Sermón al pueblo
Entre los años 414 y 416 (Z.), o quizá Después del 415 (B.).
1. [v.1]. El salmo 104 es el primero de los que llevan por título Aleluya. El significado de esta palabra, o mejor, de estas dos palabras, es: "Alabad a Dios". Y por eso comienza el salmo diciendo: Confesad al Señor e invocad su nombre. Esta confesión ha de entenderse que es una alabanza, como aquella que hizo el Señor: Te confieso, ¡oh Padre!, Señor del cielo y de la tierra1. Después de la alabanza suele seguir una petición, en la que el orante expresa sus deseos. De aquí que la misma oración dominical tiene en su comienzo una brevísima alabanza, expresada así: Padre nuestro, que estás en los cielos2; y a continuación se expresan las peticiones. Y por eso también en otro lugar dice un salmo: Te confesamos, ¡oh Dios!, te confesamos e invocamos tu nombre3. Y esto se expresa más claro en otro salmo: Alabando invocaré al Señor, y me veré libre de mis enemigos4. De igual modo se dice también en nuestro salmo: Confesad al Señor e invocad su nombre; que es lo mismo que si dijera: alabad al Señor e invocad su nombre. Sin duda, que escucha al que lo alaba, y percibe también su amor, junto con la alabanza. ¿Y cuándo quiso el Señor que el siervo fiel le demostrase su amor más grande? Lo ha querido cuando le dijo: Apacienta mis ovejas5. Por eso también aquí continúa el salmo: Dad a conocer sus obras a los pueblos; o, más bien, según el texto griego, que mantienen algunos códices latinos: Evangelizad entre los pueblos sus obras. ¿Y a quiénes van dirigidas estas palabras? Proféticamente se las dice a los Evangelistas.
2. [vv.2-3]. Cantadle y aclamadle al son de instrumentos. Es decir, alabadle con palabras y con obras: en efecto, con la boca se canta; en cambio, con el salterio, es decir con las manos, es como se salmodia. Proclamad todas sus maravillas; gloriaos en su santo nombre. Por los dos verbos anteriores podría advertirse que estos dos versículos no han sido expresados sin razón; puesto que lo que se dice: Proclamad todas sus maravillas, puede referirse a lo que antes se dijo: Cantadle; y lo que sigue: Gloriaos en su santo nombre, ser referido a aclamadle al son de instrumentos. Es decir, lo primero a la buena palabra, con la cual se cantan y se proclaman todas sus maravillas; y lo segundo a las buenas obras con las que se le salmodia, sin querer nadie ser alabado por las buenas obras, como si fuera un fruto de sus propios méritos. Por eso, cuando dice gloriaos, cosa que ciertamente pueden hacer con razón los que obran el bien, añade en su santo nombre; para que quien se gloría, que se gloríe en el Señor6. Luego, los que quieren salmodiar, no a sí mismos, sino a él, procuren evitar el practicar la justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de otro modo no tendrán recompensa del Padre que está en los cielos7; sino que brillen sus obras ante los hombres, no para ser vistos por ellos, sino para que, al verlas, glorifiquen a su Padre que está en los cielos8. Esto es lo que significa gloriarse en su santo nombre. Y así se dice en otro salmo: Mi alma se gloría en el Señor; que lo oigan los humildes y se alegren9. Esto mismo se dice de alguna manera también aquí: Que se alegre el corazón de los que buscan al Señor. Es así como se regocijan los mansos, que no envidian con celo amargo a los que obran el bien.
3. [v.4]. Buscad al Señor y confortaos. Esta palabra "confortamini" (confortaos), aunque parezca poco latina, está traducida con más exactitud del griego; Por eso, algunos códices tienen confirmamini, (reforzaos), y otros corroboramini (robusteceos). Y de hecho, al Señor se le dice mi fortaleza10; y también: Reservaré para ti mi fortaleza11; para que buscándole y acercándonos a él, seamos iluminados y confortados, no sea que, a causa de nuestra ceguera, no veamos lo que ha de hacerse, o, por nuestra flaqueza, no hagamos lo que vemos que hay que hacer. En lo que se refiere a la visión: acercaos a él e iluminaos12; y respecto a las obras: Buscad al Señor y fortaleceos. Buscad, dice, continuamente su rostro. ¿Qué es el rostro del Señor? Es su presencia, así como también el rostro, o la faz del viento y del fuego es su presencia, y por eso se dice: Así como una paja ante la faz del viento13; y también: Como se derrite la cera ante la faz del fuego14. Y muchas otras cosas parecidas nos ofrece la Escritura, pretendiendo que al citar la faz se entienda la presencia de tales cosas. Pero ¿qué significa buscad continuamente su rostro? Yo sé ciertamente que acercarme a Dios es un bien para mí15; pero si siempre se lo busca, ¿cuándo se lo encuentra? ¿O es que dijo siempre dando a entender que durante toda nuestra vida que vivimos aquí abajo, desde que hemos conocido que debemos hacer esto, debe buscarse aun cuando ya se le haya encontrado? Porque no hay duda de que la fe ya lo ha encontrado, aunque todavía lo sigue buscando la esperanza. La caridad también lo ha encontrado por la fe, pero busca poseerlo por la visión, por la que de tal manera será encontrado, que eso nos bastará, y ya no habrá que buscarlo más. Porque si la fe no lo hubiera encontrado en esta vida, no se diría: Buscad al Señor; ni se diría tampoco, cuando lo hubierais encontrado: Que el impío abandone sus caminos, y el hombre malvado sus pensamientos16. De igual modo, si una vez encontrado por la fe, no debiera todavía ser buscado, no se diría: Si lo que no vemos esperamos, lo aguardamos con paciencia17. Ni tampoco tendría explicación lo que dice S. Juan: Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es18. ¿O es que quizá, incluso cuando lo hayamos visto cara a cara, como él es, deberemos todavía proseguir en su búsqueda, porque sin fin debe ser buscado, ya que sin fin debe ser amado? De hecho acostumbramos a decir a alguien que está presente: "No te busco", queriendo decirle: no te amo. Y por eso, el que es amado, también se le busca estando presente, mientras se actúa con una caridad perpetua, para que no llegue a hacerse ausente. Y así, cuando uno ama a alguien, quiere, sin servirle de hastío, que esté siempre presente, o sea, intenta siempre que esté presente. Está, pues, claro que buscad siempre su rostro, significa que el encuentro del amado no constituya el final de esa búsqueda, que es la expresión del amor; sino que el amor creciente se exprese en una búsqueda creciente del amado encontrado.
