SERMÓN 4

Traductor: Pío de Luis, OSA

Esaú y Jacob (Gn 27,1-40)

1. 1. Recuerdo que os debo la explicación de la lectura de ayer. Pero, si yo tengo con vosotros la deuda de un sermón, vosotros tenéis la de la escucha atenta. Dicha lectura tiene, en verdad, una resonancia carnal, mas quien recibe el espíritu de Dios 1 la entiende espiritualmente. Pues dijo el Apóstol: entender según la carne es muerte 2. Y con ese fin prometió el Señor al Paráclito, el Espíritu de la verdad 3. Por tanto, como lo prometió, lo envió, para que nadie que haya recibido ya el Espíritu sea esclavo de los placeres temporales, sino que, una vez que se ha hecho señor del cuerpo y siervo del Creador, se encamine hacia los preceptos de Dios. No vacilen sus pies, ni sus ojos pestañeen, sino avance con la mirada de la fe para llegar a aquello que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni ascendió al corazón del hombre 4: realidad que se cree antes de verla para que, cuando llegue, no se vea confundido quien creyó en ella. 2. Avance, pues, caminando en la fe, esperando lo que aún no posee, creyendo lo que aún no ve, amando a quien todavía no está adherido. Si el alma se ejercita en la fe, esperanza y caridad, se hace idónea para recibir lo que está por venir.

2. Cuando Pedro pensaba aún según la carne 5, se turbó ante una pregunta de la criada, y negó tres veces al Señor 6. El médico había predicho al enfermo de lo que le iba a acontecer. Este paciente, que desconocía el estado de su enfermedad, había presumido excesivamente de sí, pero el médico verdadero lo estaba viendo. En efecto, Pedro había dicho que moriría con el Señor y por el Señor 7, algo para lo que aún no estaba capacitado, por hallarse enfermo. Pero cuando luego vino, enviado del cielo, el Espíritu Santo, y confirmó (en la fe) a los que le recibieron, Pedro, lleno de la confianza que le otorgó el Espíritu, comenzó a estar verdaderamente dispuesto a morir por aquel a quien antes había negado. Rebosantes de esa confianza, todos los mártires mantuvieron la fe recta; no murieron ni padecieron por una fe falsa -por una creación vana de su imaginación-, por una esperanza vacía -por una realidad incierta-, sino por la verdad prometida, teniendo la certeza de que quien hizo la promesa tiene poder para mostrarla; desdeñaron todo lo presente, ardieron en deseos de las realidades futuras, que, cuando se les hagan presentes, nunca pertenecerán al pasado.

3. 3. Los que asististeis ayer recordad a los dos hijos de Isaac, Esaú y Jacob, y cómo el menor fue antepuesto al mayor 8 para que pertenezcáis a Jacob y no améis a Esaú. Será Esaú quien quiera vivir según la carne, o esperar bienes temporales en el siglo futuro. Así, pues, ya sea que viva según la carne, y se goce de tales bienes en el tiempo presente, y espere de Dios los mismos bienes que poseen también los malos y ponga toda su felicidad en la misma de que gozan los malvados; ya sea que desdeñe ciertamente esta felicidad en el presente, pero la espere para el futuro, es un hombre carnal que posee una fe carnal, una esperanza carnal, una caridad carnal. Ahora bien, es fe espiritual creer que tu Señor es tu protector en el tiempo hasta que llegues a lo que no será temporal, y esperar que has de tener la vida de los ángeles: no una vida afectada por la corrupción de la carne, no una vida envuelta en placeres y halagos, en fornicaciones y borracheras 9 y en el disfrute de los manjares carnales, en el orgullo de las posesiones de dominio terreno, sino sólo una vida como la que viven los ángeles 10.

4. 4. Los ángeles viven gozando no de la criatura, sino del Creador. Pues gozo de la criatura es todo lo que se ve; gozo del Creador es lo que no se ve con los ojos del cuerpo, sino con la mirada purificada de la mente. Bienaventurados los limpios de corazón. ¿Qué visión los hace bienaventurados? Porque ellos verán a Dios 11. No penséis, hermanos, que los ángeles gozan por ver la tierra, o el cielo, o cuanto hay en ellos. No gozan porque ven el cielo y la tierra, sino porque ven al que hizo el cielo y la tierra.

5. Y el que hizo el cielo y la tierra no es ni cielo ni tierra; ni se le puede pensar como algo terreno o celeste, ni podrás pensar en algo celeste, o corpóreo o espiritual: Dios no es eso. No te imagines un hombre grande y hermoso. Dios no queda circunscrito en una forma humana; no le contiene un lugar, ni le abarca un espacio. No te lo imagines como un Dios de oro: Dios no es eso. Pues ese oro de que quieres hacerte un Dios, lo hizo Dios mismo, y es inconsistente, porque está en la tierra. No partas de que Dios es algo semejante a lo que ves en el cielo: la luna, el sol, las estrellas o cualquier cosa que brilla y refulge en el cielo. Dios no es eso. Pero, a la vez, tampoco te parezca que Dios no es lo que el sol porque éste es como una esfera y no un inmenso espacio de luz, y concluyas: «Luego es propio de Dios ser una luz infinita e inmensa», de manera que, como extendiendo el mismo sol y haciendo que no tenga límite ni por un lado ni por otro, ni por arriba ni por abajo, asumas para ti que Dios es una luz inmensa. Tampoco esto es Dios. Ciertamente Dios habita una luz inaccesible 12, pero tal luz no es una esfera, ni puede resultar conocida a los ojos de la carne.

