SERMÓN 335 M (= Lambot 23)

Traductor: Pío de Luis Vizcaíno, o.s.a.

Sermón sobre un justo

1. Celebramos hoy el día de la muerte de un justo, pero él no está aquí. Si queréis saber dónde se halla, preguntad a la primera lectura que habéis escuchado: Si el justo muere prematuramente hallará descanso1. ¿Para quién o dónde puede haber descanso en este mundo, si todo está lleno de tribulaciones y, cuando remiten las tribulaciones, por doquier aparecen tentaciones? En efecto, a este mundo hay que temerlo, sea que amenace, sea que halague. No obstante, témase a Dios, y al mundo despreciésele más bien, para guardarse mejor de él. Por tanto, si queremos encontrarnos en el descanso cuando la muerte se nos adelante, seamos justos.

2. Quizá diga alguien: «Es demasiado para mí». Prestemos atención a lo que está escrito: Si el justo muere prematuramente hallará descanso2. Mientras intentamos averiguar quién es justo, nos llena de terror el salmo: todo hombre es mentiroso3. Escuchemos al libro de la Sabiduría: Si el justo muere prematuramente hallará descanso; oigamos al salmo: Yo dije en un extravío de mi mente: «Todo hombre es mentiroso»4. ¿Acaso no era hombre el santo Domiciano? Entonces, si era hombre, y todo hombre es mentiroso, ¿cómo era justo, si era mentiroso? ¿O cómo se halla en el descanso, si no era justo?

3. Prestemos, pues, atención, hermanos; respecto a este pensamiento múltiplemente atestado, tenemos no pequeño alivio en las palabras que escuchamos al apóstol: Para esto murió Cristo, para ser Señor de vivos y muertos5; y: Sea que vivamos, sea que muramos, somos del Señor6. Éles justo, y no hará perecer a los suyos; tenemos certeza de que Cristo no era mentiroso. Cristo es hombre, pero no mentiroso. ¿Cómo, entonces, todo hombre es mentiroso? Porque Cristo es hombre de modo tal que no es solo hombre. Él, si no fuera Dios y hombre, sería mentiroso. Habiendo muerto por nosotros persona tan destacada y tan grande, ¿tememos también la muerte? Nos precedió y resucitó: nosotros somos sus miembros, y seguimos a la cabeza.

4. De hecho, hasta el mismo salmo nos consuela: ¿Qué devolveré yo al Señor por todos los bienes que me devolvió?7 El mismo que dijo: Yo dije en un extravío de mi mente: «Todo hombre es mentiroso»8, ese mismo hombre mentiroso da gracias al Señor y no encuentra qué devolverle por los grandes beneficios que de él ha recibido. Pues ¿qué hemos recibido de él, puesto que buscamos qué devolverle y nada encontramos? No existíamos, y nos creó, pero tampoco existían las bestias, y las creó; nos otorgó algo más que crearnos a su imagen: habíamos perecido, y nos buscó; nos dio en prenda la muerte de su hijo, y nos prometió su vida; en el bautismo de la salvación nos purificó de todos nuestros pecados, y como en nuestro vivir aquí contrajimos otros que él perdonaría también, nos enseñó a decir: Y perdónanos nuestras deudas9; limpió toda mancha en el bautizado y volvió a limpiarlas todas en el renacido vivo; no lo dejó morir; no le permitió morir; me refiero a la muerte en el pecado, muerte maligna y eterna; al que ha llamado lo amonesta, lo instruye, le ayuda, le perdona, lo libera. ¿Qué devolveré al Señor por todos los bienes que me ha devuelto? ¿Qué dices, hombre? ¿Qué pretendes devolverle? Cualquier cosa que se te ocurra, de él la recibiste.

5. Llegaremos, pues; llegaremos si vivimos de la fe: entonces seremos justos, puesto que el justo vive de la fe10; llegaremos, pues, a aquella recompensa que será igual para todos. Los niños creen: llegaron a la primera hora; creen los adolescentes: llegaron a la hora de tercia; creen los jóvenes: llegaron a la hora de sexta; creen los hombres maduros: llegaron a la hora de nona; creen los ancianos: llegaron a la última hora. Llegaron a distintas horas y recibieron una única recompensa. De esta manera, los últimos fueron los primeros, y los primeros los últimos. ¿Qué significa que los últimos fueron los primeros y los primeros los últimos? Que recibieron lo mismo los primeros que los últimos11. ¿Qué es ese denario? La vida eterna. ¿Por qué es igual para todos? Porque allí nadie vive más o menos que los demás. Tendamos hacia él, confiemos en el Señor, eludamos el camino de la tentación, poseamos la vida de la felicidad.