SERMÓN 287

Traductor: Pío de Luis Vizcaíno, o.s.a.

En el natalicio de san Juan Bautista, el 24 de junio

1. El relato ha sido largo. pero la fatiga del oyente queda compensada por la dulzura de la verdad. Cuando se leyó el santo evangelio, hemos escuchado el glorioso nacimiento del bienaventurado Juan, heraldo y precursor de Cristo. De lo que acabo de decir, Vuestra Caridad puede advertir cuán grande es el hombre que ha nacido. La Iglesia no celebró nunca el nacimiento carnal de ningún patriarca, profeta o apóstol; sólo celebra dos nacimientos: el de Juan y el de Cristo. Las mismas fechas en que ambos nacieron anticipan un gran misterio. Juan era un gran hombre, pero hombre al fin. Era hombre tan grande que quien lo superase sólo podía ser Dios. Quien viene detrás de mí es mayor que yo1.Son palabras de Juan: Él es mayor que yo. Si es mayor que tú, ¿qué significa lo que hemos escuchado de boca de quien es mayor que tú: Entre los nacidos de mujer, nadie ha habido mayor que Juan Bautista?2Si ningún hombre es mayor que tú, ¿qué es quien es mayor que tú? ¿Quieres oír quién es? En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios3.

2. Y la Palabra de Dios, Dios ella misma, por quien fueron hechas todas las cosas, nacida sin comienzo temporal, autora de los tiempos, ¿cómo halló en el tiempo un día para nacer? ¿Cómo —repito—, encontró en el tiempo un día para nacer la Palabra por la que fueron hechos los tiempos? ¿Buscas el cómo? Escucha el evangelio mismo: La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros4. El nacimiento de Cristo se refiere al nacimiento de su carne, no al de la Palabra; y por eso mismo es el nacimiento de la Palabra, puesto que la Palabra se hizo carne. Nació la Palabra, pero no en sí misma, sino en la carne. En sí misma procede ciertamente del Padre, pero carece de nacimiento temporal.

3. Nació Juan, nació Cristo. Tanto el nacimiento de Juan como el de Cristo lo anunció un ángel. En ambos casos, el milagro es grandioso. Una mujer estéril da a luz, de un anciano varón, al siervo precursor, mientras que al Dueño y Señor lo alumbra una virgen sin obra de varón. Gran hombre es Juan, pero Cristo es más que hombre, puesto que es hombre y es Dios. Gran hombre, pero que como hombre había de ser humillado para ser exaltado como Dios. Finalmente, puesto que era hombre que iba a ser humillado, escucha al mismo hombre: No soy digno de desatar la correa de su calzado5. Si se hubiese declarado digno, ¡qué humildad sería la suya! Pero ni de esto se consideró digno. Se prosternó completamente y lo hizo bajo la piedra. Era una lámpara6, y temía que la apagase el viento de la soberbia.

4. Además, que todo hombre debía humillarse ante Cristo, y, en consecuencia, también Juan, y que el hombre Cristo debía ser exaltado como Dios, lo mostró tanto el día de sus respectivos nacimientos como el género de muerte de uno y otro. Juan nació en el día de hoy, fecha en que comienzan a disminuir los días; Cristo nació el 25de diciembre, fecha a partir de la cual comienzan a crecer. En su pasión, Juan fue decapitado, Cristo levantado sobre un madero. ¡Con qué precisión, con cuanta verdad y santidad fue anunciado a la virgen María! ¿Cómo será eso, si no conozco varón?7. Lo creía, pero preguntaba cómo iba a suceder. ¿Qué escuchó? El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo, el mismo Espíritu Santo, o sea, el poder del Altísimo, te cubrirá con su sombra. En consecuencia, lo que nacerá de ti será santo y llamado Hijo de Dios8. El poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Concebirás, pero sin la libido de la concupiscencia. No habrá ardor alguno donde hace sombra el Espíritu Santo. Mas como nuestros cuerpos sufren el calor, baste lo dicho a vuestra caridad. Bien rumiado, será mucho.