SERMÓN 39

Traductor: Pío de Luis, OSA

Comentario de Sir 5,8-9

1. 1. Hemos escuchado, hermanos, al Señor que dice por boca de su profeta: No tardes en convertirte a Dios, ni lo difieras de un día para otro. Pues de repente llegará su ira y en el tiempo de la venganza te destruirá 1. Te ha prometido que el día en que te conviertas olvidará tus pecados pasados. Pero ¿acaso te ha prometido alargar tu vida un solo día? ¿O, aunque no te la ha prometido Dios, te la ha prometido el astrólogo, para que Dios os condene a ti y a él? Muy saludablemente estableció Dios la incertidumbre respecto del día de la muerte. Piense cada uno en su último día con vistas a su salvación. Es fruto de la misericordia de Dios que el hombre ignore cuándo ha de morir. Se nos oculta nuestro último día para que estemos atentos todos los días.

2. Pero nos tiene atrapados el mundo; sus atractivos nos halagan por todas partes; nos agrada la abundancia de dinero, el brillo de los honores, el que teman nuestro poder. Todo esto nos agrada. Pero oíd al Apóstol: Nada trajimos a este mundo y nada podemos llevarnos de él 2. Es el honor el que te debe buscar a ti, no tú a él. Debes sentarte en el lugar más humilde, para que el que te invitó te haga subir a un puesto más destacado 3. Si no quiere, quédate donde estás y come, porque nada trajiste a este mundo. ¿Te parece poco comer de lo ajeno? Acomódate en cualquier sitio y come. ¿Vas a decir «como de lo mío»? Escucha al Apóstol: Nada trajimos a este mundo 4. Al venir aquí encontraste la mesa puesta. Pero del Señor es la tierra y cuanto hay en ella 5.

2. 3. Los que -dice- quieren enriquecerse 6. No dijo: «los que son ricos», sino los que quieren enriquecerse. Con esto censura la avaricia, no las riquezas. Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y en muchos deseos necios y nocivos que sumergen a los hombres en la ruina y en la perdición 7. Te agrada el dinero, ¿no temes lo dicho? «El dinero es cosa buena, y cosa buena su abundancia». Caen en tentación:¿no tienes miedo? Caen en muchos deseos nocivos:¿sigues sin tener miedo? Teme el destino al que te llevan tus deseos. Qué significa: ¿«al que te llevan»? Que sumergen -dice- a los hombres en la ruina y en la perdición. ¿Aún te quedas como sordo? ¿No temes la ruina y la perdición? Dios truena así, ¿y tú sigues durmiendo?

4. Por lo demás, el Apóstol dio todavía un consejo a los que ya son ricos: Manda -dice- a los ricos de este mundo que no sean orgullosos 8. El orgullo es el gusano de las riquezas. Es muy difícil que un rico no sea también orgulloso. Elimina el orgullo y no te harán daño las riquezas. Pero pon mucha atención a lo que vas a hacer con ellas, para que no quede inactivo lo que te dio Dios. No sean orgullosos. Elimina este vicio. No pongan su esperanza en riquezas inseguras 9. Elimina igualmente este otro vicio. Cuando te hayas desembarazado de ellos, ejecuta las buenas obras. ¿Cuáles? Escucha: Sean ricos en buenas obras 10 y no pongan su esperanza en riquezas inseguras 11. ¿En qué han de ponerla? En el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para disfrutarlas 12. Dios da el mundo al rico lo mismo que al pobre. ¿Acaso porque es rico va a poder llenar dos estómagos? Fijaos y ved que los pobres duermen satisfechos con los dones de Dios. El que os alimenta a vosotros alimenta también a los pobres por medio de vosotros.

