SERMÓN 27

Traductor: Pío de Luis, OSA

Paralelismo entre Sal 95,1-3 y Rom 9,18-19

1. 1. Como la puerta nos introduce en la casa, así el título del salmo nos lleva a su comprensión. Se titula así: Mientras se edificaba la casa, después del cautiverio 1. Si preguntas qué casa, ya te lo indica el salmo: Cantad al Señor un cántico nuevo; cante al Señor la tierra entera 2. He aquí de qué casa se trata. Cuando la tierra entera canta el cántico nuevo, es casa de Dios. Se edifica cantando, se fundamenta con la fe; con la esperanza se levanta y con la caridad se concluye. Ahora, pues, se construye, pero sólo al final del mundo tendrá lugar la dedicación. Corran, por tanto, juntas las piedras vivas 3 para el nuevo cántico, corran juntas y adáptense en la estructura del templo de Dios. Reconozcan al Salvador y hospeden a su morador.

2. Se ha dicho de qué casa se trata; ahora hay que decir después de qué cautiverio. Que te lo indique también el salmo; síguelo poco a poco: Cantad al Señor un cántico nuevo; cante al Señor la tierra entera. Cantad al Señor, bendecid su nombre; anunciad su salvación de día en día. Contad sus maravillas a todas las naciones, su gloria a todos los pueblos, porque todos los dioses de los pueblos son demonios 4. He aquí quienes tenían cautiva y oculta la casa. 2. Desde la trasgresión del primer hombre, el diablo vencedor poseía a todo el género humano nacido con la cadena del pecado. Si no hubiéramos estado sujetos a cautiverio, no hubiéramos necesitado de un redentor. Vino a los cautivos quien no había sido capturado; vino a redimir a los cautivos quien no tenía en sí nada de cautividad, es decir, de maldad, pero cargaba nuestro precio en su carne mortal. Pues, sí no hubiera tenido carne mortal, ¿dónde tenía la Palabra la sangre para poder derramarla por los cautivos? El que descendió hasta nuestra cautividad en la semejanza de carne de pecado 5 no vino con carne de pecado. Aquella carne era una semejanza de carne de pecado 6; carne verdadera, pero sólo semejante a la carne de pecado; carne verdadera, pero no carne de pecado. ¿Quién era, pues, el que vino de esta forma? Anunciad de día en día 7. Mira quién era; era «de día en día», era el Dios de Dios, la Luz de Luz. No obstante, la Palabra se hizo carne para habitar entre nosotros 8, ocultando su majestad, mostrando la debilidad, para que muera esta y se mantenga aquella.

3. Si, pues, el mundo entero yacía bajo la cautividad, con toda razón se dijo: Yo me compadeceré de quien me compadezca y ofreceré misericordia a aquel de quien me compadezca 9. Y si el mundo entero estaba bajo cautiverio, el mundo entero estaba en pecado, el mundo entero se hallaba justísimamente destinado al suplicio, y parte de él es liberado por compasión, ¿quién puede decir a Dios: por qué condenas al mundo? ¿O cómo se va a poder acusar a Dios-juez cuando condena al mundo culpable? Eres culpable. Si consideras bien lo que debes, a eso se llama pena; ni se reprende con justicia al cobrador cuando exige de ti lo que debes. Reprende al cobrador si exige algo indebido; pero cuando exige una deuda real, ¿quién puede reprocharle que la cobre, aunque espere que se la perdone? 3. Y tú me dices: ¿por qué se queja todavía? ¿Quién hay que pueda resistirse a su voluntad? ¿Quién eres tú, oh hombre, para pedir cuentas a Dios10. Considera quién es él y quién eres tú. Él es Dios; tú, un hombre. ¿Y te parece aún que estás hablando de justicia y que aquella fuente de justicia se ha secado? Si dices algo que sea justo, ¿de dónde te viene? O dices algo injusto y debes callarte, o dices algo justo y no lo recibes sino de la fuente de la justicia. ¿Quién, sino Dios, es la fuente de justicia? Por tanto, para comenzar, coloca como cimiento la fe: ¿Acaso hay injusticia en Dios? 11. A ti se te puede ocultar la equidad; allí no puede haber iniquidad.