4. [v.5]. Y de repente, este hombre apasionado modera sus alabanzas, y utiliza palabras más inteligibles; alimentando así el flaco e infantil amor con las maravillas de Dios en la tierra. Acordaos, dice, de las maravillas que hizo, de sus prodigios y de los juicios de su boca. Este pasaje es semejante a aquel otro, en el que, preguntando Moisés a Dios cuál era su nombre, cuando le dijo: Yo soy el que soy; y también: Esto dirás a los hijos de Israel: "El que es me ha enviado a vosotros", del que rara será la mente que pueda percibir una pequeña parte del contenido, a continuación, expresando otra vez su nombre, moderó misericordiosamente su excelencia, en atención a los hombres, diciendo: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Este es mi nombre para siempre19. En esto quiso que se entendiese que también aquellos de quienes se afirmó que era su Dios, vivían con él por siempre. Dijo esto para que pudieran entenderlo los párvulos, así como dijo también: Yo soy el que soy, para que lo entendiesen, según su capacidad, los dotados con la excelsa virtud de la caridad, y supiesen buscar siempre su rostro. Y si para vosotros es demasiado el ver o buscar lo que es él, recordad las maravillas que ha realizado, sus prodigios y los juicios de su boca.
5. [vv.6-7]. ¿Y a quiénes se dice? Linaje de Abrahán, su siervo, hijos de Jacob, su elegido. Vosotros, que sois la descendencia de Abrahán; vosotros, que sois los hijos de Jacob, acordaos de las maravillas que ha realizado, de sus prodigios y de los juicios de su boca. Y para que nadie atribuyese esto a un solo pueblo, el de los israelitas según la carne, sin entender que los hijos de Abrahánson más bien los hijos de la promesa que los hijos de la carne, según lo que dice el Apóstol dirigiéndose a los gentiles: Vosotros sois la descendencia de Abrahán, sus herederos, según la promesa20; el salmo continúa diciendo: Él es el Señor nuestro Dios; en toda la tierra se encuentran sus juicios. Esto lo dice también el Señor por boca de Isaías a la Jerusalén libre, nuestra madre: El que te ha liberado, ése es tu Dios, y será llamado Dios de toda la tierra21. ¿Es, acaso, sólo Dios de los judíos? De ningún modo22. Él es el Señor nuestro Dios; y por toda la tierra se encuentran sus juicios, ya que en toda la tierra vive su Iglesia, y allí se difunden sus juicios. ¿Y cómo es que dice en otro salmo?: Él anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos23. Esto se dijo para que se entendiera que sólo una nación es la que pertenece al linaje de Abrahán, que fue así llamada por todas las naciones, y en ella están incluidas todas las gentes, de manera que sea una sola la llamada a la adopción. Fuera de ella, a ninguna otra le manifestó Dios sus juicios; porque quienes no han creído en ellos, aunque les hayan sido anunciados, no les fueron ciertamente manifestados, puesto que si no creen, de ninguna manera entenderán.
6. [vv.8-11]. Se ha acordado de su alianza "por un siglo" (in saeculum). Otros códices tienen "eternamente" (in aeternum), lo cual procede de la ambigüedad del griego. Pero si ha de entenderse "por un siglo", y no "eternamente", ¿cómo al exponer el testamento del que se acordó, añade y dice: De la palabra dada por mil generaciones? Todavía esto puede entenderse que tiene un fin; pero después dice: Del pacto que estableció con Abrahán, y del juramento que hizo con Isaac; y lo estableció como precepto para Jacob, y a Israel como testamento eterno. Aquí ya no hay lugar a la ambigüedad, ya que el término griego aiònion nuestros traductores le han dado el significado de eterno, aunque algunos, a veces, lo han traducido por eternal. A no ser que esto fuera porque el término aiòna vulgarmente significa siglo, y por tanto, quisieran traducir como secular, y no eterno, cosa que yo no recuerdo que haya osado alguno. Pero si en este lugar ha de interpretarse el Antiguo Testamento relacionado con la tierra de Canaán, ya que el discurso se entreteje así: Y se lo estableció a Jacob como precepto, y a Israel como alianza eterna, diciendo: "A ti te daré la tierra de Canaán, como lote de vuestra heredad", ¿cómo ha de entenderse que es eterna, siendo así que aquella heredad no puede ser eterna, y además teniendo en cuenta que se llama Antiguo Testamento porque se sustituye por el Nuevo? Tampoco parece que mil generaciones signifiquen algo eterno, puesto que tienen fin, aunque en lo temporal parezca que son muchas. Si es cierto que el tiempo de la generación, que los griegos llaman geneán, se limita a pocos años, pues algunos, desde el instante en que el hombre puede engendrar, le señalaron quince años, ¿qué son esas mil generaciones, no sólo contadas a partir de Abrahán, cuando se le hizo la promesa, hasta el tiempo del Nuevo Testamento, sino desde el mismo Adán hasta el fin del mundo? Pues ¿quién se atreverá a decir que este mundo ha de prolongarse quince mil años?
