SALMO 126

Traductor: Balbino Martín Pérez, OSA

[Todo éxito depende de la divina protección]

SERMÓN AL PUEBLO

1 [v.1]. Entre todos los cánticos que llevan por título Cántico de grado, este salmo introduce algo más en su título, pues añade de Salomón. Así se intitula: Cántico de grado de Salomón. Por lo mismo, este título, inusitado en otros salmos, nos previene para que indaguemos por qué se añadió de Salomón. No es necesario repetir continuamente qué quiere decir Cántico de grado. Muchas cosas se han dicho acerca de ello, puesto que canta con afecto de piedad y caridad la voz del que sube a la Jerusalén celeste, por la que suspiramos siendo peregrinos y en la que nos regocijaremos después del regreso de la peregrinación. Todo el que aprovecha sube a ella y todo el que desfallece cae de ella. No intentes subir con pies, ni pienses que bajas andando. Subes amando a Dios, caes amando al mundo. Estos cánticos pertenecen a los amantes, a los abrasados con cierto anhelo santo. Arden los que cantan de corazón estas cosas; los que manifiestan un abrasado corazón en las costumbres, en la buena conversación, en las obras ajustadas a los preceptos de Dios, en el desprecio de las cosas temporales y en el amor de las eternas. Pero diré a vuestra caridad, en cuanto Dios me dé a entender, por qué se añadió de Salomón.

2. Salomón, hijo de David, fue grande en su tiempo; por él consignó el Espíritu Santo en los libros divinos muchos santos preceptos, saludables avisos y divinos misterios. Este amó a las mujeres, y fue reprobado por Dios; y hasta tal punto le encadenó la concupiscencia, que se vio forzado a sacrificar a los ídolos por ellas, como de él lo atestigua la Escritura1. Pero, si por haber caído él no tuviesen valor las cosas que por él se dijeron, se juzgaría que las dijo él y no que fueron dichas por medio de él. No obstante, la misericordia de Dios y su Espíritu obró admirablemente para que todo lo bueno que se dijo por Salomón se atribuyese a Dios, y el pecado del hombre, al hombre. No es de extrañar que cayese en el pueblo de Dios Salomón. ¿No cayó Adán en el Paraíso? ¿No cayó el ángel del cielo y se hizo demonio? De aquí aprendamos que no debemos poner la esperanza en hombre alguno. Salomón edificó el templo al Señor2, simbolizando figuradamente la Iglesia y el cuerpo del Señor; por eso dijo el Señor en el Evangelio: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré3. Luego como él había edificado el templo, así edificó el verdadero Salomón, el verdadero Pacífico, nuestro Señor Jesucristo, el templo. Salomón significa pacífico. Este es aquel verdadero Pacífico del cual dice el Apóstol: Es nuestra paz Aquel que hizo de ambas cosas una. El verdadero Pacífico es Aquel que unió en sí las dos paredes que concurrían de lados opuestos, para las cuales se hizo piedra angular. Al venir hacia él el pueblo creyente de la circuncisión y el pueblo creyente del prepucio de los gentiles, hecho para ellos piedra angular4, constituyó una Iglesia de ambos pueblos, y por esto es el verdadero Pacífico. Él es el verdadero Salomón, pues el Salomón hijo de David, tenido de la mujer Betsabé, rey de Israel, prefiguraba al Pacífico cuando edificó el templo. Por tanto, para que no pienses que Salomón, el hijo de Betsabé5, edificó la casa de Dios, la Escritura, dándote a conocer otro Salomón, comienza a decir en el salmo: Si el Señor no edificare la casa, en vano trabajarán los que la construyen. Luego el Señor edifica la casa, nuestro Señor edifica su casa. Muchos trabajan en la edificación; pero, si El no edifica, en vano trabajarán los que la construyen. ¿Quiénes son los que trabajan en la construcción? Todos los que en la Iglesia predican la palabra de Dios, los ministros de los sacramentos de Dios. Todos corremos, todos trabajamos, todos edificamos ahora; y también antes que nosotros corrieron, trabajaron, edificaron otros; pero, si el Señor no edificare la casa, en vano trabajarán los constructores. Por eso, viendo los apóstoles caer a algunos, dicen, y especialmente San Pablo: Observáis días, años, meses y estaciones. Temo por vosotros, no sea que en vano haya trabajado por vosotros6. Como conocía que él había sido edificado interiormente por el Señor, lloraba por éstos, no sucediese que hubiera trabajado en ellos en vano. Luego nosotros edificamos externamente, Él internamente. Nosotros advertimos cómo oís; lo que pensáis, únicamente lo advierte el que ve vuestros pensamientos. Él edifica, amonesta, atemoriza, da el entender, somete nuestro asenso a la fe. Sin embargo, nosotros también trabajamos como obreros; pero, si el Señor no edificare la casa, en vano trabajarán los constructores.