4. Tal vez esperas que te diga por qué se compadece de quien quiere o endurece a quien quiere 12. ¿Tú, hombre, esperas eso de mí? Si tú eres hombre y yo soy hombre, escuchemos los dos: ¿Quién eres tú, hombre, para pedir cuentas a Dios? 13. Es preferible la ignorancia del creyente a la ciencia temeraria. Dios se dirige a mí; por medio del Apóstol, Cristo me habla: ¿Quién eres tú, hombre, para pedir cuentas a Dios? ¿Y me indigno yo porque ignoro la justicia de Dios? Si soy hombre no debo indignarme; si puedo, trascenderé al hombre y tocaré la fuente, y si llego a tocarla, no lo diré al hombre; trasciéndase también él, y tóquela conmigo. Y ¿quién hay -dices- que, siendo hombre, pueda trascender al hombre? Entonces, cuando el Apóstol escribe: Cuando decís: yo soy de Pablo, yo de Apolo, ¿no sois hombres? 14, ¿no está reprobando a algunos? ¿Qué pretendía que hiciesen aquellos a los que reprochaba el que fueran hombres? Eres hombre, perteneces a Adán; pertenece más bien al Hijo del hombre.

4. 5. Quizá también te dice a ti: Ya no os llamaré siervos, sino amigos; porque lo que he oído al Padre os lo he dado a conocer 15. Pero esto lo dijo a los discípulos, a los apóstoles; a ellos fue a quienes se lo dijo; no nos entristece que aún no seamos tales. Pero, con todo, ¿cómo les dijo a ellos esto: Todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer a vosotros? Pienso que se lo dijo en esperanza, no aún en la realidad; pienso que se refería a lo que iba a hacer, no a lo que ya había hecho. ¿Y cómo se comprueba, teniendo en cuenta que él dice: Os lo he dado a conocer? No dijo: os lo daré a conocer. Es que en muchas partes de las Escrituras se afirman cosas del pasado que han de entenderse en futuro. ¿Cómo es que se dicen del pasado y se refieren al futuro? Por ejemplo: Taladraron -dice- mis manos y mis pies y contaron todos mis huesos 16. Aún no había sucedido esto y se anunciaba ya como acaecido lo que iba a acontecer en el futuro. Nos salvó por medio del baño de la regeneración 17. También dice el mismo Apóstol en otro lugar: Hemos sido salvados en esperanza; una esperanza que se ve no es esperanza 18. Hemos sido salvados en esperanza: lo decimos en tiempo pretérito, y como hemos sido salvados en esperanza, aún no en la realidad, aún es realidad futura lo que esperamos. Ya lo vemos y poseemos; pero aún no es la realidad, sino la esperanza. Lo que uno ve -dice- ¿cómo va a esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, mediante la paciencia lo esperamos 19. Hemos sido salvados y, sin embargo, aún esperamos la salvación; la esperamos, no la poseemos todavía. Así dice también el Señor a sus discípulos: Todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer a vosotros 20. Si esto ya había tenido lugar, ¿por qué les dice en otro pasaje: Aún me quedan muchas cosas por deciros, pero no las podéis aguantar ahora 21? Ciertamente, todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer 22; pero al decir: no las podéis aguantar ahora, y añadir también: tengo que deciros 23, las retarda, no las suprime. Luego, debido a lo fundado de su esperanza, pues sin duda sabía que tenía que realizarse, él lo computaba como ya realizado. Por eso les decía: Os lo he dado a conocer 24.

