SALMO 100

Traductor: P. Miguel Fuertes Lanero, OSA

Sermón al pueblo

Hipona. Tiempo pascual del año 395

1. [v.1]. Lo que este salmo centésimo expresa en su primer versículo, debemos investigarlo en todo su texto. Voy a cantarte, Señor, la misericordia y la justicia. Que nadie se prometa la impunidad por la misericordia de Dios, porque está también la justicia. Ni nadie, si ha cambiado a mejor su vida, tema el juicio de Dios, ya que ha precedido la misericordia. Cuando juzgan los hombres, movidos a veces por la misericordia, obran contra la justicia. Les parece que tienen misericordia, pero les falta la justicia. Y otras veces, queriendo ser demasiado rectos en la justicia, abandonan la misericordia. Dios, por el contrario, en la bondad de su misericordia, no abandona la justicia ni el juicio; ni al juzgar con severidad, abandona la bondad de la misericordia. Ya veis que si distinguimos el tiempo de estas dos cosas, la misericordia y la justicia, pues quizás no sin motivo guardan cierto orden de antelación en el texto, puesto que no se dijo justicia y misericordia, sino misericordia y justicia; si tal vez, repito, distinguimos el orden de las dos, quizá hallamos que ahora es el tiempo de la misericordia, y el venidero el de la justicia y el juicio. ¿Cómo es que precede el tiempo de la misericordia? Ante todo, pon la mirada en Dios, para que tú imites al Padre en cuanto él te lo conceda. No decimos con soberbia que nosotros debemos imitar a nuestro Padre, puesto que el mismo Señor, Hijo único de Dios, nos exhorta a ello, diciendo: sed como vuestro Padre celestial. Y cuando dice: amad a vuestros enemigos, orad por los que os persiguen, añade: Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, el cual hace salir el sol sobre los buenos y malos, y manda la lluvia sobre los justos y los impíos1. Aquí tenéis la misericordia. Cuando ves a los justos y a los malvados que contemplan el mismo sol, que perciben la misma luz, que beben de las mismas fuentes, fecundarse con la misma lluvia, que se sacian con los mismos frutos de la tierra, que respiran el mismo aire, que poseen idénticos bienes del mundo; no vayas a acusar de injusto a Dios, que da igualmente estos bienes a los buenos y a los malos. Es el tiempo de la misericordia; todavía no el del juicio. Si primeramente no nos perdonase Dios por su misericordia, no encontraría qué coronar por el juicio. Es ahora cuando la paciencia de Dios atrae a los pecadores a la penitencia; es el tiempo de la misericordia.