3. La casa de Dios es la misma ciudad. La casa de Dios es el pueblo de Dios, puesto que la casa de Dios es el templo de Dios. ¿Qué dice el Apóstol? El templo de Dios, que sois vosotros, es santo7. Todos los santos fieles, que son la casa de Dios, no sólo los que ahora existen, sino también los que anteriormente existieron y ya murieron y los que después de nosotros han de existir, los cuales todavía han de nacer para hallarse en medio de las cosas humanas hasta el fin del mundo, congregados en uno, son innumerables fieles, pero contados por Dios, pues de ellos dice el Apóstol: El Señor conoció a los que son suyos8. Estos granos que ahora gimen entre las pajas y que han de formar un solo montón cuando al fin sea bieldada la parva9; todo este montón de santos fieles formado con los hombres que han de ser transmutados para hacerse iguales a los ángeles de Dios, unidos a los mismos ángeles, los cuales ahora no peregrinan, sino que esperan a que nosotros volvamos de la peregrinación, forman todos juntos una sola casa de Dios y una ciudad. Esta es la Jerusalén, la cual tiene guardias, pues como tiene constructores que trabajan para edificarla, tiene también guardianes. Pues a la guardia pertenece lo que dice el Apóstol: Temo no sea que, como la serpiente engañó a Eva, así se depraven vuestras mentes, perdiendo la simplicidad para con Cristo10. El Apóstol custodiaba, era guardián; vigilaba cuanto podía sobre los que se hallaba al frente. Esto hacen también los obispos, pues están colocados en lugar más alto para que supervigilen y como guarden al pueblo, puesto que lo que se dice en griego episkopous, obispo, se traduce al latín por superintentor, inspector o superintendente, porque inspecciona, porque contempla desde arriba. Como el viticultor ocupa un puesto elevado para guardar la viña, el obispo se halla en puesto elevado para custodiar la grey. Desde esta atalaya ha de dar arriesgada y minuciosa cuenta si no permanecemos aquí con el corazón de tal modo humillados a vuestros pies y orando por vosotros para que quien conoce vuestros pensamientos los guarde. Pues yo puedo ver a los que entran y salen del templo, pero hasta tal punto no puedo ver lo que pensáis en el corazón, que ni aun puedo ver lo que hacéis en vuestras casas. Luego ¿cómo custodiamos? Como hombres, cuanto podemos, cuanto nos es concedido. Y, puesto que custodiamos como hombres y no podemos hacerlo perfectamente, ¿permaneceréis sin guarda? No por cierto, pues allí está Aquel de quien se dice: Si el Señor no guardare la ciudad, en vano trabajó el que la guarda. Trabajamos custodiando, pero nuestro trabajo será inútil si no guarda el que ve nuestros pensamientos. El custodia cuando vigiláis, El guarda cuando dormís, pues El durmió una vez en la cruz, y ya no duerme. Sed Israel, porque no duerme ni dormita el que guarda a Israel11. Ea, hermanos: si queremos ser guardados bajo la sombra o protección de las alas de Dios, seamos Israel. Yo os custodio por el oficio del gobierno, pero quiero ser custodiado con vosotros. Yo soy pastor para vosotros, pero soy oveja con vosotros bajo aquel Pastor. Desde este lugar soy como doctor para vosotros, pero soy condiscípulo vuestro en esta escuela bajo aquel único Maestro.

