buenas que no hace, irá contigo al fuego. Arderá el heno, pero la palabra de Dios permanece eternamente14. ¿Por ventura arderá la palabra que por él se te habló? El que te habla, o es Moisés, es decir, el siervo de Dios justo y bueno, o el fariseo, que se sentó en la cátedra de Moisés. Oíste decir de ellos: Haced lo que dicen, no hagáis lo que hacen15. No tienes excusa, puesto que te habla la palabra de Dios. Porque no puedes destruir la palabra de Dios, intentas censurar a aquellos por los cuales te habla la palabra de Dios. Escudriña cuanto quieras, di lo que quieras, ultraja cuanto te venga en gana: Frecuentemente me combatieron desde mi 'juventud; diga Israel: "Frecuentemente me combatieron desde mi juventud." También se atreven a decir los usureros: "No tengo otro medio de vida." Esto me diría asimismo el ladrón cogido en el garlito; esto lo diría el descerrajador atrapado a la puerta de la casa ajena; esto me diría el alcahuete o burdelero al comprar doncellas para la prostitución; esto lo diría el hechicero encantando malamente y vendiendo su perversidad. A todos los que intentamos prohibir estas cosas, nos responderán que no tienen otro modo de vivir, que de aquí se alimentan. ¡Como si esto mismo no debiera ser castigado especialmente en ellos por haber elegido el arte de la iniquidad para pasar la vida, y haber querido alimentarse por este medio, ofendiendo al que alimenta a todos!

7. Al gritar y decir esto, te responderán: "Si es así, no nos acercamos aquí; si es así, no entramos en la Iglesia." Vengan, entren, oigan: Frecuentemente me combatieron desde mi juventud. Ciertamente no pudieron conmigo. Los pecadores edificaron sobre mis espaldas. Esto es, no pudieron conseguir que consintiese; sólo consiguieron que los soportase. ¡Cuán bellamente se dijo, qué bien se expresó lo que dijo: No pudieron conmigo. Los pecadores edificaron sobre mis espaldas! Se dirigen a nosotros, nos hablan, primero para que consintamos con ellos en los hechos malos; si no consentimos, dicen: "Toleradnos." Luego como no pudiste conmigo, sube a mi espalda; he de llevarte hasta que llegue el fin, pues se me manda que lleve el fruto con paciencia16. ¿No te llego a corregir? Te tolero, pues quizás tolerándote llegarás a corregirte. Si no te corriges hasta el fin, hasta entonces te toleraré y hasta el fin te hallarás sobre mis espaldas, pero temporalmente. ¿Acaso estarás siempre sobre mi espalda? Vendrá el que te arroje de ella; llegará el tiempo de la recolección, llegará el fin del mundo, y Dios enviará segadores. Los ángeles son los segadores; separarán a los malos de los justos, como se separa la cizaña del trigo: meterán el trigo en el granero y quemarán la paja en fuego inextinguible. Soporté el tiempo que pude; ahora paso gozoso a la troje de Dios y canto seguro: Frecuentemente me combatieron desde mi juventud.

8. ¿Qué pudieron hacerme los que me combatieron desde mi juventud? Me ejercitaron, mas no me abatieron. Me hicieron lo que el fuego hace al oro, no lo que el fuego ejecuta sobre el heno. Al acercarse el fuego, quita al oro la inmundicia, a la paja la convierte en ceniza. Ciertamente no pudieron conmigo, puesto que no consentí, puesto que no me hicieron lo que ellos son. Sobre mi espalda edificaron los pecadores, prolongaron su iniquidad. Consiguieron que los tolerase, no que consintiese. Su injusticia está lejos de mí. Los malos están mezclados con los buenos; no sólo en el tráfago del mundo, sino también dentro de la Iglesia, los malos se hallan mezclados con los buenos. Lo sabéis y lo comprobáis; y especialmente lo comprobáis si sois buenos, ya que al crecer lo que estaba en hierba y dar fruto, entonces apareció también la cizaña17. Los malos sólo aparecen en la Iglesia a los que son buenos. Sabéis que están mezclados, y la Escritura continuamente dice que sólo se separarán al fin. Pero, a pesar de estar mezclados, están distantes unos de otros. Para que nadie pensase que la iniquidad se halla junto a la justicia, porque los malos están mezclados entre los buenos, dijo: No pudieron conmigo, es decir, hablaron, y hablaron malamente, diciendo: Comamos y bebamos, pues mañana moriremos. Las malas palabras no corrompieron las buenas costumbres. Por haber oído a Dios no cedí a las palabras de los hombres. Los pecadores consiguieron de mí que los soportase, no que me mezclase con ellos, y así se alejó de mí la iniquidad. ¿Qué cosa hay más cerca que dos hombres en una iglesia? ¿Y qué cosa hay más lejos que la iniquidad y la justicia? En donde hay común consentimiento hay proximidad. Se ata a dos hombres y son enviados al juez el ladrón y el compañero; el uno es criminal, el otro inocente; por una misma cadena se hallan atados, pero se hallan lejos el uno del otro. ¿Qué distancia hay entre ellos? Lo que dista el crimen de la inocencia. Ved que estos dos se hallan muy distantes de sí. Un ladrón comete en España un crimen; sin embargo, está cerca de aquel que le comete en África. ¿Qué les separa? La diferencia que hay de crimen a crimen, de latrocinio a latrocinio. Luego nadie tema hallarse mezclado, en cuanto al cuerpo, con los malos. Se distancie de ellos con el corazón, y seguro soportará lo que no teme: prolongaron su iniquidad.