2. Escucha al Apóstol distinguir ambos tiempos, y distínguelos tú. ¿Piensas que tú vas a escapar del juicio de Dios, ¡oh hombre!, que juzgas a los reos de tales desmanes, y tú haces otro tanto? Atended. Él se miraba a sí mismo. Pero ¿a quién dice esto? No lo dice a un hombre sólo, sino a esta clase de hombres, que diariamente perpetraban actos condenables, y sin embargo seguían sobreviviendo, y no les ocurría mal alguno; y por esto pensaban que Dios estaba dormido, o que no se preocupaba de la conducta humana, o que aprobaba las malas acciones de los hombres. Por ello el Apóstol aparta este pensamiento del corazón de quienes razonan bien. ¿Qué es lo que dice? ¿Piensas que tú vas a escapar del juicio de Dios, ¡oh hombre!, que juzgas a los que hacen tales cosas, y tú haces las mismas? Y como si dijera: "¿Por qué ejecuto todos los días tantas obras malas, y no me sucede mal alguno?", a continuación le declara que es el tiempo de la misericordia, al decir: ¿O es que desprecias la riqueza de su bondad, de su paciencia y de su longanimidad? No hay duda de que este tal despreciaba todo esto. Pero el Apóstol le recrimina diciendo: ¿No caes en la cuenta de que la benignidad de Dios te está moviendo a la penitencia? He aquí el tiempo de la misericordia. Sin embargo, para que pensase que esto no había de perdurar eternamente, ¿Cómo lo aterra a continuación? Pero tú (pon atención a cómo describe el tiempo del juicio; has oído el tiempo de la misericordia en aquellas palabras: Voy a cantarte, Señor, la misericordia y la justicia, ¡Oh Señor!; escucha ya el juicio y la justicia. Tú —dice— según la dureza de tu corazón, y el ánimo impenitente, te estás atesorando ira para el día de la ira y de la manifestación del justo juicio de Dios, el cual dará a cada uno según el mérito de sus obras. Aquí tienes: Misericordia y juicio te cantaré ¡Oh Señor! Se atemorizó con el juicio. Pero ¿acaso ha de temerse el juicio de Dios, y no ha de amarse? Ha de temerse por los malos, a causa del castigo, pero ha de amarse por los buenos, debido al premio. Como el Apóstol atemorizó a los malos, según el testimonio que he manifestado, escucha ahora una cita en la que, hablando del juicio, da esperanza a los buenos. Él mismo se propone como ejemplo, y expone y declara en sí mismo el tiempo de la misericordia. Si él no hubiera encontrado el tiempo de la misericordia, ¿cómo habría hablado del juicio? Fue blasfemo, perseguidor, funesto. Pues, recordando el tiempo de la misericordia, en el cual nos hallamos ahora, dice así: Yo primero fui blasfemo, perseguidor y funesto; pero alcancé misericordia. ¿Acaso sólo él alcanzó misericordia? Mira cómo nos alienta: Para que en mí, el primero, manifestase Cristo Jesús toda su longanimidad, sirviendo de ejemplo a todos aquellos que habían de creer en él, para la vida eterna2. ¿Qué sentido tiene en mí demostró su longanimidad? Lo dice para que cada pecador y malvado, al ver cómo Pablo recibió el perdón, no desespere de sí. Fijaos cómo se manifestó y cómo alentó a los demás. ¿Cuándo? En el período de la misericordia. Mira también lo que dice de los buenos en el período del juicio, hablando también de sí y de otros. Primero consiguió la misericordia. ¿Por qué? Porque fue blasfemo, perseguidor e impío. Vino el Señor para perdonar a Pablo, no para darle entonces su merecido; porque si hubiera querido darle su paga, ¿qué habría encontrado, que pudiera retribuirle, fuera del castigo y del suplicio? No quiso darle el castigo, sino la gracia. Fíjate bien cómo aquél a quien dio, tiene al Señor como deudor en el tiempo del juicio. Mirad cómo dice el mismo San Pablo: Yo ya estoy a punto de ser inmolado, y el tiempo de mi partida es inminente. He combatido el buen combate, he concluido la carrera, he conservado la fe. Esto sucedió en el tiempo de la misericordia. Escucha lo que dice del tiempo del juicio: Por lo demás, me resta la corona de justicia, que me retribuirá el Señor, justo juez. No dice "me dará", sino me retribuirá. Cuando daba, era por misericordia; cuando retribuye, es juez, por eso está escrito: Voy a cantarte la misericordia y el juicio, ¡Oh Señor! Perdonando los delitos, se hizo deudor del galardón. Conseguí la misericordia, siendo primeramente misericordioso el Señor; y después me retribuirá la corona de la justicia. ¿Por qué le corresponderá esta recompensa? Porque es un juez justo. ¿Y por qué es justo este juez? Porque combatí el buen combate, llegué hasta la meta en mi carrera, y he conservado la fe. Luego un justo juez no puede menos de premiar todo esto. Ahora encontró lo que merecía la corona; pero antes ¿qué había encontrado? Yo primero fui blasfemo, perseguidor e impío. Todo esto lo perdonó, y aquello lo coronó. Perdonó estas cosas en tiempo de la misericordia, y coronó aquéllas en tiempo del juicio, porque la misericordia y el juicio te cantaré, Señor. Pero ¿sólo Pablo, quizá, ha merecido esto? Así como dije que atemorizó con aquel testimonio, así también digo ahora que dio ánimo con este otro, puesto que habiendo dicho: Me retribuirá el Señor, como juez justo, en aquel día, añade luego: Y no sólo a mí, sino a todos los que aman su manifestación y su reino3.