4 [v.2]. Si queremos ser custodiados por Aquel que se humilló por nosotros y que se ensalzó para guardarnos, seamos humildes. Nadie se arrogue nada. Nadie tiene algo bueno si no lo hubiere recibido de Aquel que únicamente es bueno. El que quiere arrogarse la sabiduría es necio. Sea humilde para que venga sobre él la sabiduría y le ilumine. Si antes de venir sobre él la sabiduría se cree sabio, se levanta antes de amanecer y anda en tinieblas. ¿Qué oye en este salmo? Es inútil que os levantéis antes de la luz. Si os levantáis antes de que aparezca la luz, necesariamente permaneceréis en la vanidad, porque estaréis en tinieblas. Se elevó nuestra luz, Cristo. Te conviene levantarte después de Cristo, no antes de Cristo. ¿Quiénes se levantan antes de Cristo? Los que pretenden sobreponerse a Cristo. ¿Y quiénes son éstos? Los que quieren ensalzarse aquí en donde Cristo se humilló. Luego se humillen aquí si quieren ensalzarse allí en donde Cristo se ensalzó. Pues de aquellos que se adhirieron a Él por la fe, entre los cuales estamos nosotros si también nosotros creemos en El con recto corazón, dice: Padre, quiero que los que me diste estén conmigo en donde yo estoy12. ¡Gran don, inmensa gracia, excelsa promesa, hermanos míos! ¿Quién no quiere estar con Cristo en donde Él está? Cristo ya está en lo excelso. ¿Quieres estar allí en donde Él está? Sé humilde en donde Él lo fue. Por eso, la misma luz les dice: No es el discípulo más que el Maestro, ni el siervo más que el Señor13. Los discípulos que anhelaban ser más que el Maestro y los siervos que querían ser más que su Señor querían elevarse antes que la luz; en vano caminaban, puesto que no caminaban después de la luz. A éstos les dice este salmo; Es inútil que os levantéis antes de la luz. Tales eran los hijos del Zebedeo, los cuales, antes de ser humillados conforme a la pasión del Señor, se escogían puestos en donde sentarse: uno a la derecha y el otro a la izquierda. Querían levantarse antes de la luz; por eso caminaban en vano. El Señor, al oír esto, los encaminó a la humildad, diciéndoles: " ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?14 Yo vine a humillarme, ¿y vosotros queréis ser ensalzados antes que yo? Por donde yo voy, seguidme; porque, si queréis ir por distinto camino del que yo voy, os es inútil levantaros antes de la luz." También Pedro se levantó antes de la luz cuando pretendió dar el consejo al Señor de que no padeciese por nosotros. Habló el Señor de su pasión, de su humillación, por la que habíamos de ser salvados, pues padeció humilde. Habiendo anunciado, pues, su futura pasión, Pedro, el que poco antes le había confesado por Hijo de Dios, se llenó de temor; temió que muriese, y le dice: Lejos de ti tal cosa, Señor; Dios te será propicio, no acontecerá esto. Pretendía levantarse antes de la luz y dar un consejo a la luz. Pero ¿qué hizo el Señor? Hizo que se levantase después de la luz: " Ponte detrás de mí, satanás15 —le dice—. Eres satanás, porque quieres levantarte antes de la luz. Ponte detrás de mí para que yo te anteceda y tú me sigas. Por donde yo voy has de ir tú, pero no has de querer llevarme a mí por donde tú quieres ir."