7. Por tanto, no me parece a mí que debamos entender que aquí se habla del Antiguo Testamento, aunque se diga por el Profeta que ha de ser sustituido por el Nuevo: He aquí que llegan días —dice el Señor— en los que yo estableceré con la casa de Jacob un Nuevo Testamento, no como el testamento que hice con sus padres, cuando los saqué de la tierra de Egipto24, sino del testamento de la fe, exaltado por el Apóstol, cuando nos propone a Abrahán como modelo, y , basándose en él, refuta a los que se glorían en las obras de la Ley, puesto que Abrahán creyó a Dios antes de la circuncisión, y le fue computado como justicia25. En fin, después de haber dicho: Se ha acordado "en el siglo" de su testamento, que lo debemos entender, eternamente, es decir, se acordó eternamente del testamento de la justificación, y de la heredad eterna que Dios prometió a la fe, el texto añade: de la palabra que ordenó por mil generaciones. ¿Qué significa "ordenó"? Al decir te daré la tierra de Canaán no es una orden, o un mandato, sino una promesa; la orden es lo que debemos hacer, y la promesa, lo que hemos de recibir. Un mandato, pues, es la fe, para que el justo viva por la fe26; y a esta fe se le promete la herencia eterna. Las mil generaciones, pues, fijándonos en la perfección del número, quiere decir todas las generaciones; es decir, mientras van pasando todas las generaciones, persiste el mandato de vivir por la fe. Este mandato es cumplido por el pueblo de Dios, los hijos de la promesa, que van naciendo y muriendo hasta que se termine toda generación, lo cual está simbolizado por el número mil, puesto que el número diez al cuadrado, forma el número cien, y éste multiplicado por diez llega ser mil. Del pacto —dice— que acordó con Abrahán, y del juramento que hizo a Isaac. Y lo estableció con Jacob, es decir, se lo dio a Jacob como precepto. Estos son los tres Patriarcas, de los que él, con un título especial, se llama Dios, a los que el Señor nombra en el Nuevo Testamento, cuando dice: Vendrán muchos de Oriente y Occidente, y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos27. Ésta es la herencia eterna. Porque también aquí, donde dice: Lo estableció con Jacob como precepto, declara que se trata del precepto de la fe, ya que no había de llamar precepto a la promesa. Si en el precepto está incluida la obra, en la promesa está la recompensa. Dice el Señor: Esta es la obra de Dios, que creáis en aquél que él ha enviado28. Por eso, la palabra que ordenó, y de la que se acordó eternamente como de su testamento, es decir, la palabra de la fe que nosotros predicamos29, se la dio a Jacob como precepto, y al mismo Israel como testamento eterno; por ella y el precepto cumplidos, les había de dar algo eterno, diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán, como lote de vuestra heredad. Pero ¿cómo esto es eterno, si no significa algo eterno? Esta tierra es también llamada tierra de promisión, tierra que mana leche y miel30; y estos productos significan simbólicamente la gracia, en la que se percibe cuán dulce es el Señor31, y a la que no pertenecen todos los hombres, ya que la fe no es de todos. Por eso añadió: como el lote de vuestra heredad. Y esta expresión coincide con lo que dice en otro salmo sobre el linaje de Abrahán aludiendo a Cristo, y dice: Los lotes me cayeron en lugares hermosos, pues mi heredad es excelente para mí32. Por qué se la llamó "tierra de Canaán" lo declara el significado del nombre, ya que Canaán significa humilde. Si tenemos en cuenta la maldición del santo Noé, por la que dijo al mismo Canaán que sería siervo de sus hermanos33, entonces diremos que de aquí proviene también el temor servil. Pero el siervo no permanece en la casa para siempre34. Por eso, echado fuera el cananeo, se da la tierra de promisión al linaje de Abrahán, puesto que la caridad perfecta echa fuera el temor35, y así, el hijo permanecerá en la casa para siempre. Por eso se dijo: Y lo estableció para el mismo Israel como testamento eterno.
8. [v.12]. Y a continuación prosigue la tan conocida historia conforme a la verdad de los Libros Sagrados. Cuando eran escasos en número, muy pocos y peregrinos en ella, es decir, en la tierra de Canaán. Cuando habitaron allí los Patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob, antes de recibirla en heredad, en realidad eran muy pocos los de su linaje, y además se alojaban como peregrinos en ella. Algunos códices tienen escrito esto mismo con una traducción literal del griego en acusativo (In eo esse illos numero brevi, paucissimos et incolas in ea), cuando en latín correcto debería decirse en nominativo (cum essent paucissimi...), pues de otra manera es incorrecto.
9. [vv.13-15]. Así pues, cuando eran escasos en número, o de número reducido, muy poquitos, y peregrinos en ella, pasaron de nación a nación, y de un reino a otro pueblo distinto. Esto último es repetición de lo que ya había dicho: de nación a nación. No dejó, es decir, no permitió que nadie les perjudicase. El texto griego lo pone en acusativo, (nocere "illos"), los; y en latín debe ser en dativo (nocere "illis"), les. Y por causa de ellos castigó a los reyes. No toquéis —dice— a mis ungidos, y no hagáis mal a mis profetas. Expresa aquí el salmo las palabras de Dios que castigaba o reprendía a los reyes, para que no se atrevieran a ofender a los santos Patriarcas, cuando eran escasos en número y unos pocos y, además, peregrinos en la tierra de Canaán. Estas palabras, aunque no se lean en sus libros históricos, hay que entenderlas o como veladamente dichas, como cuando Dios habla con ocultas y veraces visiones a los corazones de los hombres, o también expresadas por un ángel. Así fue como al rey de Gerar, y al rey de los egipcios se les amonestó de parte de Dios, para que no maltratasen a Abrahán36; y a otro rey para que no dañase a Isaac37, y a otros más, para que no hicieran mal a Jacob38; todo esto cuando eran muy pocos y peregrinos, antes de que Jacob se fuera a Egipto para habitar allí con sus hijos; todo lo cual se entiende recordado en lo que dice el salmo: Pasaron de una nación a otra, y de un reino a otro pueblo distinto. Pero, como podía surgir la pregunta de que ellos, siendo escasos en número, muy pocos y peregrinos, cómo habrían podido subsistir en tierra extraña, antes de multiplicarse al pasar a Egipto, añade a continuación: No permitió que nadie les perjudicase, y por su causa castigó a reyes. No toquéis a mis cristos, y no hagáis mal ninguno a mis profetas.