3. Pues bien, hermanos, porque tengamos un período de misericordia, no nos abandonemos, no seamos unos aprovechados, y nos digamos: "Dios siempre perdona. Hice ayer esto, y me perdonó; mañana lo haré y también me perdonará". Así tiendes a la misericordia y no temes el juicio. Si quieres cantar la misericordia, la justicia y el juicio, sábete que te perdona para que te corrijas, no para que permanezcas en la iniquidad. No quieras atesorar ira para el día de la ira, y de la manifestación del justo juicio de Dios. En otro salmo dice que, en el tiempo de la misericordia, Dios dijo al pecador: ¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi corrección, y te echas a la espalda mis palabras? Cuando ves a un ladrón, corres con él; te mezclas con los adúlteros, te sientas a hablar contra tu hermano, y deshonras al hijo de tu madre: esto hiciste y me he callado" Ya ves el tiempo de la misericordia. ¿Qué significa: me he callado? ¿Tal vez "no te he corregido"?No, sino que "no te he juzgado". ¿Cómo es que calla el que cotidianamente habla por las Escrituras, por el Evangelio, por los predicadores? Calló en cuanto al juicio, pero no en cuanto a la corrección. Hiciste todo esto, y me he callado. Y porque calló Dios, o sea, porque no castigó, ¿Qué dijo el pecador en su corazón? Óyelo: continúa el salmo: Sospechaste inicuamente que soy como tú. Es decir, te parecía poco ser tú perverso, y me creíste a mí lo mismo. Pero después de haberle mostrado el tiempo de la misericordia, le aterró con el del juicio, ya que añade: te acusaré y te lo echaré en cara4. Tú te pones detrás de ti; yo te pondré ante tus ojos. Todo el que no quiere ver sus pecados, se los echa a la espalda; pero examina detalladamente los ajenos, no por celo, sino por indignación; no queriendo ayudar, sino que por censurarlo, se olvida de sí mismo. Por eso les dice el Señor a éstos: ves la paja en el ojo ajeno, y no ves la viga en el tuyo5. Ahora bien, como se nos canta la misericordia y el juicio, obrando nosotros la misericordia, esperemos tranquilos el juicio. Somos el cuerpo de Cristo; cantemos estas cosas. Cristo canta esto. Si lo canta únicamente la Cabeza, este canto es del Señor, no nuestro. Por el contrario, si canta el Cristo total, es decir, la Cabeza y el cuerpo, sé uno de sus miembros, únete a él por la fe, la esperanza y la caridad, y así cantarás en él, y en él te alegrarás; porque también él sufre en ti: en ti sufre hambre y sed, y es atribulado en ti. Él todavía muere en ti, y tú ya has resucitado en él. Si no muriera en ti, no habría querido que se le perdonara en ti por el perseguidor, cuando decía: Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?6 Luego, hermanos míos, Cristo canta, pero como sabéis; continuamente os encomiendo a Cristo, y sé que no desconocéis estas cosas. Nuestro Señor Jesucristo es el verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas. Este Verbo, con el fin de redimirnos, se hizo hombre y habitó entre nosotros7. El que es Dios, sobre todas las cosas, Hijo igual al Padre, se hizo hombre, para que, siendo hombre—Dios, fuera mediador entre los hombres y Dios, y así reconciliase a los alejados, uniese a los separados, llamase a los repudiados y acompañase a los desterrados y peregrinos. Para eso se hizo hombre. Se hizo, pues, cabeza de la Iglesia, y tiene cuerpo con sus miembros. Contempla sus miembros: ahora gimen por toda la tierra; más tarde se alegrarán con la corona de justicia, de la que dice San Pablo que retribuirá el Señor en aquel día, como justo juez. Cantemos, pues, ahora, en esperanza, todos juntos, formando uno. Pues revestidos de Cristo, somos uno en cristo, nuestra Cabeza, porque también somos estirpe de Abrahán. Esto lo dice el Apóstol. Yo dije que somos Cristo; el Apóstol dice: Luego sois estirpe de Abrahán, herederos según la promesa. Sois estirpe de Abrahán; veamos si Cristo lo es también: En tu linaje serán bendecidas todas las naciones. No dice "en tus linajes", como hablando de muchos; sino hablando de uno: "y en tu linaje", que es Cristo8. Se refiere también a nosotros: sois linaje de Abrahán. Luego es evidente que pertenecemos a Cristo, y que, como somos sus miembros, los de su cuerpo con la Cabeza somos un solo hombre. Por lo tanto, cantemos: La misericordia y la justicia te cantaré, ¡oh Señor!