5. El salmo dice a los que querían levantarse antes de la luz: Es inútil que os levantéis antes de la luz. ¿Cuándo nos levantaremos? Después de habernos humillado. Levantaos después de haberos sentado. La resurrección significa exaltación; la sesión, humildad. En unos lugares se entiende por sesión el honor de juzgar, y en otros la humildad. ¿Cómo es la sesión el honor de juzgar? Os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel16. ¿Cómo significa la humildad? A la hora de sexta, fatigado el Señor, se sentó junto al pozo17. La fatiga del Señor simbolizó su flaqueza; la debilidad del poder, la flaqueza de la sabiduría; pero esta flaqueza es la humildad. Luego si se sentó por debilidad, la sesión simboliza la humildad. Pero su sesión, es decir, su humildad, nos salvó, porque lo flaco de Dios es más fuerte que los hombres18. Por eso dice en un salmo: Señor, tú conociste mi sesión y mi resurrección19, es decir, mi humildad y mi exaltación. ¿Por qué queréis, hijos del Zebedeo, ensalzaros antes de la luz? Hablamos así y preferentemente nombramos a éstos porque no se enojarán contra nosotros, puesto que se escribió esto de ellos para que otros evitasen la soberbia, en la cual ellos cayeron. ¿Por qué queréis levantaros antes de la luz? Os es inútil. ¿Queréis levantaros antes de humillaros? El mismo Señor vuestro, que es vuestra luz, se humilló para ser exaltado. Oíd a San Pablo, que dice: El que subsistió en forma de Dios, no juzgó rapiña ser igual a Dios. ¿Por qué no fue rapiña para El? Porque lo era por naturaleza, porque nació así siendo igual a Aquel por quien fue engendrado. Pero ¿qué hizo? Se anonadó a sí mismo por nosotros, tomando la forma de siervo, hecho a semejanza de hombre y hallado en hábito de hombre. Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Esta es su sesión. Pero oye la resurrección: Por lo cual Dios le exaltó y le dio el nombre que es sobre todo nombre20. Vosotros corréis ya hacia este nombre; levantaos. Pero después de haberos sentado, ¿quieres levantarte? Siéntate primero; y así, levantándote de la humildad, llegarás al reino. Porque, si te precipitas tomando el reino, caerás del reino antes de levantarte. ¿Podéis beber —dijo el Señor— el cáliz que yo he de beber? Ellos contestaron: Podemos. Él les replica: Beberéis mi cáliz; pero el sentarse a mi derecha y a mi izquierda, no me pertenece dároslo; para otros se preparó por mi Padre21. ¿Qué significa no me pertenece dároslo? No está en mí darlo a los soberbios; y esto eran aún. Pero, si queréis recibirlo, no seáis lo que sois. Para otros se preparó; sed vosotros otros, y entonces os estará preparado. ¿Qué significa "sed otros"? Los que queréis ya ser exaltados, humillaos primero. Ellos comprendieron que les había de ser de provecho la humildad, y se corrigieran. Luego también nosotros oigamos esto, ya que el salmo dice: Levantaos después de haberos sentado.

6. Para que nadie piense que se sienta para ser honrado, declara que por la sesión quiso recomendar la humildad; para que nadie creyese que se le mandó sentar o para juzgar, o para comer, o para regocijarse, y de aquí procurase ensoberbecerse más, añade, declarando y recalcando la clase de humildad: Los que coméis pan de dolor. Se alimentan del pan del dolor los que gimen en esta peregrinación, pues están en el valle de lágrimas. Pero Dios ordena las subidas en el corazón. ¿En dónde las ordena? En su corazón —dice— ordenó las subidas. ¿Quién? Dios. Si ordenó las subidas en el corazón, por esto cantan el cántico de grado. Nos humillemos en el siglo y subamos. ¿Cómo? Con el corazón, pues la subida del corazón surge del valle de lágrimas: En el valle de lágrimas22, dice el salmo. Como se erigieron los montes, así se asentaron los valles. Se denominan "valles" las depresiones de la tierra; collados, las porciones de tierra algo más altas, pero menos que las de los montes, pues se llaman montes los lugares más encumbrados de la tierra. Cosa pequeña es la que se ordena, pues no se dice: "Levantaos desde el collado", ni "desde el campo o planicie", sino desde el valle, para que de este modo sea algo más humilde y bajo que el campo o planicie. Luego si en el valle de lágrimas comes el pan de dolor y dices: Mis lágrimas fueron mi pan día y noche mientras que se me dice cada día: "¿En dónde está tu Dios?"23, te levantas bien, porque te habías sentado.

