SERMÓN 189

Traductor: Pío de Luis, OSA

El nacimiento del Señor

1. El Día que hizo todo día nos ha santificado este día. A él se refiere el canto del salmo: Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra; cantad al Señor y bendecid su nombre; anunciad al Día del Día, su salvación1. ¿Quién es este Día del Día sino el Hijo nacido del Padre, Luz de Luz? Pero es Día también el que engendró al Día que iba a nacer de una virgen este día; ese Día, pues, no tiene ni aurora ni ocaso. Llamo Día a Dios Padre, pues Jesús no sería Día del Día si no fuese Día también el Padre. ¿Qué es el Día sino la Luz? No la luz que perciben los ojos de la carne, no la luz común a los hombres y a las bestias, sino la Luz que ilumina a los ángeles, Luz cuya visión purifica los corazones. Pues pasa esta noche en que vivimos ahora y en la que se nos encienden las lámparas de las Escrituras, y llegará aquello que se canta en otro salmo: Mañana estaré en tu presencia y te contemplaré2.

2. Aquel Día, es decir, la Palabra de Dios, Día que alumbra a los ángeles, Día que resplandece en aquella patria adonde peregrinamos, se revistió de carne y nació de la virgen María. Su nacimiento produce asombro. ¿Hay algo más asombroso que el parto de una virgen? Concibe, y es virgen; da a luz, y sigue siendo virgen. Fue hecho de aquella a la que él hizo; él le aportó la fecundidad sin dañar su integridad. ¿De dónde procede María? De Adán. Y Adán, ¿de dónde procede? De la tierra. Si Adán procede de la tierra y María de Adán, también María es tierra. Si María es tierra, reconozcamos lo que cantamos: La Verdad ha brotado de la tierra.¿Qué beneficio nos ha aportado? La Verdad ha brotado de la tierra y la Justicia ha mirado desde el cielo3. Pues los judíos, según dice el Apóstol, ignorando la justicia de Dios y queriendo establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios4. ¿De dónde le viene al hombre el poder ser justo? ¿De sí mismo? ¿Qué pobre se da a sí mismo el pan? ¿Qué desnudo se viste, si no recibe un vestido? No poseíamos justicia alguna; aquí no había más que pecados. ¿De dónde procede la justicia? ¿Qué justicia hay sin fe? Pues el justo vive de la fe5. Quien dice que es justo sin tener fe, miente. ¿Cómo no es mentiroso aquel en quien no hay fe? Si quiere decir verdad, conviértase a la verdad. Pero estaba lejos. La Verdad ha brotado de la tierra.Estabas dormido y vino hasta ti; roncabas, y te despertó; te hizo un camino a través de sí para no perderte. Así, pues, como la Verdad ha brotado de la tierra, nuestro Señor Jesucristo nació de una virgen; la Justicia ha mirado desde el cielo para que los hombres tuvieran justicia, no propia, sino de Dios.

3. ¡Qué condescendencia la suya! ¡Cuán airado estaba antes! ¿Por qué? Éramos mortales, nos oprimían nuestros pecados, cargábamos con nuestros castigos. Todo hombre comienza su vida en la miseria; ya desde su nacimiento. No creas que hago profecías; pregunta a quien acaba de nacer y observa cómo llora. Siendo tan grande la ira de Dios sobre la tierra, ¡cuál y cuán rápida fue su condescendencia! La Verdad ha surgido de la tierra6. Creó todas las cosas, y entre ellas fue creado él; hizo el día, y vino al día; existía antes del tiempo y marcó los tiempos. Cristo el Señor existe sin comienzo y por siempre junto al Padre. Pregunta, no obstante: -¿Qué es el día de hoy? -Es el día del nacimiento. -¿De quién? -¿Del Señor. -¿Tiene él día de nacimiento? -Lo tiene. -La Palabra que existía en el principio, Dios junto a Dios, ¿tiene día de nacimiento? -Sí, lo tiene. -Si él no hubiera tenido generación humana, no llegaríamos nosotros a la regeneración divina: nació para que renaciéramos. Nadie dude de este renacer: Cristo ha nacido; fue engendrado, pero no ha de ser regenerado. ¿Quién necesitaba la regeneración sino aquel cuya generación estaba condenada? Hágase presente en nuestros corazones su misericordia. Su madre lo llevó en el seno; llevémoslo nosotros en el corazón; la virgen quedó grávida por la encarnación de Cristo, estén grávidos nuestros corazones de la fe en Cristo; ella alumbró al salvador; alumbremos nosotros la alabanza. No seamos estériles; dejemos que nuestras almas las fecunde Dios.

4. El nacimiento de Cristo del Padre fue sin madre; su nacimiento de madre fue sin padre; ambos asombrosos. El primero fue eterno, el segundo en el tiempo. ¿Cuándo nació del Padre? ¿Qué significa «cuándo»? ¿Buscas el cuándo allí, allí donde no hallarás tiempo? No busques allí un cuándo. Búscalo aquí. Con razón preguntas por el cuándo referido a su nacimiento de la madre; sin motivo referido a su nacimiento del Padre: nació, y no tiene tiempo; nació el eterno del eterno, siendo coeterno. ¿Por qué te asombras? Es Dios. Considera que se trata de la divinidad, y desaparece el motivo del asombro. También te admiras cuando decimos que nació de una virgen. ¡Cosa portentosa! Es Dios, no te cause admiración; pase la admiración, llegue la alabanza. Hágase presente la fe; cree que tuvo lugar. Si no lo crees, el hecho tuvo lugar igualmente, pero tú permaneces en tu incredulidad. Se dignó hacerse hombre, ¿qué más quieres? ¿O se humilló Dios poco por ti? El que era Dios se hizo hombre. Estrecho era el establo; envuelto en pañales, fue colocado en un pesebre. Lo escuchasteis cuando se leyó el evangelio. ¿Quién hay que no se admire? El que llenaba el mundo no encontraba lugar en el establo; puesto en el pesebre, se convirtió en vianda para nosotros. Acérquense al pesebre dos animales, es decir, dos pueblos, pues el buey reconoció a su dueño, y el asno el pesebre de su señor7. Fíjate en el pesebre; no te avergüences de ser jumento para el Señor. Llevarás a Cristo, no te extraviarás cuando vayas por el camino: sobre ti va sentado el camino. ¿Os acordáis de aquel asno ofrecido al Señor? Nadie sienta vergüenza: aquel asno somos nosotros. Vaya sentado sobre nosotros el Señor y llámenos para llevarle a donde él quiera. Somos su montura, vamos a Jerusalén. Cuando él va sentado, no nos aplasta, nos levanta; teniéndole a él por guía, no nos extraviamos: vamos por él, no perecemos.