4. [v.2]. Cantaré salmos, y voy a entender en el camino perfecto, cuando vengas a mi casa. Únicamente podrás salmodiar y entender en el camino perfecto. Si quieres entender, salmodia en el camino sin defecto, es decir, actúa con alegría para tu Dios. ¿Cuál es el camino sin defecto? Escucha lo siguiente: Caminaba en la inocencia de mi corazón, dentro de mi casa. Este camino perfecto comienza por la inocencia, y se llega a él también por ella. No pierdas el tiempo en palabras. Sé inocente y has perfeccionado la justicia. Pero ¿qué significa ser inocente? El hombre, por lo que a él toca, perjudica de dos modos: o haciendo desgraciado a alguien, o abandonando al desgraciado; pues tú no quieres que te hagan desgraciado, ni que te abandonen en la desgracia, si llegas a ser desgraciado. ¿Quién hace desgraciados? El que comete violencias, o perpetra insidias, el que arrebata lo ajeno, oprime a los pobres, roba, perturba la paz de los matrimonios, es calumniador, e intenta con perversa voluntad causar algún mal a los hombres, algún mal por el que se aflijan. ¿Quién abandona a los desgraciados? El que ve al pobre, que necesita algún auxilio, y pudiendo ayudarle, le desprecia, pasa de lejos y aparta de él su corazón. Si este hombre fuese tal que no necesitase ya la misericordia, con todo, sería soberbio si abandonase a este desgraciado, pues aún se halla establecido en la tribulación de la carne, ignorando qué le puede suceder mañana, y, no obstante, desprecia las lágrimas de los desgraciados. Éste no es inocente. Pero ¿quién es inocente? El que, sin perjudicar a otros, tampoco se perjudica a sí mismo, ya que el que se perjudica a sí mismo, no es inocente. Dirá alguno: Yo a nadie he robado, a nadie oprimido; de mis bienes, de mi justo trabajo quiero tener una vida holgada, quiero tratarme bien, comprar lo que me gusta, beber y banquetear con mis amigos. ¿A quién le robé; a quién oprimí? ¿Quién tiene quejas contra mí? Éste parece un inocente. Pero si se arruina a sí mismo, si destruye en sí mismo el templo de Dios, ¿cómo esperas que tenga misericordia con otros y perdone a los desventurados? El que es cruel consigo mismo, ¿puede ser misericordioso con el prójimo? Toda la justicia se reduce a una sola palabra: inocencia. El que ama la iniquidad, aborrece su alma9, dice otro salmo. Cuando amaba la iniquidad, pensaba que hacía daño a otros; pero si perjudicaba a otros, siendo así que dice el salmista: El que ama la iniquidad odia a su alma, al primero que perjudicaba era a sí mismo. Y no se mueve, porque carece de sitio por donde andar, pues toda malicia está cercada de estrechez; sólo la inocencia es holgada. Ándese en ella. Caminaba en la inocencia de mi corazón en medio de mi casa. En medio de su casa se refiere también a la Iglesia misma. Cristo camina por ella; puede referirse también a su corazón, ya que nuestra casa interior es nuestro corazón. Dijo esto para explicar lo que había expresado antes: en la inocencia de mi corazón. ¿Cuál es la inocencia de su corazón? El centro de su casa. Quien tiene en ruinas esta casa, es arrojado afuera de ella. Quien se perseguido en su corazón por su mala conciencia, no tolera habitar en él, y sale de su casa como quien se ve forzado a hacerlo, debido a las goteras o al humo. El que no tiene tranquilo en corazón, no pueden habitar con gusto en él. Éstos, por sí mismos salen fuera impulsados por el deseo de su alma, y se deleitan con lo que rodea a su cuerpo; buscan su descanso en las frivolidades, en los espectáculos, en la liviandad, en toda clase de maldades. ¿Por qué prefieren sentirse bien fuera? Porque les falta dentro el bien con el cual se goza su conciencia. De ahí que el Señor, habiendo curado al paralítico, le dice: Toma tu camilla y vete a tu casa10. Haga esto el alma que fue liberada, como el paralítico, de la parálisis. Sujete sus miembros a la práctica del bien. Para que, obrando con rectitud, tome su camilla y gobierne su cuerpo; vaya a su casa, entre en su conciencia, y la encontrará extensa; camine por ella, salmodie y comprenda.

5. [v.3-4]. No ponía ante mis ojos ninguna cosa mala. ¿Qué significa esto? Que no la amaba. Como sabéis, se suele decir de un hombre que es amado por otro: "lo tiene ante sus ojos." Y cuando uno es despreciado, dice: "no me puede ver". ¿Qué es, pues, tener ante los ojos? Amar. ¿Y qué es no amar? No tener cercano el corazón, no poner allí el corazón. Dijo, pues: No ponía ante mis ojos ninguna cosa mala: como si dijera: no me inclinaba a la maldad. Y concreta a qué se refiere: Odiaba a los prevaricadores. ¡Poned atención, hermanos míos! Si camináis con Cristo en medio de su casa, es decir, si descansáis rectamente en vuestro corazón, o si emprendéis en la Iglesia el buen camino de la senda inmaculada, no sólo debéis odiar a los prevaricadores que están fuera, sino también a cualesquiera que halléis dentro. ¿Quiénes son prevaricadores? Los que aborrecen la ley de Dios. Los que la oyen y no la practican, se llaman prevaricadores. Odia a los prevaricadores, apártalos de ti. Pero ten en cuenta que debes odiar a los prevaricadores, pero no a los hombres. Fijaos que el hombre prevaricador tiene dos nombres: el de hombre y el de prevaricador. Dios hizo al hombre, y el hombre se hizo a sí mismo prevaricador. Ama en él lo que hizo Dios, y destruye en él lo que él se hizo. Cuando hayas destruido su prevaricación, aniquilaste lo que el hombre se hizo, y salvaste lo que hizo Dios. Odiaba a los prevaricadores.

