SERMÓN 48

Traductor: Pío de Luis, OSA

Comentario a Miqueas 6,6-7

1. 1. Hemos escuchado la palabra divina cuando se proclamaron las lecturas. Ella me propone el tema de qué hablar. En ella tengo qué gustar; lo que en ella saboree he de diseminarlo, ayudándome aquel en cuyas manos -como está escrito- estamos nosotros y nuestras palabras 1. No en vano se halla escrito en otro pasaje: Alabaré el hablar en el Señor; en el Señor alabaré la palabra 2. Loque alabo en el Señor es lo que me da el Señor mismo. Aunque quebradizo, soy vaso suyo. Recibo en la medida de mi capacidad, comunico sin envidia lo que recibo 3. Supla él en vuestros corazones lo que yo haga de menos, porque aun lo que obro en vuestros oídos, ¿qué es si él no lo actúa en vuestros corazones?

2. Recordad, repitiéndolo yo, lo que nos había encarecido la primera lectura, la del profeta. ¿Qué ofreceré yo -dice- de digno al Señor? 4 Buscaba el hombre un sacrificio con que aplacar a Dios o con el que agradarle. ¿Doblaré -dice- mi rodilla ante el Dios excelso; le aplacaré con millares de toros o con diez mil cabras gordas, u ofreceré a Dios el fruto de mi vientre en satisfacción del pecado de mi alma? 5 ¿Ofreceré -dice- a Dios mis primogénitos en satisfacción por el pecado de mi alma? Se te responderá, ¡oh hombre! ¿Quién te responderá, ¡oh hombre!, sino aquél que hizo al hombre? Se te responderá, ¡oh hombre!, que buscas qué ofrecer a Dios, con qué aplacarle y con qué agradarle. 2. Se te responderá qué es el bien, o qué otra cosa el Señor reclama de ti: que practiques el juicio y la justicia, ames la misericordia y estés dispuesto a ir con el Señor tu Dios 6. Buscabas qué ofrecer por ti. Ofrécete a ti mismo. ¿Qué es lo que el Señor reclama de ti, sino a ti mismo? No hizo criatura alguna terrena mejor que tú. Te reclama a ti mismo, porque te habías perdido a ti mismo 7. Pero si cumples lo que mandó, encuentra en ti el juicio y la justicia: en primer lugar el juicio, en ti mismo; la justicia, con referencia a tu prójimo. ¿Cómo encuentras el juicio en ti mismo? Si te desagrada lo que eras para que puedas ser lo que no eras. El juicio -digo- acerca de ti mismo en ti mismo, sin aceptación de tu persona, de modo que no te muestres condescendiente con tus pecados ni, en consecuencia, te agraden por ser su autor; de modo que ni te alabes en tus bienes ni acuses a Dios en tus males. Esto sería un juicio desatinado y, por lo tanto, no sería juicio. Para mostrar que ese juicio desatinado no es juicio, Dios no dice: ¿Qué requiere el Señor de ti, sino que hagas un juicio recto? Lo que dice es solamente esto: Practica el juicio 8. Si es recto, entonces es juicio; si, por el contrario, es desatinado, ya no es un juicio, sino un vicio. ¿Qué hacías cuando andabas perdido y, después de tu pérdida, vagabas y vagabas y no regresabas? ¿Qué hacías? Sé qué hacías. Te alababas en tus bienes, en tus males blasfemabas contra Dios. Esto es un juicio desatinado y, por lo tanto -como dije-, no es un juicio. ¿Quieres hacer un recto juicio, es decir, un juicio sin más? Endereza lo que hacías; invierte los términos y será recto. ¿Qué significa «endereza»? Alaba a Dios en tus bienes y acúsate en tus males. Cuando te desagrades a ti mismo en cuanto torcido, y te endereces con la ayuda de quien te creó, al ser recto guardarás la justicia. Si eres recto, te agradará Dios. Sólo si eres malvado y torcido te apartarás de lo recto. Siendo recto te adaptarás a lo recto y, sin duda, te agradará Dios. Cuando él te desagradaba, desagradaba a tu condición de torcido.

