SERMÓN 229 K (= Guelf. 13)

Traductor: Pío de Luis, OSA

Aparición a María Magdalena1

1. Está bien que recordéis lo que todos los años soléis oír. Como no basta con leer una sola vez lo escrito, así tampoco basta con exponer una sola vez lo que no se entiende. Por tanto, los que retienen en su mente y se acuerdan bien de lo que escucharon y entendieron, tengan paciencia mientras son instruidos quienes tal vez lo han olvidado o lo escuchan quienes quizás aún no lo han oído. Intriga ciertamente saber por qué el Señor dijo: No me toques, pues aún no he subido a mi Padre2 a aquella mujer fiel que, queriendo llegar hasta el cuerpo de su Señor que estaba colocado en el sepulcro, no pudo encontrarlo. En efecto, si no quería que lo tocaran antes de subir al Padre, aún no había subido al Padre cuando decía a los discípulos: Ved mis manos y mis pies; palpad y ved3. No quería ser tocado quien quería que lo palpasen. De aquí resulta un problema que hay que resolver, pues nadie oyó decir: «Quiso que lo tocaran los varones antes de subir al cielo; en cambio, reservó para cuando hubiese subido al Padre el que lo tocasen las mujeres». ¿Quién lo tocó al subir al Padre o una vez ascendido? ¿Reservó el que lo tocasen las mujeres para cuando ni siquiera los varones podrían tocarlo? Y, sin embargo, debido a su amor, no sólo lo tocaba el perseguidor Pablo, sino que incluso lo asolaba en la tierra cuando le dijo desde el cielo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?4 Cristo el Señor, al mismo tiempo que está allí a la derecha del Padre, está aquí fatigado en la tierra; allí está él, pero aquí están sus miembros; allí está el que ha de juzgar a vivos y muertos, y él mismo está aquí en los suyos, refiriéndose a los cuales ha de decir: Cuando lo hicisteis a uno de estos más pequeños míos, a mí me lo hicisteis5. ¿Qué significa, por tanto: No me toques, pues aún no he subido a mi Padre?6 A Cristo se le toca mejor con la fe que con la carne; tocar a Cristo equivale aquí a tocarle con la fe. Por último, aquella mujer que padecía flujo de sangre se acercó a él con fe y con la mano tocó su vestido, pero con la fe su majestad7. Ved también aquí lo que es tocar. En aquella ocasión sólo ella tocó al Señor, apretujado por la multitud. Así pregunta: ¿Quién me ha tocado?8 Llenos de extrañeza, puesto que la multitud lo apretujaba por todas partes, los discípulos le respondieron: La multitud te apretuja, y tú dices: ¿Quién me ha tocado? Y él replicó: Alguien me ha tocado9. En efecto, si la multitud te apretuja, no te toca; ¿cómo te tocó sino porque creyó?

2. Ahora, hermanos míos, Jesús está en el cielo. Cuando estaba con sus discípulos en su carne visible y en su palpable realidad física, fue visto y tocado; pero ahora que está sentado a la derecha del Padre, ¿quién de nosotros puede tocarle? Y, sin embargo, ¡ay de nosotros si no lo tocamos con la fe! Todos los que creemos lo tocamos. Es cierto que está en el cielo; es cierto que está lejos; es cierto que no puede medirse el espacio que lo separa de nosotros. Cree y lo tocas. ¿Por qué digo que lo tocas? Puesto que crees, tienes junto a ti a aquel en quien crees. Por tanto, si creer es tocarlo; mejor, si tocarlo es creer, ¿qué significa: No me toques, pues aún no he subido a mi Padre?10 ¿De qué se trata? ¿Por qué buscas mi carne tú que aún no entiendes que soy Dios? ¿Queréis saber cómo deseaba tocarlo aquella mujer? Buscaba como si estuviese muerto a quien no creía que fuera a resucitar. Se llevaron a mi Señor del sepulcro11 y lo llora como a un hombre. ¡Oh tocar! Como la veía preocupada por la forma de siervo sin haber aprendido a saborear, creer y comprender la forma de Dios, en la que es igual al Padre, difiere el que lo toque para que lo toque en la totalidad de su ser. No me toques -dijo- pues aún no he subido a mi Padre. Me tocas antes de subir al Padre; crees sólo en el hombre; ¿de qué te aprovecha esa fe? Deja, pues, que suba al Padre. Si crees que soy igual al Padre, subo para ti al lugar de donde nunca me he apartado. Nuestro Señor Jesucristo no descendió del Padre de manera que se apartase de él, como tampoco se apartó de nosotros cuando ascendió de entre nosotros. Mucho antes de subir y sentarse a la derecha del Padre dice a sus discípulos: Yo estaré con vosotros hasta la consumación del mundo12.