6. No se me ha unido el corazón perverso. ¿Qué es un corazón perverso? Corazón torcido. ¿Y qué es corazón torcido? Es corazón no recto. ¿Y no recto? Bien, primero mira lo que es un corazón recto, y de ahí conocerás cuál es el no recto, el torcido. Se dice que un hombre tiene corazón recto, cuando quiere todo lo que Dios quiere. ¡Prestad atención! Un individuo reza para que no le sobrevenga algo. Ora, pero Dios no se lo impide. Que intensifique sus plegarias cuanto pueda. Si le sobreviene algo contra su voluntad, sométase a la voluntad de Dios, no se oponga al divino querer. Pues el mismo Señor, dando a conocer en sí nuestra flaqueza, lo declaró así cuando se le acercaba su pasión: Triste está mi alma hasta la muerte. No hay duda que no temía la muerte el que tenía potestad de dar su vida y volverla a recuperar11. Y el Apóstol Pablo, soldado y siervo de Cristo, exclama: Combatí el buen combate; llegué hasta la meta; conservé la fe; ahora me está reservada la corona de justicia, que me retribuirá en aquel día el Señor, juez justo. ¿Se alegra el soldado porque va a morir, y su Señor, su Emperador está triste, cuando se le acerca la muerte? ¿Es mejor el siervo que el Señor? ¿Qué diremos de lo que dice el mismo Señor: Le basta al siervo ser como su señor; al discípulo ser como su maestro?12 ¿Está animoso Pablo ante la inminencia de la muerte, y triste el Señor? Deseo —dice— morir y estar con Cristo13. Se alegra de la muerte para estar con Cristo, y el mismo Cristo, con quien San pablo ha de alegrarse por estar con él, ¿está triste? ¿Qué era aquella voz, sino el sonido de nuestra flaqueza? De hecho hay muchos débiles que todavía ahora, ante la inminencia de su muerte, se entristecen. Pero, aún así, teniendo el corazón recto, eviten, si pueden, la muerte, y si no pueden, digan lo que dijo el Señor, no por sí, sino por nosotros. ¿Qué dijo? Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz. Aquí tienes la expresión de la voluntad humana. Y mira ahora lo que es el corazón recto: Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú, Padre14. Luego, si el corazón recto va en pos del querer de Dios, el depravado se opone a él. Le acontece a éste algo adverso, y exclama: "¡Oh Dios, ¿Qué te hice? ¿Qué maldad cometí? ¿En qué pequé?" Se tiene por justo, y a Dios por injusto. ¡Qué hombre tan depravado! Le parece poco estar torcido, y piensa que la torcida es la regla. Corrígete y hallarás lo recto, de lo que te apartaste. Dios es justo y tú injusto; tú eres perverso, porque dices que el hombre es justo, y Dios injusto. ¿A qué hombre llamas justo? A ti mismo, pues cuando dices: "¿Qué te hice?", te tienes por justo. Sin duda que Dios te responderá: "Dices la verdad, porque a mí nada me hiciste; a ti sí te lo hiciste. Si me hubieras hecho algo, habrías obrado bien. Todo lo bueno que se hace, a mí se me hace, porque se hace debido a mi mandamiento. Por el contrario, todo lo malo que se ejecuta, va para ti, no para mí, puesto que el malo no obra si no es para sí, pues el mal yo no lo mando". Cuando os encontréis, hermanos, con esta clase de hombres, reprended, argüid, corregid; no consintáis, para que podáis decir: No se me ha unido el corazón perverso.

7. Cuando el malvado se apartaba de mí, no lo conocía. ¿Qué es no lo conocía? No lo aprobaba, no lo elogiaba, no me agradaba. Hallamos algunos pasajes en la Escritura en que se equipara "conocer" con "sernos agradable". ¿Qué se le oculta a Dios, hermanos míos? ¿Conocerá a los justos, y no a los injustos? ¿Qué cosas te parece que ignore? No te digo lo que haces, sino lo que piensas que él ignore; y no digo lo que piensas, sino lo que has de pensar, que él no prevea. Dios conoce todas cosas, y sin embargo, al final, es decir, a la hora del juicio, después de la misericordia, dice de algunos individuos: En aquel día muchos han de venir y me dirán: "Señor, en tu nombre hemos arrojado demonios, en tu nombre hicimos muchos milagros; en tu nombre hemos comido y bebido"; y yo les diré: "¡Apartaos de mí, malvados, nunca os he conocido!"15 ¿Acaso no conoce a alguno? Entonces ¿qué significa nunca os he conocido? No os conozco en mi regla. Conozco la regla o norma de mi justicia; nos os habéis conformado a ella, os apartasteis de ella, y estáis torcidos. Por eso también dijo aquí: No lo conocía. Al apartarse de mí el malvado, no lo conocía. ¿Qué es: no lo conocía? Quizás el malvado, al darse de cara con un justo en un camino angosto, se dice lo que se escribió en el libro de la Sabiduría, de Salomón: Nos es pesado incluso hasta el verle16, ycambia de ruta, para no ver a quien no quiere ver? ¡Pero cuántos malvados hay a los que vemos y nos ven, que no sólo no se apartan de nosotros, sino que corren hacia nosotros, deseando, algunas veces, que colaboremos con ellos en sus estrafalarios planes! Esto nos sucede con frecuencia. ¿Y cómo es que se apartan? Se aparta de ti el que es desemejante a ti. ¿Qué es "se aparta de ti?" Que no te sigue; que no te imita. Luego al apartarse de mí el malvado, es decir, cuando el malvado es desemejante a mí, y no quiere seguir mis pasos, no quiere vivir como yo, se me propone a él de modelo. Y entonces yo me digo: No le conocía, es decir, no lo aprobaba, no es que lo desconociese.