7. Y como si preguntases cuándo nos levantaremos, puesto que ahora se nos manda sentar, se te responde: "Nuestra resurrección tendrá lugar cuando la del Señor." Atiende al que te precedió, ya que, si no atiendes a Él, es inútil que te levantes antes de la luz. ¿Cuándo fue ensalzado Él? Después de muerto. Luego espera tu exaltación después de la muerte; espérala en la resurrección de los muertos, porque Él resucitó y subió al cielo. Pero ¿en dónde durmió? En la cruz. Cuando durmió en la cruz simbolizaba, ¿qué digo?, cumplía lo que se ejecutó en Adán; pues, estando éste dormido, le fue arrancada una costilla, y de ella fue hecha Eva24; así también, al ser herido el costado del Señor con la lanza25 mientras dormía en la cruz, brotaron los sacramentos y nació la Iglesia. La Iglesia, esposa del Señor, fue hecha del costado, como Eva. Como ésta fue hecha del costado del que dormía, así lo fue aquélla del costado del muerto. Luego si Él no resucitó sino después de haber muerto, espera tú la exaltación después de esta vida. Enseñándote este salmo a ti, que parece le preguntas: "¿Cuándo me levantaré? ¿Quizás antes de sentarme?", te dice: Cuando diere el sueño a sus amados. Dios dará esto después de dormir sus amados. Entonces se levantarán sus amados, es decir, los de Cristo. Todos se levantarán, pero no como sus predilectos. La resurrección de los muertos se verificará en todos. Pero ¿qué dice el Apóstol? Todos resucitaremos, pero no todos nos cambiaremos26. Unos resucitarán para recibir el castigo; nosotros resucitaremos, como resucitó nuestro Señor, para seguir a nuestra Cabeza si somos sus miembros. Si somos sus miembros, entonces somos sus predilectos, entonces nos pertenece la resurrección que precedió en el Señor para que se levantase la luz antes que nosotros, y nosotros después de la luz; porque nos es inútil levantamos antes de la luz, es decir, recabar la altura antes de morir, siendo así que Cristo, nuestra luz, no fue ensalzado en la carne, sino después de su muerte. Luego hechos miembros de Cristo y, en sus miembros, sus predilectos, después de morir nos levantaremos en la resurrección de los muertos. Uno resucitó y ya no morirá. Lázaro resucitó27, pero murió; resucitó la hija del arquisinagogo28, y murió; resucitó el hijo de la viuda29, y murió. Resucitó Cristo, y ya no morirá. Oye al Apóstol: Cristo, resucitado de entre los muertos, no morirá y la muerte ya no se enseñoreará más de Él30. Espera tú tal resurrección y sé cristiano por esto, no por la felicidad de este mundo. Si quieres ser cristiano por la felicidad de esta vida, cuando tu luz no encuentre aquí la mundana felicidad, entonces intentarás levantarte antes de la luz, pero es necesario que permanezcas en tinieblas. Cambia de parecer, sigue a tu luz; levántate con la que resucitó; siéntate primero, y así levántate cuando diere el sueño a sus predilectos.

8 [v.3]. Como si preguntase de nuevo: "¿A qué amados?" He aquí —prosigue el salmo— la heredad del Señor: los hijos, galardón del fruto del vientre. Al decir fruto del vientre, estos hijos han sido dados a la luz. Existe cierta mujer en la que espiritualmente se cumple lo que se dijo a Eva: Parirás en gemidos, pues la Iglesia, esposa de Cristo, pare hijos. Si está de parto, pare. Prefigurándola, se llamó a Eva madre de los vivientes31. Entre los gemidos de la parturienta se hallaba Aquel que decía: Hijitos míos, a quienes de nuevo doy el ser hasta que Cristo sea formado en vosotros32. No en vano dio el ser ni en vano parió; pues habrá linaje santo en la resurrección de los muertos, abundarán los justos, que ahora se hallan desparramados por todo el orbe terráqueo. Ahora gime por ellos la Iglesia, ahora les da el ser; pero en la resurrección de los muertos, habiendo pasado el dolor y el gemido, aparecerá el parto de ella. ¿Y qué se dirá?