5. 6. Pero si puedes ver qué es la verdad, qué la sabiduría, qué la justicia, cómo se dijo: Acercaos a él y seréis iluminados 13; cómo es la luz a la que se refería Juan al decir: era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo 14; cómo Juan Bautista no era la luz verdadera.... Pues dice el evangelista Juan: él no era la luz, pero estaba para dar testimonio de la luz 15. No sólo no era la luz verdadera Juan Bautista; tampoco lo eran ni Pablo, ni Pedro, ni apóstol alguno. En efecto, luz verdadera es la que alumbra a todo hombre que viene a este mundo 16. Ellos eran simples reflectores, dado que recibían la luz. Pues también a los ojos de nuestra carne los llamamos «luces», y todo hijo de vecino jura «por mis luces». Pero ¿qué son estos reflectores? Si falta el sol, si falta la luna o una linterna, se quedan ciertamente en tinieblas. Donde están las luces vean lo que hay delante, guíen a los pies si es que son luces. Y, sin embargo, son luces. ¿Por qué son luces? Porque pueden recibir la luz. Así, cuando se produce la luz, no la siente tu frente, ni tu oído, ni tu olfato, ni tu mano, ni tu pie. Sólo esos miembros tuyos que se llaman ojos, sólo ellos sienten la luz que se produce. Ausente la luz, se entenebrecen; al llegar la luz, sólo ellos son iluminados, porque sólo ellos la perciben. Ciertamente son iluminados también los demás miembros tuyos, pero no de modo que puedan ver sino sólo ser vistos. Pues la luz que surge y la luz que se produce baña todos los miembros: los ojos para ver, los demás para que sean vistos. De igual manera todos los santos fueron iluminados para ver y para predicar lo que veían. Y por eso se les dijo: Vosotros sois la luz del mundo 17. Luz, pero no la luz verdadera. ¿Por qué? Porque existía la luz verdadera que ilumina a todo hombre 18. A todo hombre, ha dicho: si se hubiese referido a este solo, no hubiera dicho a todo hombre, pues el sol no lo ven sólo los hombres. Lo ven también las bestias y los más diminutos animales; hasta las moscas ven este sol. Pero la luz que es Dios no la ve nadie, sino aquellos de quienes se dijo: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios 19.

6. 7. Intentad concebir, hermanos, la luz de la verdad, la luz de sabiduría, cómo está siempre presente a todos. Tratad de concebir la luz de la justicia, pues está presente a todo el que piensa. Porque ¿qué es lo que piensa? El que quiere vivir injustamente, peca. Abandona la justicia: ¿se ha empequeñecido ella? Se convirtió a la justicia. ¿Qué, aumentó ella? Si la abandona, la deja íntegra, y si vuelve a ella, íntegra la encuentra. ¿Qué es, entonces, la luz de la justicia? ¿Sale por el oriente y se encamina hacia occidente? ¿O hay algún otro lugar de donde salga o adonde va? ¿No está presente en todas partes? Si un hombre que está sin duda en el occidente quiere vivir justamente, es decir, según la justicia, ¿le faltará la justicia que contemplar y ver según la misma justicia? A su vez, si uno que se halla en el oriente quiere vivir justamente, es decir, según la misma justicia, ¿acaso le faltará ella? Allí mismo está la justicia, está a mano a quien vive justamente. Y según la regla que es ella, ven asimismo cómo han de vivir justamente también ellos. Como los justos la ven cuando viven santamente, así los injustos no la ven cuando viven malvadamente. Porque el uno vive justamente cuando la ve, y la ve para ordenar sus actos según ella. Pues si no ordena sus actos según la regla de la justicia, cae preso en el error de la iniquidad. Por tanto, si pudo estar presente al que estaba allí le daba su consentimiento, no está en ningún lugar y está en todos. Así la justicia, así la sabiduría, así la verdad, así la castidad. Tratad, pues, de ver esa luz. Pero no podéis; parpadea la mirada de la mente; límpiala para que pueda ver. 7. Mas para limpiarse y poder ver, crea; de esta manera merecerá la limpieza. Así, pues, lo que no podáis ver diferidlo para que, curados, podáis verlo.