9 [v.4]. ¿Qué ocurre? Que brillan los que inicuamente se sobreponen y, por decirlo vulgarmente, truenan y alborotan los inicuos, y se engríen e imperan con la soberbia y la calumnia. Pero ¿qué? ¿Siempre ha de suceder esto? No. Oye lo que sigue: El Señor justo quebrantará las cervices de los pecadores. Atienda vuestra caridad. El Señor, justo, quebrantará las cervices de los pecadores. ¿Quién no temblará? Pues ¿quién no pecó? El Señor, justo, quebrantará las cervices de los pecadores. Todos los que oyen trepidan si creen a la Escritura de Dios. Si los hombres se golpean el pecho sin causa, mienten al golpeárselo si son justos, y, al mentir a Dios, se hacen pecadores. Luego si se dan golpes de pecho verazmente, son pecadores. ¿Y quién de nosotros no se da golpes de pecho? ¿Y quién de nosotros no clava los ojos en tierra como el publicano y dice: Señor, seme propicio a mí, pecador?18 Si todos somos pecadores y nadie se halla sin pecado, todos han de temer que caiga la espada sobre las cervices, porque el Señor, justo, quebrantará las cervices de los pecadores. No creo, hermanos míos, que habla de todos los pecadores, sino que, por el miembro que hiere, designa a qué pecadores ha de herir. Pues no dijo: "El Señor, justo, quebrantará las manos de los pecadores"; o: "El Señor, justo, quebrantará los pies de los pecadores", sino que, como quería se entendiese los pecadores soberbios, y todos los soberbios son de dura cerviz, pues no sólo hacen el mal, sino que no quieren reconocerlo; y, cuando se les acusa, se justifican, ya que, si se les dice: "He aquí que hiciste esto"; reconoce a lo menos lo hecho; Dios odia al pecador; ódiale tú, únete a Dios y con El venga tu pecado", dice: "No; yo obré bien; Dios obró mal." ¿Qué es esto? "Yo no obré mal —afirma—, porque lo hizo Saturno, lo hizo Marte, lo hizo Venus; yo no hice nada; las estrellas lo hicieron." De este modo te justificas y acusas a Dios, que hizo las estrellas y ornamentó el cielo. Así, pues, como justificas tu pecado y te levantas contra Dios, puesto que te haces inocente, y a Dios culpable, y levantaste tanto tu cerviz, y saliste al encuentro oponiéndote a Dios, como se escribió en el libro de Job, ya que, hablando del impío, decía: Corrió contra Dios armado con el escudo de su erguida cerviz19, y aquí nombró la cerviz porque te engríes así y no clavas tus ojos en la tierra y golpeas tu pecho y dices: Señor, seme propicio a mí, pecador, sino que te jactas de tus méritos y quieres, dice Dios, entablar juicio conmigo20, venir a juicio conmigo, siendo así que debes satisfacer a Dios por tu culpa y clamarle conforme se clama en otro salmo: Si atendieses, Señor, a las iniquidades, Señor, ¿quién se sostendría?21; clamarle según se clama también en otro salmo: Yo dije: "Señor, compadécete de mí, sana mi alma, porque pequé contra ti"22; como no quieres decir esto, sino que justificas tus obras contra la palabra de Dios, vendrá sobre ti lo que, prosiguiendo, dice la Escritura. El Señor, justo, quebrantará las cervices de los pecadores.

10 [v.5]. Sean confundidos y apartados todos los que odiaron a Sión. Los que odiaron a Sión odiaron a la Iglesia, pues Sión es la Iglesia. Y los que fingidamente entran en la Iglesia, odian la Iglesia. Los que no quieren cumplir la palabra de Dios, odian la Iglesia. Edificaron sobre mis espaldas. ¿Qué ha de hacer la Iglesia? Soportar hasta el fin.