He aquí la heredad del Señor: los hijos, galardón del fruto del vientre. Se dice del fruto, no el fruto; galardón del fruto del vientre. ¿Cuál es este galardón? La resurrección de entre los muertos. ¿Cuál es este galardón? Levántate después de haberte sentado. ¿Cuál es este galardón? Alégrate después de haber comido el pan del dolor. ¿De qué vientre? Del de la Iglesia. En el vientre de ella, cuya figura representaba Rebeca, luchaban los dos mellizos, simbolizando dos pueblos33. Una sola madre contenía en sus entrañas a los disidentes hermanos, aún no nacidos. Ellos herían las entrañas maternas con las discordias internas. Ella gemía, era maltratada, pero al parir distinguió a los gemelos que soportaba estando encinta. Así también ahora, hermanos, mientras gime la Iglesia, mientras está de parto la Iglesia, dentro de ella hay buenos y malos. En Jacob se cifró el fruto del vientre, porque la madre le amó. Amé a Jacob —dice Dios— y aborrecí a Esaú34. Ambos procedieron de un mismo seno; el uno mereció ser amado, el otro reprobado. Luego en los amados se hallará el fruto de Él, pues son galardón del fruto del vientre.

9 [v.4]. Como saetas en manos de un valiente o guerrero, así son los hijos de los sacudidos. ¿Cómo se formó esta heredad, hermanos míos? ¿Cómo se constituyó tan inmensa heredad, de la cual ha de decirse al fin: He aquí la heredad del Señor: los hijos, galardón del fruto del vientre? Algunos fueron lanzados, como saetas, de la mano del Señor, y fueron muy lejos, llenaron toda la tierra, en la cual pululan los santos. Pues ésta es la heredad de la que se dice: Pídeme, y te daré las naciones en herencia tuya, y en posesión tuya los confines de la tierra35. Pero ¿cómo crece y se extiende esta posesión hasta los confines de la tierra? Porque como saetas en manos de un valiente, así son los hijos de los sacudidos. Las saetas se lanzaron con el arco, e irán tanto más lejos cuanto con mayor fuerza hubieren sido arrojadas. ¿Quién las arrojará con más fuerza que el Señor? Con su arco lanza a sus apóstoles. No puede haber absolutamente nada a donde no llegue la saeta lanzada por tan poderoso brazo; llegó hasta los confines de la tierra. Y no llegó más allá porque nada hay más allá del género humano. Sin embargo, este brazo tiene tales fuerzas, que, si hubiere algo más allá a donde pudiera llegar la saeta, allá la lanzaría. También los hijos de los sacudidos fueron lanzados como los sacudidos. Quienes trataron estas cosas antes que yo, investigaron por qué fueron llamados hijos de los sacudidos y quiénes son ellos. A algunos les pareció, como ahora dije, que los hijos de los sacudidos son los hijos de los apóstoles.

10. Atienda un poquito vuestra caridad. Se investigó por qué fueron sacudidos los apóstoles. Y por algunos se dijo que fueron llamados sacudidos porque el Señor les mandó que, si tuviesen que salir de alguna ciudad en la que no les oyesen, sacudiesen el polvo de sus pies36. Hay uno que dice que no debieron llamarse hijos de los sacudidos, sino hijos de los sacudidores, puesto que el Señor hizo a los que dijo: Sacudid el polvo de vuestros pies, sacudidores, no sacudidos. Sutilmente quiso contradecir la sentencia anterior aquel por quien se trataban y exponían estas cosas. Sin embargo, yo, en cuanto me ayudó el Señor, buscando cómo pudieron rectamente ser llamados sacudidos aquellos a quienes dijo el Señor: Sacudid el polvo de vuestros pies, encontré que muy bien pudieron ser llamados sacudidos. Pues, aun cuando ellos sacudiesen, con todo, se sacudían a sí mismos. Por tanto, digo que quien sacude, o se sacude a sí mismo o a alguna otra cosa; si sacude a alguna otra cosa, es sacudidor, no sacudido; pero, si se sacude a sí mismo, es sacudidor y sacudido. Atended, lo diré más claro si puedo. Si sacude otra cosa, es sacudidor, no sacudido; si por otro es sacudido, no es sacudidor, sino sacudido; si se sacude a sí mismo, es sacudidor, porque se sacude, y es sacudido, porque se sacude a sí mismo. Luego se pregunta: ¿A quiénes sacudieron los apóstoles? A sí mismos, pues sacudieron el polvo de sus pies. Pero dirá alguno: "No se sacudieron a sí mismos, sino que sacudieron el polvo." Esto se dice falsamente, pues de dos modos decimos que algo se sacude: o lo que se sacude o aquello de donde se sacude. Así decimos que "se sacudió el polvo", y también que "se sacudió el vestido". Figúrate a algunos que sacuden el vestido y que de él sale el polvo de que se había impregnado. ¿Qué dices del polvo? Se sacudió el polvo. ¿Qué dices del vestido? Se sacudió el vestido. Si lo que salió sacudiendo y aquello de donde salió lo que se había adherido se denomina sacudido, el polvo fue sacudido, y también los apóstoles. Luego ¿por qué no han de llamarse hijos de los sacudidos los hijos de los apóstoles?