10. Con razón puede sorprender el que sean llamados "cristos" o ungidos, antes de que existiera la unción, por la que se les impuso ese nombre a los reyes. Esto comenzó con Saúl, a quien David sucedió en el reino. Desde entonces, tanto los reyes de Judá como los de Israel fueron ungidos, siguiendo la sagrada tradición. En esta unción se prefiguraba al único y verdadero Cristo, al cual se dijo: El Señor tu Dios te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros39. Pero ¿cómo es que ellos ya entonces fueron llamados cristos? Porque leemos de Abrahán que ellos fueron profetas, y, sin duda, lo que de él se dijo manifiestamente, esto mismo ha de entenderse de ellos. ¿O acaso fueron llamados cristos, porque, aunque fuera ocultamente, eran ya cristianos? Pues, aunque la carne de Cristo proceda de ellos, Cristo existe antes que ellos. De ahí que les responde a los judíos, diciéndoles: Antes de que Abrahán existiera, yo soy. ¿Cómo, pues, lo iban a ignorar, o cómo no habían de creer en él, siendo así que se llamaban profetas, y aunque fuera veladamente, preanunciaban al Señor? Y por eso dice el Señor con toda claridad: Abrahán deseó ver mi día; lo vio y se alegró40. Nadie, ni antes de su encarnación, ni después de ella, se reconcilió con Dios. Es una verdad claramente expresada por el Apóstol: Hay un solo Dios y un solo Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús41.
11. [v.16]. A continuación comienza el salmo a narrar cómo fue el paso de una nación a otra, y de un reino a otro pueblo. Y llamó —dice— el hambre sobre la tierra, y cortó todo el sustento de pan. Delante de ellos envió a un hombre; José fue vendido como esclavo. Fue así como se dio la oportunidad de que pasaran de una a otra nación, y de un reino a otro pueblo distinto. Pero no han de pasarse superficialmente estas expresiones de las sagradas Escrituras, sin una atenta reflexión. Llamó —dice— al hambre sobre la tierra; como si el hambre fuera una persona, o algún cuerpo animado, o un espíritu que pueda obedecer a quien lo llama. El hambre bien sabemos que es un azote derivado de la falta de alimento, y que la sufren los que la padecen, como si fuera una enfermedad. Y lo mismo que para que desaparezca una enfermedad, se consigue generalmente por los medicamentos, así también el hambre se cura, digamos, por la alimentación. ¿Qué significa, pues: Llamó al hambre? ¿O es que, quizá, estos males que padecen los hombres tienen ciertos jefes suyos, ángeles malos, puesto que también en otro salmo se dice, y no equivocadamente, que Dios castigó a los hombres con el envío de ángeles malos?42 Y esto podría ser que signifique llamó al hambre, es decir, al ángel encargado del hambre; y lo llamó con el nombre de lo que él es jefe. Por este trueque de nombres, los romanos crearon algunos dioses similares; por ejemplo la diosa Fiebre y el dios Miedo (Pallor). ¿O quizá, lo que parece más creíble, deba entenderse la frase llamó al hambre como "dijo que hubiese hambre", de manera que llamar sea lo mismo que denominar, y denominar equivale a hacer saber o indicar, y hacer saber, lo mismo que mandar? Porque quien llamó al hambre es aquel mismo que llama a las cosas que no son, como a las que son. Y en esta cita el Apóstol no dijo: El que llama a las cosas que no son para que sean, sino: como si fueran {o como si son}43. Ciertamente ante Dios ya está realizado lo que por su disposición ha de existir; ya que en otro lugar se dice de él: El que ha hecho lo que habrá de existir44. Y aquí, cuando tuvo lugar el hambre, se dijo entonces que fue llamada, es decir, que apareciese la que ya había sido dispuesta en su secreta ordenación. Por fin, expone inmediatamente cómo llamó al hambre, diciendo: Arruinó todo el sustento de pan. También aquí hay una locución inusitada, ya que dice "arruinó" en lugar de: "hizo desaparecer".
12. Envió delante de ellos a un hombre. ¿A quién? A José. ¿Cómo lo envió? José fue vendido como esclavo. Por supuesto que, cuando esto ocurrió, hubo un pecado de sus hermanos, y, no obstante, Dios envió a José a Egipto. Hay que considerar en este suceso grande e inevitable, cómo Dios llega a servirse para un bien de las obras malas de los hombres, así como ellos, a su vez, utilizan mal las buenas obras de Dios.
13. [vv.18-19]. Desarrolla después la narración, recordando los tristes episodios que José tuvo que padecer en su humillación, y cómo fue también ensalzado. Humillaron sus pies en los cepos; el hierro atravesó su alma hasta que se cumplió su palabra. No leemos que José tuviera que sufrir los cepos; pero no dudamos que los tendría que soportar, pues pudieron pasarse por alto en aquella historia algunas cosas que, sin embargo, al Espíritu Santo, que hablaba en los salmos, no le estaban ocultas. Y el hierro, del que se dice que le atravesó el alma, lo entendemos como la dolorosa tribulación que debió padecer, no precisamente en su cuerpo, sino en el alma, como así lo dice. Hay una expresión parecida en el Evangelio, cuando Simeón le dijo a María: Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el alma, para que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones45. Sin duda que la pasión del Señor, para muchos fue ocasión de ruina, y en ella quedaron al descubierto las cosas ocultas de muchos corazones, ya que se manifestó lo que sentían del Señor; y también contristó gravemente a su misma Madre, privándola de la presencia corporal de su Hijo. En esta tribulación se encontró José hasta que se cumplió su palabra, por la cual había dado una interpretación veraz de los sueños; por lo cual fue recomendado al rey, para que también a él le predijese el sentido futuro de sus sueños46. Pero, dado que el texto dice hasta que cumplió su palabra, para que nadie entendiera su palabra en sentido absoluto, es decir, que nadie pensase que debía atribuirse a un hombre algo tan importante, inmediatamente añadió: La palabra del Señor lo acreditó, o, como se lee en otros códices, siguiendo el texto griego: La palabra del Señor lo abrasó, para que también él fuera contado entre aquéllos a quienes se dijo: Gloriaos en su santo nombre. La palabra del Señor lo abrasó. Con razón cuando el Espíritu Santo fue enviado por el Señor, se vieron como unas llamas de fuego sobre los discípulos47. También dice el Apóstol: Fervientes en el Espíritu48. Del cual fuego se alejan aquellos de los que se dice: Se enfriará la caridad de muchos49.
