SERMÓN 225

Traductor: Pío de Luis, OSA

La Palabra encarnada

1. 1. El Hijo de Dios, nacido del Padre antes del tiempo, nos revela la sublimidad de la gracia que Dios nos ha concedido. ¿Qué era antes de hallarse en un hombre? Imaginaos que sois vosotros quienes habéis preguntado y pronunciado esas palabras. ¿Qué pensamos, hermanos míos: existía o no existía antes de nacer de la virgen María? Juzgad que preguntamos algo de lo que no nos es lícito dudar. A pensamientos como éstos dio respuesta el mismo Señor cuando le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, y ¿ya has visto a Abrahán?1 Su respuesta fue la siguiente: En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy2. Así, pues, existía, pero aún no en cuanto hombre. Y para que nadie diga que era un ángel, el santo evangelio os dijo que Cristo ya existía. ¿Preguntáis también qué era? En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios3. Ahí tenéis lo que era: En el principio existía la Palabra.La Palabra no fue creada al principio, sino que la Palabra existía.Pero escucha lo que dice la Escritura de este mundo: En el principio hizo Dios el cielo y la tierra4. ¿Queréis saber por medio de qué lo hizo? En el principio existía la Palabra, por medio de la cual iba a hacerse el cielo y la tierra. Ella no fue hecha, sino que existía la Palabra.Sólo queda averiguar de qué palabra se trata, pues también llamamos palabras a las nuestras. En efecto, nuestras palabras las concebimos con el pensamiento y las proferimos con la voz; sin embargo, después de pensadas y pronunciadas, pasan. Y aquella Palabra ¿qué? Y la Palabra estaba junto a Dios. -Di dónde estaba, di lo que era. -Lo he dicho ya. Te lo ha dicho el santo evangelio: En el principio existía la Palabra. -Di dónde estaba, di lo que era. -Y la Palabra estaba junto a Dios. -Pero yo pregunté de qué palabra se trata. -¿Queréis escuchar qué era? Y la Palabra era Dios. ¡Oh Palabra! ¡Qué Palabra tan cualificada! ¿Quién explicará tal Palabra? Y la Palabra era Dios.Pero ¿fue tal vez hecha por Dios? De ninguna manera. Escucha lo que dice el santo evangelio: Todo fue hecho por ella5. ¿Qué significa todo? Todo lo que hizo Dios, lo hizo por medio de ella. ¿Cómo pudo ser hecha la que hizo todas las cosas? ¿Se hizo, acaso, a sí misma? En todo caso, si se hizo a sí misma, ya existía para hacerse. Y, si ya existía para hacerse, existió siempre.

2. 2. ¿Cómo aparece en una virgen tal Palabra? Todo fue hecho por ella6. ¿Qué significa todo? Todo lo que hizo Dios, lo hizo por medio de ella. Pero no separes, hermano, al Espíritu Santo de esta obra tan grandiosa. ¿De qué obra? Los ángeles son algo realmente grande, no algo sin importancia; pero ellos adoran la carne de Cristo, sentada a la derecha del Padre. Ésta es obra, sobre todo, del Espíritu Santo. En relación a esta obra, su nombre aparece cuando el ángel anunció a la santa virgen el hijo que le iba a nacer. Ella se había propuesto guardar virginidad, y su marido era guardián de su pudor antes que destructor del mismo; mejor, no era guardián, pues esto quedaba para Dios, sino testigo de su pudor virginal, para que su embarazo no se atribuyese a adulterio. Cuando el ángel le dio el anuncio, dijo: ¿Cómo puede ser esto, si no conozco varón? Si hubiese tenido intención de conocerlo, no le hubiese causado extrañeza. Tal extrañeza es la prueba de su propósito. ¿Cómo puede ser esto, si no conozco varón? ¿Cómo puede ser? Y el ángel le responde: El Espíritu Santo descenderá sobre ti.He aquí cómo sucederá lo que preguntas: Y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por tanto, lo que nazca de ti será santo y se llamará Hijo de Dios7. Y dijo bien: Te cubrirá con su sombra, para que tu virginidad no experimente el ardor de la concupiscencia carnal. Y, cuando ya estaba en estado, se dijo de ella: María se encontró embarazada por obra del Espíritu Santo8. Así, pues, el Espíritu Santo fue el autor de la carne de Cristo. Pero también el mismo Hijo unigénito de Dios fue autor de ella. ¿Cómo lo probamos? Porque al respecto dice la Escritura: La Sabiduría se edificó una casa9.

3. Poned, pues, atención. ¿Cómo puede encerrarse en un seno Dios, que es tan grande; Dios junto a Dios, la Palabra de Dios, por quien todo fue hecho? En primer lugar, para poder estar allí, ¿abandonó la Palabra el cielo? Para encontrarse en el seno de la virgen, ¿abandonó el cielo? Y en este caso, si la Palabra abandonó el cielo, ¿de qué viven los ángeles? Pero he aquí que el Señor de los ángeles se hizo hombre para que el hombre comiera el pan de los ángeles. Vague todavía el pensamiento humano entre sus nieblas, desfallezca, pregunte, hable hasta encontrar cómo la Palabra de Dios por la que fueron hechas todas las cosas apareció en el seno de la Virgen sin abandonar a los ángeles ni al Padre. ¿Cómo pudo encerrarse en aquel seno? Pudo estar en él, pero no encerrado en él. ¿Cómo, se pregunta, pudo estar él, tan grande, en un lugar tan reducido? Pues contuvo un seno al que ni el mundo entero lo contiene. Tampoco se hizo menor para estar allí. Estaba en el seno y seguía siendo igual de grande. ¿Cuál era su magnitud? Di cuán grande era, di lo que era.