3. Escucha el salmo santo: ¡Cuán bueno es el Dios de Israel para los rectos de corazón! 9 ¿Había desagradado Dios a quien dice esto en el salmo? Lejos de mí reprocharle tal cosa, en vez de creerle en su confesión. Oíd conmigo y considerad lo que dijo: ¡Cuán bueno -afirma- es el Dios de Israel! ¿Para quiénes? Para los rectos de corazón. Casi -dice-cuando no era recto de corazón, casi vacilaron mis pies, por poco se debilitaron mis pasos 10. Decir vacilaron mis pies equivale a decir se debilitaron mis pasos. ¿Qué significa casi? Lo mismo que por poco. ¿Por qué, pues, dice: casi, por poco, vacilaron mis pies, se debilitaron mis pasos? Casi -dice- caí; casi doy en el suelo. ¿Cómo llegaste a tan gran peligro? Porque tuve envidia de los pecadores al contemplar su paz 11. Tuve envidia -dijo- de los pecadores al contemplar su paz; es decir, al ver felices a los hombres malvados dudé de someterme a Dios, casi me aparté de Dios. He aquí por qué le había desagradado Dios: porque los malos poseen bienes.

4. Ved, además, qué dijo para sí el que vacilaba: He aquí que los pecadores -sonlas palabras del salmo en boca del que vacila-, he aquí que los pecadores obtuvieron riquezas en el mundo 12. Y me pregunté: ¿cómo sabe Dios esto? 13Quien dice estas palabras en el salmo, quien habla es aquel a quien, al no ser aún recto, le había desagradado Dios, porque los malos abundaban en bienes. ¿Cómo sabe -dice- Dios esto? ¿Tiene conocimiento de ello el Altísimo? 14 Ved todavía lo que añade, ved cómo, vacilando, se acerca a la caída y se halla a las puertas de la perdición. Ved -digo- lo que añade: ¿Acaso en vano hice justo mi corazón y en vano lavé mis manos entre los inocentes? 15 He perdido todo -dice- por haber vivido bien. Hice justo mi corazón, lavé mis manos entre los inocentes, para que los malos vivan felices y yo esté atribulado. Me azotaron -dice- todo el día 16. Ellos se gozan y a mí me azotan. Se alegran quienes blasfeman contra Dios; y soy azotado yo, que adoro a Dios. ¿Cómo sabe Dios esto? 17 Porque de ahí le llegó la vacilación; por esto casi cayó, por eso pensó que a Dios no le concierne el cuidado de los asuntos humanos.

4. 5. Con estos pensamientos, provenientes no de un corazón recto, sino torcido, y llevado, por esta incoherencia, como si fuese una razón verosímil, a creer que el cuidado de los asuntos humanos no le concierne a Dios, le había agradado predicar, afirmar, enseñar eso mismo. Pero le echaron atrás la autoridad y enseñanza de los santos. Considerad sus palabras: Si decía -son sus palabras-, si decía: hablaré así 18, lopredicaré así y así lo enseñaré; diré a los hombres que el cuidado de los asuntos humanos no concierne a Dios. Si decía: hablaré así; he aquí que he reprobado la generación de tus hijos 19. ¿Cómo, pues, hablaré así? No habló así Moisés; no hablaron así Abrahán, Isaac y Jacob; ni habló así Jeremías, ni Isaías ni el resto de los profetas. Todos estos son hijos tuyos. Así, pues, si yo hablo así, reprobaré la generación de tus hijos.

6. ¿Qué haré, entonces? Me propuse conocer 20. Me propuse -dice- conocer. Pero es algo grandioso, es difícil adquirir el conocimiento. Después de haber dicho: Me propuse conocer, añade: esta difícil tarea tengo ante mí 21: conocer cómo es justo Dios, si conoce los asuntos humanos, y cómo a los malvados les va bien y a los rectos a veces mal. Me propuse conocer cómo Dios es justo: esta difícil tarea tengo ante mí.