14. [vv.20-22]. Así continúa el texto: El rey lo mandó y lo desató; el soberano de los pueblos, y lo dejó libre. El rey es lo mismo que soberano de los pueblos; y lo mismo es desató al preso en el cepo, que liberó al encarcelado. Lo nombró administrador de su casa, y señor de todas sus posesiones. Para que instruyera a sus magnates como a sí mismo, y a sus ancianos les enseñara la prudencia. El texto griego dice: Y a sus ancianos les enseñara la sabiduría. Esto, tomado literalmente, podría decirse así: Instruyese a los ancianos como a sí mismo, e hiciese sabios a sus ancianos. Aquí se usa el término presbytérous, a los que nosotros solemos llamar ancianos, y no gérontas, que sería viejos. Y en cuanto al verbo sofísai, (hacer sabio), que no puede traducirse al latín con una sola palabra, se deriva del término sabiduría, que en griego es Sofía, y no de la prudencia, que en griego se llama frónesis. Pero tampoco leemos esto en la historia de la exaltación de José, como no leíamos que en su humillación hubiera tenido cepos en sus pies. Pero ¿cómo podría ser que un hombre tan importante, adorador del único Dios verdadero, se dedicase en Egipto a la alimentación de los cuerpos, y a la administración únicamente de los asuntos temporales, sin preocuparse más bien del cuidado de las almas, para hacerlas mejores? Tengamos en cuenta que en aquella historia sólo se escribieron las cosas que, según el designio del autor, en el cual obraba el Espíritu Santo, se juzgaron suficientes para simbolizar lo que después había de suceder.
15. [v.23]. Y entró Israel en Egipto, y Jacob se hospedó en la tierra de Cam. Israel es lo mismo que Jacob, y Cam es lo mismo que Egipto. Queda aquí claramente demostrado que el pueblo egipcio se formó de la estirpe de Cam, hijo de Noé, cuyo primogénito de Cam fue Canaán. Por tanto, en los códices en que se lea Canaán, debe corregirse. Mejor traducción es se hospedó, que no —como escriben otros códices— habitó, lo que sería igual que si añadiese peregrino, ya que tiene el mismo significado. De hecho, el texto griego en este pasaje utiliza el mismo término que poco antes usó, donde se dice: Unos pocos y peregrinos en ella. El morador peregrino o forastero, más bien es advenedizo que indígena. Así es como los Hebreos pasaron de una nación a otra, y de un reino a otro pueblo distinto. Lo que brevemente se había anunciado, brevemente se explica en la narración. Pero puede preguntarse, y con razón: ¿De qué reino pasaron a otro pueblo, ya que todavía no había reinos en la tierra de Canaán, donde no había aún ningún reino del pueblo de Israel? ¿Cómo, pues, habrá que entender esta expresión? Sólo en el sentido de una anticipación, puesto que en aquella tierra habría de establecerse el reino de sus descendientes.
16. [v.24]. A continuación se van narrando los hechos acontecidos en Egipto: Y acrecentó —dice— a su pueblo en gran manera, y lo hizo más fuerte que sus enemigos. Todo esto está también anunciado brevemente, para ser expuesto luego, según vayan sucediendo lo hechos. En realidad no fue el pueblo de Dios más fuerte que sus enemigos los egipcios, cuando se mataba a sus varones recién nacidos, o cuando era oprimido en la fabricación de ladrillos, sino cuando con mano poderosa, por obra de signos y portentos del Señor su Dios, se hizo digno de ser temido y respetado, siendo vencida la obstinación del rey cruel, y el perseguidor con su ejército fue sepultado en el mar Rojo.
17. [v.25]. Por eso, como si nosotros preguntásemos de qué modo se realizó lo que brevemente fue indicado en la frase: Hizo a su pueblo más fuerte que sus enemigos, comienza el salmo a concretarlo, exponiéndolo en la narración. Y les cambió su corazón para que odiasen a su pueblo, y usasen el engaño contra sus siervos. ¿Habrá, quizá, que entender o creer que Dios cambia el corazón del hombre para cometer pecados? ¿O es que no es pecado, o un leve pecado el odiar al pueblo de Dios, y usar falacias contra sus siervos? ¿Quién se atrevería a decir esto? ¿O tal vez el autor de estos pecados tan graves será Dios, que no puede ser creído como autor de pecado alguno, ni siquiera los más leves? ¿Quién, siendo sabio, entenderá estas cosas?50 Se trata aquí de aquella admirable bondad de Dios, por la que se sirve para el bien incluso de los malos, tanto si son ángeles, como si son hombres. Y así, aunque ellos sean malvados por su culpable deformidad, él consigue un bien de su maldad. Y los que no eran buenos antes de odiar a su pueblo, sino malos y tan impíos, que, por una fácil inclinación envidiaban a sus felices huéspedes. Y por haber multiplicado a su pueblo, provocó, con este su beneficio, a que los malvados los envidiasen. La envidia, en realidad, es el odio de la felicidad ajena. Y la forma de cómo cambió su corazón, fue que, por envidioso rencor aborrecieron a su pueblo, y cometieron engaños contra sus siervos. No fue, pues, el hacer malo a un corazón bueno, sino que, al hacer el bien a su pueblo, provocó el odio del corazón de los egipcios, naturalmente malvado, hacia su pueblo, sacando un bien de aquel mal. No haciéndolos malos a ellos, sino que concedió generosamente bienes a su pueblo, dando motivo por el que los malos se entregasen a odiarlos a sus anchas. De qué modo usó de su odio para ejercitar a su pueblo, y para gloria de su nombre, la cual nos es útil a nosotros, nos lo aclaran las palabras que siguen. Las recordamos como motivo de su alabanza, cuando se canta el Aleluya.