11 [v.6-7]. Pero ¿qué dice de ellos? A continuación lo indica: Háganse como hierba de tejados, que se secó antes de arrancarse. La hierba de los tejados es la que nace en los tejados, en la cubierta de las azoteas. Parece crecida, pero no tiene raíz. ¡Cuánto mejor le hubiera sido haber nacido en lugar más bajo, y así hubiera conseguido ser más próspera. Ahora nace en lugar más alto pata quedar más pronto seca. Aún no se arrancó, y ya se secó. Aún no se presentaron al juicio de Dios, y ya carecen del jugo de la frondosidad. Atended a sus obras, y ved que se secaron. Pero viven y están aquí. Todavía no fueron arrancados; se secaron, pero aún no fueron arrancados; se hicieron como hierba de tejados, que se seca antes de que se arranque.

12. Vendrán los segadores, pero no harán gavillas de ellos. Han de venir los segadores, y, recogiendo el trigo y echándole al granero, atarán la cizaña y la arrojarán al fuego. Así ha de ser purificado el heno del tejado, puesto que todo lo que de allí se arranque será arrojado al fuego, porque se secó antes de arrancarse. El segador no llenará allí las manos, pues prosigue el salmo y dice: No llenará su mano el segador, ni su regazo el que recoge las gavillas. El Señor dice que los segadores son los ángeles23.

13 [v.8]. Y los viandantes no dijeron: "La bendición del Señor sobre vosotros; os bendijimos en nombre del Señor." Sabéis, hermanos, que, cuando se pasa por delante de los que trabajan en el campo, es costumbre decir: La bendición del Señor sea con vosotros. Esta costumbre existía antes especialmente en la nación judía. Nadie pasaba sin que, al ver a algunos que trabajaban en el campo, o en la viña, o en la siega, o en algo parecido, no dijese estas palabras, pues no se permitía pasar sin saludar de esta manera. Unos son los que recogen las gavillas, otros son los caminantes. Los que recogen las gavillas no llenan sus manos de ellas, porque no se recoge para el granero la hierba del tejado. ¿Quiénes son los que recogen las gavillas? Los segadores. ¿Quiénes son los segadores? El Señor dijo: Los segadores son los ángeles. ¿Quiénes son los transeúntes? Los que ya pasaron por este camino, es decir, por esta vida, de aquí a la patria. Transeúntes eran los apóstoles en esta vida; los profetas eran transeúntes. ¿A quiénes bendijeron los apóstoles y los profetas? A aquellos en quienes observaron la raíz de la caridad. A los que vieron en los tejados sobresalir y ensoberbecerse, escudados en su erguida cerviz, les dijeron lo que más tarde serían, mas no los bendijeron. Luego todos estos malos que soporta la Iglesia, y que leéis en la Escritura hallarse designados por malditos, pertenecen al anticristo, pertenecen al diablo, pertenecen a la cizaña, pertenecen a la paja. Otras muchísimas cosas se dicen de ellos por semejanza, porque no todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino de los cielos24. No hallarás un testimonio en la Escritura que hable bien de ellos, puesto que los transeúntes no los bendijeron. Los profetas que pasaron pronosticaron sobre ellos infinidad de males. Aquí tenéis a este que nos acompaña; a David, que atravesó por el camino. Ya oísteis lo que dijo de ellos: El Señor, justo, quebrantará las cervices de los pecadores. Sean confundidos y echados atrás todos los que odiaron a Sión. Háganse como hierba de tejados, que se secó antes de ser arrancada. No llenó su mano el segador, ni su seno el que recoge las gavillas. Estas cosas dijo de ellos. Este, al pasar, no los bendijo, y se cumplió por él lo que profetizó: Y los transeúntes no dijeron: "Os bendijimos en nombre del Señor." Los que pasan, ya sean profetas, patriarcas, apóstoles o cualquiera otra persona, si vivimos bien, hermanos, nos bendicen en nombre del Señor. "¿Cuándo —me dices— bendijo Pablo? ¿Cuándo Pedro?" Atiende a la Escritura, ve si vives bien; si así es, ve allí que fuiste bendecido. Pues bendijeron a todos los que viven bien. ¿Y cómo? En nombre del Señor, no en su nombre, como los herejes. Los que dicen: "Es santo lo que nosotros damos", quieren bendecir en su propio nombre. Sin embargo, los que dicen que sólo santifica Dios y nadie es bueno sino por don de Dios, éstos bendicen en nombre del Señor, no en el suyo propio. Porque son amigos del esposo25, no quieren adulterar con la esposa.