3. 5. No améis, pues, el dinero. Y si ya lo tenéis haced con él lo siguiente. Sed ricos quienes lo poseéis; pero ¿ricos en qué? En buenas obras. Den -dice- con facilidad, repartan con los demás 13. Cuando la avaricia oye esto -den con facilidad y repartan con los demás- se contrae en sí misma. Como si se le echara un jarro de agua fría, se atiesa, se encoge y exclama: «No pierdo el fruto de mis esfuerzos». -¡Infeliz!, ¿no quieres perder el fruto de tus esfuerzos? Tienes que morir, y tú que nada has traído aquí, nada podrás llevarte. Si no te llevas nada, ¿no es cierto que pierdes todo el fruto de tus fatigas? Escucha, pues, un consejo del mismo Dios: No te amedrentes porque haya dicho: Den con facilidad y repartan a los demás. Escucha lo que sigue. Espera. No me cierres la puerta ni el acceso a tu corazón; espera. ¿Quieres saber que cumpliendo el Den con facilidad y repartan a los demás no pierdes nada; más aún, que eso es lo único que no pierdes? Atesoren -dice- para el futuro un buen fundamento a fin de alcanzar la vida verdadera 14. Esta vida que tanto te gusta es falsa. Aquí vives como en sueños. Luego si aquí vives como en sueños, vas a despertar cuando te mueras y te encuentres con las manos vacías. Te sucede como al mendigo que, durmiendo, sueña que le ha tocado una herencia; nadie hay más feliz que él antes de despertar. En sueños se imagina a sí mismo tocando con las manos sus vestidos extraordinarios, vasos preciosos de oro y plata, adquiriendo amenas y extensas posesiones, obedecido por gran cantidad de esclavos. Cuando despierta se pone a llorar. Y como el despierto acusa al hombre que lo despojó, lo mismo hace éste con quien le despertó. De esto habló con toda claridad el salmo: Durmieron -dijo- su sueño y, al despertar, ningún varón encontró riqueza alguna en sus manos 15.

4. 6. Como nada has traído a este mundo, nada te llevarás de él 16. Envía hacia arriba lo que has encontrado y no lo perderás. Dáselo a Cristo, pues él quiso recibir aquí abajo. Dáselo a Cristo, y no lo pierdes. No lo pierdes si lo confías a tu criado, ¿y vas a perderlo si lo confías a Cristo? No pierdes lo que has adquirido si se lo confías a tu criado, ¿y lo pierdes si confías a tu Señor lo que has recibido de él? Cristo quiso padecer necesidad en este mundo, pero por nosotros. Cristo pudo alimentar a cuantos pobres veis, del mismo modo que, mediante el cuervo, alimentó a Elías. Sin embargo, también a él le quitó el cuervo para que lo alimentara la viuda 17. Por tanto, cuando Dios empobrece a unos, no queriendo que posean, lo hace para probar a los ricos. Pues así está escrito: Los pobres y los ricos se encontraron 18. ¿Dónde se encontraron? Aquí, en esta vida. Nació uno, nació el otro; salieron al encuentro el uno del otro y se encontraron. ¿Y quién hizo a uno y a otro? El Señor 19. Hizo al rico para que ayude al pobre, y al pobre para probar al rico. Cada cual obre según sus posibilidades, no de manera que él mismo se halle en dificultad 20. No es eso lo que os digo. Lo que tienes de superfluo es necesario a otro. Acabáis de oírlo cuando se leía el Evangelio: Todo el que dé un vaso de agua fría a uno de mis pequeños por causa mía, no quedará sin recompensa 21. Cristo puso en venta el reino de los cielos y cifró su precio en un vaso de agua fría. Pero (sólo) cuando es un pobre quien da limosna, sus limosnas se reducen a dar un vaso de agua fría; quien más tiene, más dé. La viuda dio dos óbolos 22. Zaqueo dio la mitad de sus bienes y reservó la otra mitad para indemnizar por sus fraudes 23. La limosna aprovecha a los que cambian de vida. Das a Cristo pobre para redimir tus pecados pasados; pues si el motivo de tu donación es poder seguir pecando impunemente, no sólo no alimentas a Cristo, sino que intentas sobornarle en su condición de juez. Dad limosna, sí; mas para que Dios escuche vuestras oraciones y os ayude a cambiar vuestra vida por otra mejor. Y los que cambiáis de vida, cambiadla mejorándola. Por vuestras limosnas y oraciones bórrense vuestros pecados pasados y lleguen a vosotros los sempiternos bienes futuros.