8. [v.5]. Al que en secreto difama a su prójimo, lo haré callar. Éste es el buen perseguidor, no del hombre, sino del pecado. Con el hombre de ojos altivos y corazón insaciable yo no me sentaba a su mesa. ¿Qué es no me sentaba a su mesa? No comía con él. Atiéndame vuestra Caridad, porque vais a oír algo maravilloso. Si no se ponía a la mesa, es que no comía con él. ¿Y cómo es que nos encontramos con que el Señor primeramente comió con los soberbios? Fijaos bien que no digo "con los publicanos y pecadores", ya que éstos eran humildes. Reconocían su enfermedad, y buscaban al médico. Vemos que comió con los mismos soberbios fariseos, ya que le invitó uno de ellos: aquél a quien desagradó que la mujer pecadora y famosa en la ciudad se acercase a los pies del Señor; y era tal la pureza de los fariseos, que no permitían que les tocase ningún inicuo. Y si algún inmundo llegaba a rozarles lo más mínimo, se horrorizaban, no sucediese que el imperceptible contacto los convirtiese en inmundos. Por ese, tan pronto como la conocida pecadora se acercó llorando a los pies del Señor, al verla el soberbio fariseo, dijo en su corazón: Si éste fuera profeta, sabría qué mujer se le acerca a sus pies. ¿Cómo sabía que Cristo no la conocía, sino porque vio que no la apartaba de él? Si hubiera sido profeta, la habría alejado de sí. El Señor no sólo conocía a la mujer pecadora, sino que veía también, como médico, las heridas incurables de aquel soberbio. Pues al percibir su pensamiento, para demostrarle que él era soberbio, le dice: Simón, tengo algo que decirte: Había dos deudores de un prestamista; el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; no teniendo ambos con qué pagarle, les perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos le amará más? Entonces, obligado por la fuerza de la verdad a confesar, pronunció sentencia contra él, diciendo: Creo, Señor, que aquél a quien más perdonó. Entonces el Señor, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Yo entré en tu casa y no me diste agua para lavar mis pies; ésta, sin embargo, los ha lavado con sus lágrimas17; y todo lo demás que ya sabéis. No hace falta demorarnos más en las otras cosas que ya os dije con el testimonio. Este fariseo comía con él. Luego ¿Qué significa lo que dice: No comía con el hombre de ojos altivos y de corazón insaciable? ¿Cómo nos propone lo que no hizo él? Nos exhorta a imitarle: le vemos comer con los soberbios. ¿Por qué, entonces, nos prohíbe que comamos con ellos? Nosotros, sin duda, hermanos, atendiendo a la corrección, nos guardamos de nuestros hermanos, y no comemos con ellos para que se corrijan. Sin embargo, más bien comamos con los paganos, que con los que nos hallamos unidos, si los vemos vivir mal, para que se avergüencen y corrijan, conforme a lo que dice el Apóstol: si alguno no presta oído a nuestra palabra por esta epístola, marcadlo y no os juntéis con él. No obstante, no lo toméis como un enemigo, sino corregidle como hermano18. Muchas veces hacemos esto atendiendo a que es un remedio medicinal; y, sin embargo, comemos frecuentemente con muchos extraños y con los impíos.

9. ¿Qué es esto que dice: No comía con el hombre de ojos altivos y de corazón insaciable? El corazón piadoso tiene sus alimentos, lo mismo que el soberbio tiene los suyos. Pues bien, por estos alimentos peculiares del corazón soberbio, dijo: y de corazón insaciable. ¿De qué se alimenta el corazón soberbio? Si es soberbio, es envidioso, y no puede ser de otro modo. La soberbia es madre de la envidia; no puede menos de engendrarla y estar siempre con ella. Luego todo soberbio es envidioso; si es envidioso se alimenta de los males ajenos. De aquí que dice el apóstol: Si os mordéis y devoráis unos a otros, cuidado, no vayáis a consumiros mutuamente19. Si veis, pues, a esta gente que se devoran los unos a los otros, no comáis con ellos; huid de tales convites, para que no se sacien de Alegrarse de los males ajenos, ya que son de corazón insaciable. Evita caer en el lazo del diablo por los alimentos con éstos. Cuando los judíos crucificaron a Cristo, se alimentaban con estos manjares, puesto que se alimentaban del sufrimiento del Señor. (Pero también nosotros nos alimentamos de la cruz del Señor, ya que comemos su cuerpo.) Decían ellos, al verle pendiente de la cruz, insultándole, porque eran de corazón insaciable: Si es el Hijo de Dios, que baje de la cruz; salvó a otros, y no puede salvarse a sí mismo20. Ellos se alimentaban con el manjar de la crueldad, y él con el de su misericordia, pues dice: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen21. Ellos tenían unos alimentos; él otros. Pero ¿qué se dijo de la mesa de los soberbios? Conviértaseles su mesa delante de ellos en lazo, en recompensa y en tropiezo22. Fueron alimentados; fueron cazados. Como las aves se acercan a comer al lazo, y los peces al anzuelo, y son apresados, así también éstos. Luego los impíos tienen sus propios manjares, y también los piadosos los tienen. Mira cuál es el manjar de los piadosos: bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados23. El piadoso, pues, se alimenta con el manjar de la justicia, y el impío con el de la soberbia; no es de extrañar que sea de corazón insaciable. El soberbio se alimenta con el manjar de la iniquidad; tú no te alimentes con ese manjar, y así el soberbio de ojos altivos y de corazón insaciable, no se sentará a tu mesa.