18. [v.26]. Mandó a Moisés su siervo, y a Aarón su elegido por él mismo. Bastaría que hubiera dicho su elegido. Pero nada hay que investigar por el motivo de haber añadido por él mismo. Es una expresión propia de la Escritura, como aquella que dice: En la que habitarán en ella51.Las páginas divinas están llenas de expresiones parecidas.
19. [v.27]. Puso en ellos las palabras de sus signos y prodigios en la tierra de Cam. No debemos de entender las palabras de los signos y prodigios, como si los prodigios se hicieran sólo ordenándolo con palabras. De hecho, se hicieron muchos portentos sin palabras, por ejemplo, con por la vara, o con la mano extendida, o con la ceniza lanzada al cielo. Pero, ya que aquellos portentos realizados no carecieron de algún significado, así tampoco las palabras que nosotros pronunciamos; por eso se los llamó a ellos palabras, no de voces o de sonidos, sino de signos y prodigios. Puso en ellos quiere decir "hizo por medio de ellos".
20. [v.28]. Envió las tinieblas y se oscureció. Está esto también escrito entre las plagas con las que castigó a los egipcios. Lo que sigue se lee algo distinto en algunos códices; unos dicen: Y se irritaron por sus discursos; y otros, al contrario: No les irritaron sus palabras. La primera de las dos frases se halla en muchos códices, mientras la partícula negativa, apenas la he visto en dos de ellos. Pero para que no se crea un error del texto, debido al sentido más fácil (pues ¿qué cosa más fácil de entender que se irritaron por sus palabras los que eran contradictores contumaces?), voy a intentar exponerlo también con un sentido razonable, según la otra frase. Por ahora se me ocurre decir esto: No se irritaron por sus discursos Moisés y Aarón, ya que soportaron con paciencia, incluso los más duros, hasta que se cumplieron a su debido tiempo todas las cosas que Dios había dispuesto hacer por ellos.
21. [vv.29-30]. Convirtió su agua en sangre, y dio muerte a sus peces. Inundó su tierra de ranas, hasta en las alcobas de los mismos reyes. Es como si dijera: Convirtió su tierra en ranas. Era tal la cantidad de ranas, que sería adecuadamente dicho como una hipérbole.
22. [v.31]. Lo dijo, y vinieron tábanos y mosquitos por todo su territorio. Si se pregunta cuándo dijo esto Dios, diré que en su Palabra ya estaba antes de que aconteciera. Y en ella estaba sin tiempo lo que en el tiempo había de suceder. Y por tanto, aunque lo hiciera por los ángeles, o por sus siervos Moisés y Aarón, también entonces, de algún modo, dijo que se hiciera cuanto había de suceder.
23. [v.32]. Les dio en lugar de lluvias, granizo. Esta expresión es semejante a la anterior, que dice: Inundó de ranas su tierra, a excepción de que allí no se convirtió toda la tierra en ranas, mientras que aquí pudo convertirse toda el agua en granizo. Y fuego abrasador en su tierra, se sobrentiende les dio.
24. [v.33]. Y taló sus viñas y sus higueras, y destrozó todos los árboles de su territorio. Esto tuvo lugar por la fuerza del granizo y de los rayos; por eso se dijo fuego abrasador.
25. [v.34]. Habló, y vinieron langostas y saltamontes innumerables. Langostas y saltamontes forman una sola plaga, ya que las unas son las madres, y los otros sus hijos.
26. [v.35]. Y devoraron toda la hierba de su tierra, y devoraron todo el fruto de su campo. También la hierba es fruto, según el modo de hablar de la Escritura, que llama hierba o heno a las mieses de frutos; pero dado que había nombrado a dos animales, es decir, la langosta y el saltamontes, quiso adaptar la expresión numéricamente, y por eso dice la hierba y el fruto. La frase entera, con la variedad de estilo, pretende evitar una incómoda impresión, pero sin introducir una diversidad conceptual.
27. [v.36]. E hirió de muerte a todos los primogénitos de su tierra, a las primicias de todo su trabajo. Esta es la última plaga, si exceptuamos la muerte en el mar Rojo. En cuanto a las primicias de sus trabajos, creo que se dijo refiriéndose a los primogénitos de los animales. Y las plagas, que son diez, no han sido citadas todas, ni en el orden en que se lee que sucedieron. Naturalmente, el canto de alabanza no está vinculado al orden de quien narra y compone la historia. Y como el autor y el cantor de esta alabanza es el Espíritu santo, por medio del profeta; sin duda el salmista, con la misma autoridad que tuvo el que escribió la historia, recuerda algún hecho que allí no se lee, o pasa por alto algún otro que allí sí se lee.
28. [v.37]. También añade en las alabanzas a Dios, el haber sacado a los israelitas enriquecidos de oro y plata, pues no era su situación tal como para despreciar la justa recompensa, aunque temporal, de sus trabajos. El haber engañado a los egipcios, pidiéndoles un préstamo de oro y plata, no ha de pensarse que Dios lo ordenó y aprobó, al ejecutarse tal clase de engaños, a los que tienen puesto el corazón en lo alto, pues ha de entenderse que, por aquellas palabras de Dios, se les permitió, más bien que se les ordenó, hacer estas cosas, por quien veía su corazón y conocía su codicia. Sin embargo, no se hizo esto sin beneficio del ánimo carnal, ya que se lo hicieron a los que padecieron con todo derecho estas cosas, y, aunque lo ejecutasen con engaño, les arrebataron lo que se les debía haber dado por los hombres inicuos. Y como Dios se valió divinamente de la maldad de los egipcios, asimismo se valió de la debilidad de su pueblo para pronosticar lo que debía hacerse. Y los sacó en plata y oro. He aquí una expresión típica de la Escritura: al decir en plata y oro, equivale a decir con plata y con oro. Y no había ningún enfermo en sus tribus. Enfermos de cuerpo, no de alma. Fue un gran beneficio de Dios que en aquella necesaria y difícil emigración, no hubiera ningún enfermo.
