SERMÓN 226

Traductor: Pío de Luis, OSA

La luz pascual

Habéis oído que se proclamó de Jesucristo lo siguiente: En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios1. Esta Palabra es, en efecto, Cristo el Señor. Si él no se hubiese humillado y hubiera querido permanecer siempre así, el hombre habría perecido. Reconocemos la Palabra que es Dios junto a Dios, es decir, reconocemos al Hijo unigénito igual al Padre, reconocemos la Luz de Luz, el Día del Día. Él es el Día que hizo el día; no hecho, sino engendrado, por el Día. Si, pues, el Día del Día no ha sido creado, sino engendrado, ¿cuál es el día que hizo el Señor? ¿Por qué es día? Porque es luz. Y llamó Dios día a la luz2. Investiguemos cuál es el día que hizo el Señor para alegrarnos y gozarnos en él3. En la primera creación del mundo se lee: Las tinieblas estaban sobre el abismo y el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas. Y dijo Dios: Hágase la luz, y la luz se hizo. Y separó Dios la luz de las tinieblas, y llamó día a la luz, y noche a las tinieblas4. He aquí el día que hizo el Señor. ¿Pero es, acaso, éste el día motivo de nuestra alegría y gozo? Existe otro día hecho por el Señor; es éste el que sobre todo debemos conocer y en el que debemos alegrarnos y gozarnos. A los fieles creyentes en Cristo se les ha dicho: Vosotros sois la luz del mundo5; y, si sois luz, sois también día, porque Dios llamó día a la luz. Ayer, cuando estos recién nacidos cargaban todavía con sus pecados, el Espíritu de Dios era llevado aquí sobre el agua y las tinieblas estaban sobre el abismo. Por tanto, cuando les fueron perdonados los pecados mediante el Espíritu de Dios, entonces dijo Dios: Hágase la luz, y la luz se hizo6. He aquí el día que hizo el Señor; alegrémonos y gocémonos en él7. Dirijámonos a este día con las palabras del Apóstol: ¡Oh día que hizo el Señor! Fuisteis en otro tiempo tinieblas; ahora sois luz en el Señor8. Fuisteis -dice- en otro tiempo tinieblas. ¿Lo fuisteis o no? Recordad vuestras acciones y ved si no lo fuisteis. Examinad vuestras conciencias a las que renunciasteis. Puesto que fuisteis en otro tiempo tinieblas y ahora sois luz, no en vosotros, sino en el Señor, caminad como hijos de la luz9. Estas pocas cosas deben bastaros, porque hemos de fatigarnos aún después y tenemos que exponer a los recién nacidos el sacramento del altar.