10. [v.6]. Tú ¿de qué te alimentabas, en qué te deleitabas, cuando el altivo no se sentaba a tu mesa? Pongo mis ojos —dice— sobre los fieles de la tierra, para que éstos reflexionen conmigo. El Señor dice: Pongo mis ojos sobre los fieles de la tierra, para que éstos reflexionen conmigo, es decir, para que se sienten conmigo. ¿Cómo han de sentarse? Os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel24. Juzgarán los fieles de la tierra, pues a ellos se dice: ¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles?25 Pongo mis ojos sobre los fieles de la tierra, para que ellos reflexionen conmigo. El que andaba por la senda inmaculada, éste me servía. A mí, dice; no a sí mismo. Pues muchos administran el Evangelio, pero para sí, puesto que buscan su propio bien, no el de Jesucristo26. ¿En qué consiste servir a Jesucristo? En buscar las cosas que son de Cristo. Así es: cuando los malvados anuncian el Evangelio, se salvan los demás, y ellos son castigados. Pues se dijo: Haced lo que ellos dicen; no hagáis lo que hacen27. Por eso, no temas cuando oigas el Evangelio de boca del malo. ¡Ay de aquellos que lo administran para sí!, es decir, de aquellos que buscan en él su propio interés. Tú recibe el Evangelio de Cristo. El que andaba por senda inmaculada ése me servía.

11. [v.7]. No habitó en mi casa el que obra con soberbia. Entended por casa el corazón. No moraba en mi corazón el que obra con soberbia. Porque se alejaba pronto de allí. Nadie que no sea pacífico y manso habita en mi corazón; el soberbio se aleja de él. El malvado no habita en el corazón del justo. Esté el malvado distanciado de ti a infinitas distancias; habitáis juntos si tenéis un solo corazón. No ha habitado en mi casa el que obra con soberbia. El que habla cosas inicuas, no duró en mi presencia. Esta es la vía inmaculada, en la que comprenderemos cuando el Señor venga a nosotros.