29. [v.38]. Y Egipto se alegró de su salida, porque les sobrevino el temor de ellos. El temor a los hebreos cayó sobre los egipcios. Pues al decir aquí el temor de ellos, no se trata del temor con que temían los hebreos, sino el temor con que eran temidos. Pero alguno podrá decir: ¿Por qué, entonces, no les dejaban salir los egipcios? ¿Cómo les permitieron salir como a gente que había de volver? ¿Cómo es que les prestaron oro y plata a título de devolución, a peticionarios como a quienes habían de volver, siendo así que Egipto se alegró de su salida? Hay que pensar que, después de aquella última mortandad de los egipcios, y de tanta ruina en el mar Rojo, causada en el ejército perseguidor, temió el resto de los egipcios que volviesen los hebreos, y destruyeran con gran facilidad el pueblo que aún quedaba. Entonces se cumplió lo que dijo anteriormente: Y acrecentó en gran manera a su pueblo, añadiendo a continuación: Y lo hizo más fuerte que sus enemigos. Para explicar tal afirmación, expresada en un solo versículo, es decir, cómo tuvo lugar esto, añadió lo demás que ha narrado en este elogio de exterminio, hasta el versículo en el que dice: Egipto se alegró de su salida, porque les sobrevino el temor de ellos, dando a entender así lo que había dicho: que hizo a su pueblo más fuerte que sus enemigos.
30. [v 39]. A continuación va narrando los favores divinos que hizo a los hebreos en su camino por el desierto. Tendió una nube que los protegiera, y un fuego que los iluminase durante la noche. Estos hechos son tan claros como conocidos.
31. [v.40]. Pidieron, y vinieron codornices. No es codornices lo que desearon, sino carne. Pero, dado que en este salmo no se habla de la provocación de la cólera por aquellos en quienes no está el beneplácito de Dios, sino de la fe de los elegidos, que es el verdadero linaje de Abrahán, hemos de entenderlos como quienes pidieron la carne con el fin de reprimir la murmuración de los provocadores de la ira divina. En la parte del versículo que sigue: Y los sació con pan del cielo, no es nombrado el maná, pero no le queda oculto a nadie que lea esta frase.
32. [v.41]. Hendió la peña y brotó agua; y corrieron ríos por el desierto. También esto se entiende, apenas con leerlo.
33. [vv.42-44]. En todos estos favores, manifiesta Dios su recompensa, merecida por la fe de Abrahán. Y por eso el texto continúa: Porque se acordó de su santa palabra, que había dado a Abrahán, su siervo. Y sacó a su pueblo con regocijo, y a sus elegidos con alegría. Las palabras a su pueblo las repite al decir a sus elegidos, y la expresión con regocijo, se repite al decir con alegría. Y les dio las tierras de los gentiles, y poseyeron las labores de los pueblos. Y también aquí las tierras de los gentiles, es lo mismo que las labores de los pueblos; así como les dio, es lo mismo que poseyeron.
34. [v.45]. Y para que no creyéramos que estos bienes temporales eran el sumo bien, ya que al pueblo de Dios se le concedió en ellos la felicidad, como si preguntáramos con qué finalidad se les concedió a ellos estos favores, inmediatamente encamina tal felicidad adonde conviene que se busque el sumo bien, y así dice: Para que cumpliesen sus preceptos, e investigasen su ley. En lo cual ha de entenderse que los siervos de Dios, y los hijos elegidos de la promesa, verdadero y legítimo linaje de Abrahán, imitando su fe, recibieron de Dios estos bienes terrenos no para entregarse al lujo ni para apoltronarse en una perversa negligencia, sino para que, preparados de antemano por la divina Providencia, los poseyeran ya, puesto que para buscarlos debían meterse en penosísimos trabajos, y así, al tenerlos ya, se dedicasen a conseguir el bien eterno, es decir: para que guardaran sus preceptos e investigasen su ley. Hay que decir, además, que en este texto, donde aquí dice "linaje de Abrahán", quiso que se entendiera los que fueron verdaderamente la estirpe de Abrahán, que nunca faltaron realmente en medio de aquel pueblo, lo que claramente manifiesta el Apóstol cuando dice: Pero no en todos ellos encontró Dios su complacencia52; por tanto, si no fue en todos, está claro que sí hubo algunos en quienes sí la encontró; y como este salmo ensalza a éstos, no habla aquí de las iniquidades e irritaciones, ni de las provocaciones de aquéllos en quienes Dios no se complació. Pero como no sólo se manifiesta la justicia, sino también la misericordia del Dios omnipotente y clemente con los inicuos, de ellos habla el salmo siguiente cuando canta alabanzas de Dios. En realidad, unos y otros existieron en un solo pueblo, pero éstos no contagiaron sus iniquidades a los verdaderos hijos de Abrahán. Porque el Señor conoce a los que son suyos; y si en este mundo no puede separarse el justo del injusto, apártese de su malicia todo el que invoca el nombre del Señor53.
35. Así pues, como para subrayar el espíritu de este salmo, que de alguna forma se halla oculto en su cuerpo, es decir, para poner de relieve el conocimiento íntimo de este salmo, encerrado en las palabras externas, me parece que se exhorta al linaje de Abrahán, que son todos los hijos de la promesa pertenecientes a la eterna heredad de testamento eterno, a que se elijan como heredad propia para sí a Dios, y le den culto gratuitamente, es decir, por él mismo, no por alguna recompensa externa a él; y esto lo hagan alabándolo, invocándolo, anunciándolo, obrando el bien mediante la fe, no para su propia gloria, sino para gloria de Dios, gozándose en la esperanza y ardiendo por la caridad54. Todo esto resuena ya en los primeros versículos de este salmo: Celebrad al Señor e invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos. Cantadle al son de instrumentos y dad a conocer todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre; que se alegre el corazón de los que buscan al Señor. Buscad al Señor y confortaos; buscad siempre su rostro.