11. Pero existe otra opinión que no debo pasar por alto. Quizás se consignó esto oscuramente para que diese origen a muchos sentidos, y así, al descubrirse de muchos modos lo que se hallaba oculto, se enriqueciesen de esta manera más los hombres que si se patentizase de un solo modo. También decimos que se sacude algo para que salga de allí lo que está escondido. De un modo decimos que se sacude el vestido, para que salga el polvo de él, y de otro que se sacude el saco, para que salga fuera lo que se ocultaba dentro de él. Por tanto, entiendo cuanto puedo, hermanos, que se llamó quizás a los mismos apóstoles hijos de los sacudidos; es decir, hijos de los profetas, puesto que los profetas contenían sacramentos herméticos y encubiertos, pero fueron sacudidos para que apareciesen en claro. Cree, pues, que el profeta dijo, como ciertamente lo dijo, que el buey conoció a su dueño, y el asno el pesebre de su señor, pero Israel no me conoció37. Ahora por el momento se me ocurrió esto que pudiera decir del profeta; si otra cosa se me hubiera ocurrido, lo hubiera dicho. Pues bien, si al oír esto el hombre piensa en el asno, en el buey, en los animales y en los jumentos que ve, dado que perciba externamente lo que interiormente se halla encerrado como en un envoltorio, con todo, ignorará qué cosa hay allí. El asno y el buey tienen su simbolismo. ¿Qué cosa, pues, se dice al hombre que quiere ya percibir? "Espera; lo que tocas está encubierto; sacude el envoltorio." El profeta lo encubrió con no sé qué disfraces de nombres. ¿A qué asno y buey se refiere? El asno simbolizando al pueblo de Dios es el jumento de Dios, que lleva de caballero al Señor para que no yerre el camino, y el buey es aquel del cual dice el Apóstol: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Por ventura se cuida Dios de los bueyes?; y añadió: Esto lo dice la Escritura por nosotros38. Todo el que predica la palabra de Dios, amonesta, reprende, atemoriza, trilla la mies y cumple el oficio de buey. El buey procedía de la parte de los judíos; de allí procedían los apóstoles predicadores; el asno, de la parte del prepucio, es decir, de los gentiles; se acercó para llevar al Señor, y por eso el Señor cabalgó en el asno, que jamás había llevado a hombros alguno, puesto que ni la ley ni los profetas habían sido enviados a los gentiles. Luego como nuestro Señor Jesucristo quiso ser nuestro alimento, y, por lo mismo, al nacer fue colocado en el pesebre, el buey conoció a su dueño, y el asno el pesebre de su señor. ¿Por ventura hubieran salido estas cosas a luz si no hubiera sido sacudido el saco? Si la encubierta profecía no hubiera sido sacudida con diligencia, ¿por ventura aparecería clara a nosotros? Todas estas cosas se hallaban ocultas antes de venir el Señor. Vino el Señor, sacudió las cosas ocultas, y se mostraron patentes. Fueron sacudidos los profetas y creados los apóstoles. Luego como, al ser sacudidos los profetas, engendraron los apóstoles, los apóstoles son hijos de los sacudidos. Ellos, puestos en manos del Potente como saetas, llegaron hasta los confines de la tierra. De aquí que ha de decirse al fin: He aquí la heredad del Señor: los hijos, galardón del fruto del vientre. Por tanto, esta heredad se reúne desde los confines de la tierra, porque como saetas en manos de un valiente, así son los hijos de los sacudidos; es decir, los apóstoles, hijos de los profetas, fueron como saetas en manos del Potente. Si El es poderoso, sacudió con poder; si sacudió con poder, hasta el confín de la tierra llegaron aquellos a quienes sacudió.