12. [v.8]. De madrugada mataba a todos los pecadores de la tierra. Esta es una frase oscura. Poned atención, porque además estamos al final del salmo. De madrugada mataba a todos los pecadores de la tierra. ¿Por qué? Para exterminar de la ciudad del Señor a todos los que cometen injusticias. Luego hay malhechores en la ciudad del Señor, y, al parecer, ahora se les perdona. ¿Por qué? Porque es el tiempo de la misericordia, pero llegará también el juicio, pues así comienza el salmo: voy a cantarte, Señor, la misericordia y el juicio. Ya declaró que sólo se unieron a él los buenos. No se unió con los malos, ni se deleitaba con los manjares de la iniquidad de aquellos que administraban para sí, no para el Señor; es decir, que buscaban su propio interés. Pero como si se le dijera: "¿Por qué has tolerado tanto tiempo en la ciudad a gente como ésta?" Es el tiempo de misericordia, dice. ¿Qué significa "es tiempo de misericordia"? Que aún no se ha manifestado el juicio. Es la noche; llegará el día, aparecerá el juicio. Escucha al Apóstol: No juzguéis nada antes de tiempo. ¿Qué es antes de tiempo? Antes del día. Fíjate que dijo antes del día, o sea, hasta que venga el Señor e ilumine lo oculto de las tinieblas, y manifieste los pensamientos del corazón, y entonces recibirá cada uno de Dios la alabanza que le corresponda28. Ahora, pues, mientras no ves mi corazón, ni veo yo el tuyo, es de noche. Pides cualquier cosa al hombre y no la recibes, y piensas que de despreció, y quizá no fue así. Puede ser que alguien te ame y tú crees que te odia, o al revés. No ves su corazón, y al instante murmuras; por ser de noche te equivocas y se te perdonará el errar. No temas, confía en Cristo. Busca en él la luz del día. No recibirás de él mal alguno, porque estamos seguros de que él no puede engañarse, y nos ama. De nuestro común amor aún no estamos seguros; pero Dios ve nuestro amor mutuo. Sin embargo, ¿quién de nosotros ve, cuando nos amamos mutuamente, con qué objetivo se hace esto? ¿Por qué nadie ve el corazón? Porque es de noche. En esta noche abundan las tentaciones. Como que de esta noche dijo el salmo: Estableciste las tinieblas y se hizo la noche. Y rondan las fieras de la selva; los cachorros rugen por la presa, reclamando a Dios su comida29. En la noche buscan los cachorros de los leones su alimento. ¿Quiénes son los cachorros de los leones? Los príncipes y las potestades de este aire, los demonios y los mensajeros del diablo30. ¿Cómo se buscan alimentos? Tentando. Pero dado que no pueden tentar, si Dios no les da potestad, por eso dijo que piden a Dios su alimento. Pidió a Job para tentarle, ¡y qué alimento pidió! Un alimento pingüe, exquisito, suculento: el justo de Dios, de quien Dios testimonió y dijo que fue hombre sin queja, verdadero adorador de Dios. Le pidió para tentarle, requiriendo a Dios alimento; y le obtuvo para tentarle, no para vencerle31; para purificarle, no para derribarle; o quizás no para purificarle, sino para probarle. Aunque alguna vez también los tentados son entregados, por algún mérito oculto y propio, en manos del tentador, porque se hallan entregados a sus malos deseos. El diablo no daña a nadie sin el permiso y el poder de Dios. ¿Cuándo lo recibe? En la noche. ¿Qué es "en la noche"? En este tiempo. Pues cuando haya pasado la noche, y llegado el día, los malos serán enviados con él al fuego eterno, y los justos a la vida eterna32. Allí no habrá tentador, porque no habrá cachorros de leones allí, puesto que ya pasó la noche. De aquí que el Señor dice a sus discípulos: Satanás pidió zarandearos como al trigo esta noche; mas yo he pedido por ti, Pedro, para que no desfallezca tu fe33. ¿Qué es zarandearos como al trigo? Así como el hombre no come el trigo si antes no lo muele para hacerlo pan, así el diablo no come a nadie si primero no le derriba por la tribulación. Derriba para comer; por eso, cuando tú seas atribulado, si permaneces grano no te conturbes, nada te sucederá. Cuando los bueyes trillan, ¿entran, por ventura, a trillar sólo el trigo? Van provistos del trillo. ¿Acaso el trigo ha de temer? De ningún modo. Pues sólo se muele la paja; el trigo se despoja de lo superfluo; después viene la bielda, y aparece el trigo limpio. Purificado el grano, el dueño lo meterá en su granero y quemará el montón de paja en el fuego inextinguible34.

13. ¿Por qué he dicho esto? Porque nosotros esperamos el día animados por la esperanza. Nuestro día debe estar en Cristo. Porque mientras nos hallamos en tentaciones, es de noche. En esta noche Dios perdona a los pecadores para no aniquilarlos; los atribula con las tentaciones para corregirlos; los soporta en su ciudad. ¿Pero hemos de creer que tolerará siempre? Si el tiempo de la misericordia es eterno, no habrá juicio; pero si misericordia y juicio te cantaré, ¡oh señor!, ahora perdona, y después juzgará. ¿Cuándo juzgará? Cuando haya pasado la noche. Por eso dijo: de madrugada mataba a todos los pecadores de la tierra. ¿Qué es de madrugada? Al acercarse el día, pasada la noche. De madrugada mataba a todos los pecadores de la tierra. ¿Por qué los perdona hasta la madrugada? Porque era de noche. ¿Y qué es "era de noche"? Que era tiempo de perdón; perdonaba cuando los corazones de los hombres no se manifestaban. Ves a un hombre que vive mal: lo toleras, pues ignoras cómo debe ser, porque es de noche. O el que hoy vive bien, mañana vivirá mal. Ahora es de noche y Dios tolera a todos, porque es bondadoso. Tolera para que los pecadores se conviertan a él; pero quienes no se corrigen en ese tiempo de misericordia, serán matados. ¿Y por qué? Porque serán arrojados de la ciudad de Dios, de la sociedad de Jerusalén, de la compañía de los santos, de la comunión de la Iglesia. ¿Cuándo perecerán? De madrugada. ¿Qué es de madrugada? Pasada la noche. ¿Y por qué perdona ahora? Porque es el tiempo de misericordia. ¿Y por qué no perdona siempre? Porque te cantaré, Señor, misericordia y juicio. Hermanos míos, que nadie abuse de la confianza en Dios: todos los que obran la maldad serán matados; los matará Cristo de madrugada, y los arrojará de su ciudad. Pónganle atención ahora, que es tiempo de misericordia. Por todos lados clama por la ley, por los profetas, por los salmos, por las epístolas, por el Evangelio. Mirad que no calla, porque perdona, porque ofrece misericordia. Pero tened cuidado, porque el juicio ha de venir.