3. Di lo que era.Y la Palabra era Dios10. También yo que hablo contigo sé esto, pero tampoco lo comprendo. Mas el pensamiento hace que nos extendamos; el hecho de extendernos nos dilata, y la dilatación nos hace capaces. Pero ni siquiera, una vez capacitados, podremos comprenderlo en su totalidad. Pero yo me dirijo a vosotros con mi palabra. Ved lo que os estoy diciendo, lo que voy a deciros; escuchadlo; comprended esta mi palabra, es decir, una palabra humana. Y si ni siquiera ésta sois capaces de comprender, ved cuán lejos os encontráis de aquella otra. Sin duda, nos resulta extraño el modo como Cristo tomó carne, la manera como nació de una virgen sin apartarse del Padre, pero ved que yo que os hablo, antes de venir aquí, he pensado lo que iba a deciros. Cuando lo pensaba, la palabra se hallaba ya en mi corazón. En efecto, nada os diría si antes no lo hubiese pensado. Advertí que eras de lengua latina, y tuve que pronunciarte mi palabra en latín; si hubieras sido griego, debería haberte hablado en griego y en griego haberte pronunciado mis palabras. Pero la palabra que está en el corazón no es ni latina ni griega; más aún, es anterior a estas lenguas. Busco para ella el sonido; le busco una especie de vehículo; busco algo mediante lo cual llegue a ti, aun cuando no se aparta de mí. Ved que ya habéis oído lo que está en mi corazón; ahora está ya en el vuestro también. Está en el mío y en el vuestro; vosotros habéis comenzado a tenerla sin que yo la haya perdido. Como mi palabra tomó el sonido para ser oída, así la Palabra de Dios tomó la carne para hacerse visible mediante ella. He dicho lo que he podido. ¿Y qué he dicho? ¿Quién soy yo que os he hablado? Yo, siendo hombre, quise hablaros de Dios. Es tan grande y tan excelso que, respecto de él, ni podemos hablar ni debemos callar.

4. 4. Te doy gracias, Señor, porque tú sabes lo que estoy diciendo o quise decir; no obstante, alimenta a mis consiervos de las migajas de tu mesa; alimenta y nutre interiormente también a los que regeneraste. ¿Qué era antes esta muchedumbre? Tinieblas; ahora, en cambio, es luz en el Señor11. Es el Apóstol quien les dice: Fuisteis en otro tiempo tinieblas; pero ahora sois luz en el Señor.¡Oh vosotros los bautizados, que fuisteis en otro tiempo tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor! Si sois luz, sois ciertamente día, pues Dios llamó día a la luz12. Fuisteis tinieblas y os hizo luz, os hizo día. A vosotros se refería lo que hemos cantado: Éste es el día que hizo el Señor; alegrémonos y gocémonos en él13. Huid de las tinieblas. La embriaguez atañe a las tinieblas. No marchéis de aquí sobrios y regreséis ebrios; después de mediodía volveremos a vernos. El Espíritu Santo ha comenzado a habitar en vosotros. ¡Que no se tenga que marchar! No lo expulséis de vuestros corazones. Es buen huésped: si os encuentra vacíos, os llena; si hambrientos, os alimenta; finalmente, si os halla sedientos, os embriaga. Sea él quien os embriague, pues dice el Apóstol: No os embriaguéis de vino, en el cual está todo desenfreno14. Y, como queriendo enseñarnos con qué hemos de embriagarnos, añade: Antes bien, llenaos del Espíritu Santo, cantando entre vosotros con himnos, salmos y cánticos espirituales; cantando al Señor en vuestros corazones15. ¿No se parece a un borracho quien se alegra en el Señor y canta sus alabanzas con gran entusiasmo? Demuestro esta embriaguez: Pues en ti, ¡oh Dios!, está la fuente de la vida, y les das a beber del torrente de tus delicias16. ¿De qué fuente? Pues en ti, ¡oh Dios!, está la fuente de la vida, y en tu luz veremos la luz17. El Espíritu de Dios es luz y bebida. Si averiguas que hay una fuente en la oscuridad, enciendes una lámpara para llegar hasta ella. No enciendas una lámpara junto a la fuentede la luz; sea ella tu luz, y ella te guiará hasta sí. Cuando vengas a beber, acércate y recibe la iluminación. Acercaos a él y seréis iluminados18; no os alejéis de él, para no caer en las tinieblas. Señor Dios, llama para que nos acerquemos a ti, afiánzanos para que no nos apartemos. Renueva a tus hijos, convirtiéndolos, de niños, en ancianos; pero no, de ancianos, en muertos. Es lícito, en efecto, envejecer en esta sabiduría, pero no morir.