SERMÓN 35

Traductor: Pío de Luis, OSA

Comentario de Prov 9,12 (según la versión de los Setenta)

1. Si escuchamos atentamente las palabras divinas, tal vez, y no sin motivo, nos llame la atención lo que está escrito: Hijo, si eres sabio, lo serás para ti y para tu prójimo. Si, por el contrario, te haces malo, apurarás los males tú sólo 1. ¿Cómo se puede entender esto rectamente? Porque del mismo modo que nos alegra la vida honesta del prójimo, también nos entristece cuando es perversa. O, si se piensa que esto fue dicho en plan de exhortación, puesto que el sabio lo es en beneficio propio y de aquellos a quienes mueve a buscar la sabiduría, ¿por qué, si se hace malo, apurará solo sus males, siendo así que de las palabras de los tales se ha dicho: las malas conversaciones corrompen las costumbres 2? ¿Qué otra cosa proclama aquella voz de la caridad: Si un miembro es glorificado, todos los miembros se alegran con él; y si sufre un miembro, sufren todos con él 3? ¿Cómo puede ser cierto: Hijo, si eres sabio, lo serás para ti y para tu prójimo. Si, por el contrario, te haces malo, apurarás los males tú solo? 4 ¿Cómo participaré en el gozo de aquel por cuyo mal no seré personalmente malo? ¿Cómo me voy a alegrar de que se haya encontrado a aquel que podía estar perdido 5, quedando yo tan tranquilo? Si es sabio, ¿no será acaso un miembro sano con quien se alegren los restantes? ¿Cómo, pues, el malo apurará solo sus males, si, de modo semejante, los restantes miembros suelen compadecer al miembro enfermo?

2. Así, pues, si no obtiene solución, este problema puede ser causa de turbación. Con la ayuda del Señor, hallará solución si antes de nada admitimos como definido, fijo e inmutable, y esto con toda certeza, que nadie puede ser bueno por la bondad de otro, ni nadie es malo por la maldad de otro. Por esto dice el Apóstol: Cada uno de nosotros llevará su propia carga 6. Yen otro lugar: Por tanto, cada uno de nosotros responderá de sí mismo 7. Y en un tercero: Cada cual examine su obra, y entonces hallará la gloria sólo en sí mismo y no en otro 8. No otra cosa dice el profeta Ezequiel: Mía es el alma del padre, mía el alma del hijo; el alma que peque, ésa morirá 9. Explica todo aquel pasaje en el sentido de que ni a los hijos malos les levantará la bondad de sus padres buenos, ni a los hijos buenos les hundirá la maldad de sus padres malos. Asentada, ante todo en relación a nosotros, esta afirmación verdadera e intocable, sólo queda averiguar qué aportamos a los demás, distinguiendo entre el hecho de nuestra salvación, que deseamos, y el afecto que debemos sentir hacia el prójimo. Si eres bueno, lo eres por tu bondad, no por la del prójimo. Pero, gracias a la misma bondad que te hace bueno, te gozas de la bondad del otro en virtud de un mutuo amor, no de una bondad compartida. Del mismo modo, si eres malo, no lo eres por maldad ajena, sino por tu misma maldad, y por esta tu misma maldad no amas al prójimo como a ti mismo. Ni siquiera te amas a ti. En efecto, amas la maldad, tu acérrima enemiga, no llegada de fuera, sino engendrada por ti y para ti en tu interior. La fomentas en contra tuya para que te venza más fácilmente. Así quedas claramente convicto de que te odias a ti mismo al amar a aquella por la que eres vergonzosamente vencido. No hay que falsificar la palabra divina que dice: Quien ama la maldad, odia su alma 10.

3. De aquí se sigue que el bueno, gracias a la bondad que le hace bueno, se alegra de la bondad y se entristece de la maldad ajenas. Y por ello, si eres sabio, lo serás para ese prójimo -así se llama propiamente a quien se preocupa de ti desde cerca, es decir, a quien te mira con misericordia 11-; lo serás para ti y para él: no porque vaya a ser bueno con tu bondad, sino porque, para el suyo propio, se hará amante de tu bien. Si, por el contrario, te haces malo, apurarás los males tú solo 12, no con otros: pues tampoco será malo con tu maldad, sino que sentirá misericordia hacia la tuya. Le entristece tu maldad, pero no incurre en su castigo. Le produce tristeza, pero no participa en su injusticia. Si eres malo no tendrás parte en los bienes del prójimo, sino que apurarás los males tú solo, porque la tristeza que siente el bueno por ti la tiene para su bien y para tu mal. Su tristeza es indicadora de su amor y de tu perdición; a ti te condena, a él le corona; a ti te oprime, a él le levanta. Por eso está escrito: Obedeced a vuestros dirigentes, ellos vigilan por vuestras almas como quienes tienen que dar cuenta de ellas, para que lo hagan con alegría y no con tristeza, cosa esta que no os conviene 13. Por tanto, no os conviene cargar también con su tristeza; pues a ellos les conviene sentir tristeza por nuestra maldad. Considera como prójimos tuyos a los buenos y sé tú bueno con tu bondad ciertamente, no con la de ellos; una bondad que no te has dado a ti mismo, sino que te ha sido donada desde el cielo. ¿Qué tienes que no hayas recibido? 14 Del mismo modo, si eres sabio, lo serás para ti y para tu prójimo, para aquellos para quienes es un bien alegrarse de tu bondad. Si te haces malo, apurarás tus males tú solo 15, no ellos, para quienes hasta es un bien entristecerse por tu maldad.