36. A continuación, para sustentar los corazones de los pequeños, para afianzarlos en la fe, se proponen ejemplos de los Patriarcas, tanto de su fe como de las promesas de Dios, para que imitándolos y esperando, seamos su linaje; no únicamente el pueblo hebreo, sino cuantos reciben en toda la tierra esa gracia. Todo esto está en los siguientes versículos: recordad las maravillas que hizo, sus portentos y los juicios de su boca. Linaje de Abrahán, sus siervos, hijos de Jacob, sus elegidos. Él mismo es el Señor nuestro Dios; por toda la tierra están sus juicios. Se acordó en el siglo de su testamento, y de la palabra que dio por mil generaciones. Del pacto que estableció con Abrahán, y del juramento que hizo con Isaac. Y todo esto se lo estableció a Jacob como precepto, y a Israel como alianza eterna, diciendo: "A ti te daré la tierra de Canaán, como porción de vuestra heredad. Según mis posibilidades os he expuesto cómo deben entenderse todas estas cosas.
37. Y aquí, a un alma de fe débil se le podría ocurrir el preguntar: "Si Dios debe ser adorado desinteresadamente, y él, la heredad de eterno testamento, ha de ser buscado por sí mismo, entonces, en el acrecentamiento de su misericordia, ¿no se preocupó de la vida mortal de quines lo buscan y de sus necesidades temporales?" Escuchad con atención lo que él ha dado a nuestros padres, y fijaos en qué modelos de fe los ha constituido, y cómo sus descendientes según la carne imitaron también su fe. Cuando eran escasos en número, muy pocos y peregrinos en ella, es decir, en la tierra de Canaán. Y pasaron de una nación a otra, y de un reino a otro pueblo distinto. No permitió que nadie les dañase, y castigó por su causa a los reyes: "No toquéis a mis ungidos, y no hagáis ningún mal a mis profetas"
38. Si todavía preguntáis cómo pasaron de una nación a otra, y de un reino a otro pueblo, escuchadlo: Y llamó al hambre sobre la tierra, cortando todo el sustento de pan. Envió a un hombre delante de ellos; José fue vendido como esclavo. Humillaron sus pies en el cepo; el hierro traspasó su alma, hasta que se cumplió su palabra. La palabra del Señor lo abrasó. Mandó el rey y lo soltó; el soberano de los pueblos, y lo libró. Lo constituyó señor de su casa, y príncipe de todas sus posesiones. Para que instruyese a sus magnates como a sí mismo, y enseñara la prudencia a sus ancianos. Y entró Israel en Egipto, y Jacob fue huésped en la tierra de Cam. Fue así como pasaron de una nación a otra, y de un reino a otro pueblo distinto.
39. Y aumentó su pueblo en gran manera, y lo hizo más fuerte que sus enemigos. Si queréis saber cómo lo hizo más fuerte que sus enemigos, escuchadlo: Y les cambió su corazón para que odiasen a su pueblo, y perjudicasen con engaños a sus siervos. Envió a Moisés, su siervo, y a Aarón, a quien eligió personalmente. Puso en ellos las palabras de sus signos y portentos en la tierra de Cam. Envió las tinieblas y se oscureció, y se irritaron por sus palabras. Convirtió sus aguas en sangre, e hizo morir a sus peces. Inundó de ranas su tierra, hasta en la alcoba de los mismos reyes. Habló, y vino un ejército de mosquitos y saltamontes por toda su tierra. En lugar de lluvia, les dio granizo, y fuego abrasador en su tierra; taló sus viñas y sus higueras, y tronchó todos los árboles de su territorio. Habló, y aparecieron langostas y orugas innumerables que devoraron toda la hierba de su tierra y todo el fruto de su campo. Y dio muerte a todos los primogénitos de su tierra, las primicias de su trabajo. Y los sacó en oro y en plata, y no había ningún enfermo en sus tribus. Se alegró Egipto de su salida, porque les había sobrecogido el temor de ellos. He aquí cómo hizo Dios a su pueblo más fuerte que a sus enemigos.
40. Y después que la divina justicia castigó con estos males a sus enemigos, escuchad los bienes temporales que, por su misericordia dispensó a su pueblo: Extendió una nube para protegerlos, y fuego para iluminarlos durante la noche. Lo pidieron, y vinieron codornices; y los sació con pan del cielo. Hendió la peña, y brotó agua, y corrieron ríos por el desierto. Y se acordó de la santa palabra que había dado a su siervo Abrahán. Y sacó a su pueblo con alegría, y a sus elegidos con regocijo. Y les dio las tierras de las naciones, y poseyeron las labores de los pueblos. No para que lo adorasen por esto, sino para que lo ordenasen al bien eterno, y lo convirtiesen en él, es decir, para que guardasen sus preceptos y buscasen su ley. Cualquiera otra clase de bienes que otorga Dios, ha de encaminarse a su culto desinteresado, pues su culto no ha de tener por miras otra clase de bienes otorgados por Dios, y entonces será gratuito y desinteresado. El enemigo, instigando a este combate, se atrevió a decir a Dios: ¿Por ventura Job te adora gratuitamente?55 O sea, que si por haber sido vendido José como esclavo, humillado y exaltado, consiguió para el pueblo de Dios los bienes temporales, de manera que lo hizo más fuerte que sus enemigos, ¿cuánto más Jesús, vendido y humillado por sus hermanos según la carne y exaltado a los cielos, consiguió para su pueblo, que triunfó del diablo y sus ángeles, los bienes eternos? Ya veis cómo el linaje de Abrahán no se gloría de la carne, sino cómo imita la fe. Escuchad, siervos de Dios y elegidos de Dios, que tenéis la promesa de la vida presente y de la futura56. Si las tentaciones en este mundo son violentas, tened presente a José en la cárcel, y a Cristo en la cruz. Si os acompaña la prosperidad de las cosas temporales, no sirváis a Dios por ella; usad de ella para que os lleve a Dios. No penséis que Dios debe ser adorado por sus fieles en función de las cosas necesarias de esta vida, que también las concede a quienes lo blasfeman, sino buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se os darán como añadidura57.