12 [v.5]. Bienaventurado el hombre que llenó su deseo de ellos. Ea, hermanos, ¿quién llenó su deseo de ellos? El que no ama el mundo. El que está lleno de deseos del mundo, no tiene sitio por dónde entre lo que ellos predicaron. Arroja lo que llevas y hazte capaz para lo que no tienes. Es decir, ¿deseas las riquezas? No puedes llenar tu deseo de ellas. ¿Deseas los honores de la tierra, deseas las cosas que Dios también dio a los jumentos, es decir, el placer temporal, y la salud corporal, y cosas semejantes? No llenarás tu deseo de ellos. Pero si deseas, como el ciervo desea, la fuente de agua39, si dices: Mi alma desea y desfallece por los atrios del Señor40, entonces llenas tu deseo de ellos; no porque ellos puedan llenar ya tal deseo, sino porque, imitando a los tales, te acercas a Aquel que llena el deseo de ellos.

13. No se avergonzará cuando hable a sus enemigos en la puerta. Hermanos, hablemos en la puerta, es decir, conozcan todos lo que hablamos. Quien no quiere hablar en la puerta, intenta ocultar lo que habla; y quizás quiere ocultarlo porque es cosa mala. Si confía, hable en la puerta, conforme se dice de la sabiduría: Habla intrépidamente en las puertas de la ciudad41. Mientras los inocentes retuvieren la justicia, no se avergonzarán; y esto es precisamente predicar en la puerta. ¿Y quién predica en la puerta? El que predica en Cristo, porque Cristo es la puerta por la que entramos a la ciudad. Yo mentiría si Él no hubiera dicho: Yo soy la puerta42. Si es puerta, es entrada. Él se llama puerta de la casa; la puerta de la ciudad es la entrada, la puerta de la casa es entrada. Pero quizás no se denomina con rectitud entrada si rectamente no se llama ciudad la que se llama casa. Poco antes se dijeron ambas cosas: Si el Señor no edificare la casa, inútilmente trabajarán los constructores; y para que no pensases que, al oír la palabra casa, se trataba de una cosa baladí, añadió: Si el Señor no guardare la ciudad, en vano vigiló el que la guarda. Luego la casa es ciudad. Tiene puerta, como casa, y entrada, como ciudad. El que es puerta de casa es entrada de ciudad. Luego si Cristo es entrada de ciudad, el que se afianza en Cristo no se avergüenza, y así predica. Pero quien predica contra Cristo, le cierra la entrada. ¿Quiénes son los que predican contra Cristo? Los que niegan que fueron lanzadas saetas de mano del Potente y que llegaron hasta los confines de la tierra, y que ésta es la heredad del Señor, de la cual se dijo: Pídeme, y te daré en herencia tuya las gentes, y en posesión tuya los confines de la tierra43. Se predicó, se oyó esto antes de cumplirse; y cumplido, no quieren reconocerlo. Los que predican contra Jesucristo están fuera de la entrada, puesto que buscan su honor, mas no el de Jesucristo. El que predica en la entrada busca el honor de Cristo, no el suyo; y por eso el que predica en la entrada dice: "No pongáis en mí la esperanza, pues no entraréis por mí, sino por la puerta." Al contrario, los que desean que los hombres pongan la esperanza en ellos, no quieren que entren por la puerta; por lo mismo, no es de extrañar que se les cierre la puerta y que en vano llamen para que se abra. Atended, hermanos; el sermón de mañana, que ha de predicarse, según mi promesa, ayudándome el Señor, sobre el evangelio, tratará de la Paloma. En el nombre de quien prometimos, daremos por su misericordia. Para que pueda ser dador idóneo, orad por mí, no acontezca que sea audaz prometedor.