5. 6. Por tanto, mientras estamos en el cuerpo, somos peregrinos lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión 25. En la medida que nos sea concedido, mantengamos la fe y no dudemos de la justicia de Dios. No pensemos en manera alguna que hay maldad en él, no sea que caigamos en el gran torbellino de la impiedad. Y cuando mantengamos con fe plena que no hay en él ninguna maldad, incluso si ahora no la vemos, es decir, no vemos equidad en Dios, termínese el camino y lleguemos a la patria. En el tiempo que dura la fe no es posible percibirla; se percibirá en el tiempo de la visión. Pues ahora caminamos en la fe 26, entonces en la visión. ¿Qué significa: «en la visión»? El más hermoso entre los hijos de los hombres 27, porque en el principio era la Palabra, y la Palabra estaba en Dios y la Palabra era Dios 28. Quien me ama -dice- guarda mis mandamientos; y a quien ama lo amará mi Padre y yo le amaré 29. ¿Y qué le darás? Me mostraré a él 30. La visión tendrá lugar cuando cumpla lo que dijo: Me mostraré a él. Allí verás la equidad de Dios; allí leerás sin libro en la Palabra. Por tanto, cuando le veamos tal cual es 31, entonces concluirá nuestro peregrinaje; luego disfrutaremos del gozo de los ángeles. ¿Y cuál es el camino? La fe. En atención a tu fe, Cristo se hizo deforme, pero permanece hermoso. Acabado nuestro peregrinar, le veremos como el más hermoso entre los hijos de los hombres 32. 6. ¿Cómo se le ve ahora mediante la fe? Y le vimos y no tenía belleza ni hermosura; al contrario, su rostro era despreciable y deforme su semblante; éste es su poder: despreciable y deforme, hombre lleno de llagas, pero sabiendo soportar las debilidades 33. La deformidad de Cristo te forma a ti. Si él no hubiera querido ser deforme, tú no habrías recuperado la forma que perdiste 34. En la cruz colgaba deforme, pero su deformidad era nuestra belleza. Así, pues, mientras dura esta vida, agarrémonos a Cristo deforme. ¿Qué significa «Cristo deforme»? Lejos de mí gloriarme en otra cosa fuera de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo 35. Esta es la deformidad de Cristo. ¿Acaso he dicho entre vosotros que conocía otra cosa, a no ser el camino? Este es el camino: creer en el Crucificado. Llevamos la señal de esta deformidad en la frente: No nos avergoncemos de esta deformidad de Cristo. Mantengamos este camino y llegaremos a la visión. Cuando estemos ya en la visión veremos la equidad de Dios y allí ya no cabrá decir: «¿por qué ayudó a éste y al otro no? ¿Por qué éste fue conducido por la ordenación de Dios hasta el bautismo, mientras que aquel otro que vivió santamente siendo catecúmeno murió de muerte repentina y no llegó hasta el bautismo? ¿Y por qué otro que vivió impíamente y enfermo, siendo lujurioso, adúltero, histrión, cazador de circo, fue bautizado, abandonó este mundo, convicto de pecado y con él borrado?» Busca mérito y no encontrarás más que motivos de castigo. Busca la gracia: ¡Oh abismo de riquezas! 36 Pedro niega y el ladrón cree: ¡Oh abismo de riquezas!

7. ¿Crees que puedo yo escrutar esto que tanto estremeció al bienaventurado Apóstol? Sobrecogido al considerar tanta profundidad y sublimidad, exclamó: ¡Oh abismo de riquezas de la sabiduría y ciencia de Dios! 37 7. ¿Qué había dicho antes que le llevó a tal exclamación? Había dicho una cosa que, si no se cree a Dios que afirma que en él no hay maldad 38, se juzgaría como algo inicuo. Decía a la gentilidad, decía a los fieles hablando de los judíos: Así como en otro tiempo -dice- vosotros no creísteis en Dios, pero ahora habéis conseguido su misericordia a causa de su incredulidad, así también ellos: no han creído para que vosotros alcanzarais misericordia y así también ellos alcancen misericordia. Dios encerró a todos en la incredulidad para apiadarse de todos 39. Esto lo dijo Pablo después. ¿Y cuál es esta lógica de la rectitud y justicia de Dios que consiste en encerrar a todos en la incredulidad para luego compadecerse de todos? Tú buscas una lógica y yo me estremezco ante la profundidad. ¡Oh abismo de riquezas de la sabiduría y ciencia de Dios! 40 Tú emplea la lógica, yo me quedo en la admiración; tú razona, yo me limito a creer. Veo la profundidad, pero no puedo llegar hasta el fondo. ¡Oh abismo de riquezas de la sabiduría y ciencia de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos! 41 ¿Nos lo explicará tal vez el Apóstol? ¿Quién conoció el pensamiento del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio primero a él, y se le retribuirá? Porque de él, y por él y en él son todas las cosas. A él la gloria por los siglos de los siglos 42. Descansó, porque encontró el motivo de admiración. Por lo tanto, que nadie me exija a mí la lógica de cosas tan ocultas. Dice él: Insondables son sus juicios, ¿y vienes tú a sondearlos? Dice él: Inescrutables son sus caminos 43, ¿y has venido tú a investigarlos? Si has venido a sondear lo insondable y a escrutar lo inescrutable, créeme, ya has perecido. Sondear lo insondable y escrutar lo inescrutable es lo mismo que querer ver lo invisible y hablar lo inefable. Por lo tanto, edifíquese la casa. Cuando asista a la dedicación de la misma, quizá entonces se encontrará la lógica evidente de estos misterios.