5. 7. ¿Hasta cuándo ha de durar? Hasta que entre en el santuario de Dios y lo comprenda en los últimos días 22. Entra tú, alma fiel, en el santuario de Dios; entra tú, alma pía, en el santuario de Dios; tú alma, a quien Dios no te desagrada en tus propios males ni en los bienes de los malos. Y si no sabes por qué motivo acontece, cree que no acontece injustamente lo que Dios permite o realiza. Te guiabas por la razón humana; hágate volver la autoridad divina, y cree que allí hay algo que se te oculta. Pues hay que creer con fe certísima que Dios no puede estar desatinado ni ser malvado. De este modo, si entras con fe en el santuario de Dios, si entras creyendo, aprendes y comprendes. Pues dice así: Hasta que entre en el santuario de Dios, adonde entra la fe. Y después de la fe, ¿qué? Y lo comprenda en los últimos días 23. Vendrán los últimos días, cuando a ningún bueno le irá mal y a ningún malo bien; vendrán -repito- los últimos días, momento en que los piadosos serán separados de los impíos, los justos de los injustos, los que alaban a Dios de los que le blasfeman. Vendrán los días en que serán separados de manera que -como se dijo- a ningún bueno le irá mal ni a ningún malo le irá bien. ¿Por qué, entonces, no es así ya ahora? Quizá también ahora es así. Pero lo que ahora queda oculto, luego será manifiesto.

8. Entra conmigo, si puedes, en el santuario de Dios 24. Tal vez allí, si puedo, te lo enseñaré. Más aún, aprende conmigo de aquel que me enseña a mí, que tampoco ahora les va bien a los malos, y que les va mejor a los buenos que a los malos, aunque no haya llegado la plena felicidad de los buenos ni la última pena de los malos. 6. Tal vez comprenderás conmigo que no les va bien a los malos. Te ruego y te suplico, dime: ¿Por qué dices que a ti te va mal? Responderás: «La pobreza me angustia, me oprime un problema, tal vez el dolor en los miembros, el temor a un enemigo». Te va mal porque sufres males; ¿y le va bien a aquel que es él mismo malo? Es grande la diferencia entre sufrir el mal y ser malo. Tú no eres lo que padeces. Padeces el mal, pero no eres malo. Padeces el mal -repito-, pero tú no eres malo. El otro, en cambio, no sufre el mal, pero es malo. No te engañes, no te engañes. No puede darse que te vaya mal a ti, que padeces mal, y le vaya bien al que es malo. En efecto, siendo él malo, ¿crees que no sufre mal alguno teniendo que sufrirse a sí mismo que es malo? A ti te va mal porque padeces en tu cuerpo un mal distinto de ti; y ¿le va bien al otro que, al ser malo, se sufre a sí mismo en su corazón? A ti te va mal porque tu granja es mala, y ¿le va bien al otro que tiene mala el alma? Sé bueno, tú que tienes bienes. Buenas son las riquezas, bueno el oro, buena la plata, buenos los siervos, buenas las propiedades; todas estas cosas son bienes: bienes con los que puedes hacer, pero no bienes que te hagan bueno a ti. Posee los bienes que te hacen bueno. ¿Cuáles son -dices- ésos? Practica el juicio, obra la justicia 25. Eso que tienes son bienes: practica el juicio, obra la justicia; sé bueno también tú en medio de los bienes. Avergüénzate de tus bienes; sé esa persona buena que has de permanecer en medio de tus bienes perecederos. Avergüénzate de tus bienes: no seas malo en medio de ellos para no perecer con ellos. Acerca de las restantes cosas, hermanos míos: cómo ha de mantenerse la justicia, cómo ha de amarse la misericordia, y cómo cada uno debe estar dispuesto a ir con el Señor su Dios os lo expondré en otro momento, si el Señor me lo concede. Consideradme, pues, deudor, para que no me juzguéis por más tiempo una persona que os fatiga, sino alguien que os ayuda según sus fuerzas.