8. Pero no imaginéis para el siglo futuro algo semejante a lo que ahora veis. Porque, si imagináis o amáis algo semejante, queréis saliros del mundo con el mundo, queréis llevaros con vosotros el mundo. Allí no habrá estas cosas. Allí habrá una cierta luz, de la que desciende como rocío no sé qué que ahora entendemos y de que gozamos. Pero si tenemos la bendición que otorga el rocío del cielo, tenemos la abundancia que procura la fertilidad de la tierra 20. Así fue bendecido Jacob. Pertenezcamos a él y no vivamos según la carne. Cada uno de nosotros comienza viviendo según la carne, y por eso se dijo que Esaú era mayor 21. Con referencia a la ley, se habla de dos Testamentos, uno Antiguo y otro Nuevo. El Antiguo contenía promesas temporales, pero significados espirituales 22. Preste atención vuestra caridad. Si se prometió a los judíos una tierra de promisión 23, esa tierra de promisión significa espiritualmente algo; si se prometió a los judíos Jerusalén, ciudad de paz, el nombre de la ciudad Jerusalén tiene algún significado 24; si se dio a los judíos la circuncisión de la carne, esta significa una circuncisión espiritual 25; si se mandó a los judíos observar un día entre los siete de la semana, el sábado 26, este significa un descanso espiritual, que no tiene tarde. Pues, en cuanto a los mismos siete días, en el Génesis se dijo a propósito de cada uno de ellos: Y atardeció 27, pero no del séptimo. Con el séptimo día, que no tiene tarde, se nos significa el descanso eterno en que no hay ocaso. Si se prescribieron a los judíos sacrificios carnales, por las víctimas animales se significan todos los sacrificios espirituales. 8. Por consiguiente, aquellos que entendieron esas cosas como si se les diera en mano algo de gran valor y no esperaron nada para el futuro, ni fueron capaces de entender espiritualmente lo que realizaban según la carne, pertenecen al hijo mayor, pertenecen al Antiguo Testamento.

9. El Antiguo Testamento es, pues, promesa figurada; el Nuevo Testamento es promesa espiritualmente entendida. Aunque la Jerusalén terrestre pertenece al Antiguo Testamento, lleva la imagen de la Jerusalén celeste y pertenece al Nuevo. La circuncisión carnal pertenece al Antiguo Testamento; la del corazón pertenece al Nuevo 28. Según el Antiguo Testamento, el pueblo es liberado de Egipto; según el Nuevo, es liberado del diablo. Los perseguidores egipcios y el faraón persiguen a los judíos que huyen de Egipto, y persiguen al pueblo cristiano sus propios pecados y el diablo, príncipe de los pecadores. Y así como los egipcios persiguen a los judíos hasta el mar, así los pecados persiguen a los cristianos hasta el bautismo.

9. Atended, hermanos, y advertid: los judíos son liberados por el mar, y los egipcios son ahogados en el mar 29; los cristianos son liberados en la remisión de los pecados, los pecados son borrados por el bautismo. Salen los judíos del mar Rojo y caminan por el desierto 30; así los cristianos, después del bautismo, todavía no están en la tierra de promisión, sino en esperanza. Este mundo es un desierto, y para el cristiano en verdad el desierto está después del bautismo si entiende qué recibió. Si no sólo tienen lugar en él signos corporales, sino que también se da un efecto espiritual en su corazón, advierte que este mundo es para él un desierto, entiende que vive en peregrinación, que anhela la patria. Y mientras la desea, vive en la esperanza 31. En esperanza estamos salvados. Mas la esperanza que se ve no es esperanza. Porque lo que uno ve, ¿cómo lo espera? Y si esperamos lo que no vemos, esperamos con paciencia 32. Esta paciencia en el desierto hace que se espere algo. Si piensa que ya está en la patria, no llega a ella; si piensa que ya está en la patria, se queda en el camino. Para no quedarse en el camino, espere la patria, desee la patria, no se desvíe, pues sobrevienen pruebas: igualmente sobrevienen después del bautismo. Enemigos de los judíos no eran sólo los egipcios que los perseguían desde que salieron de Egipto; estos eran enemigos pasados, al modo como a cada uno le persigue su vida pasada y sus pecados pasados con su jefe el diablo. Hubo también enemigos en el desierto que pretendían interceptarles el camino; lucharon contra ellos y los vencieron 33: de igual manera, no se desvíe el cristiano cuando, tras el bautismo, comience a recorrer el camino de su corazón con la esperanza de las promesas de Dios. En efecto, sobrevienen tentaciones que sugieren algo diferente, atractivos de este mundo, otro género de vida, para apartar a cada uno de su camino y hacer que desista de su propósito. Si vences esos hechizos con este deseo, quedan derrotados los enemigos que se cruzan en el camino, y el pueblo es conducido hasta la patria.

10. 10. Escucha de boca del Apóstol que estas realidades eran figura de nosotros. Dice: No quiero que ignoréis, hermanos, que todos nuestros padres estuvieron bajo la nube. Si estuvieron bajo la nube 34, estuvieron bajo la tiniebla. ¿Qué quiere decir que estuvieron bajo la tiniebla? Que no entendían en el plano espiritual lo que se realizaba con ellos en el plano físico. Y todos atravesaron el mar, y todos fueron bautizados en Moisés y todos comieron el mismo alimento espiritual 35. Porque en el desierto se les dio el maná 36, como a nosotros se nos da la dulzura de la Escritura para que resistamos en este desierto de la vida humana. Y saben qué maná reciben los cristianos aquellos a los que dijo el mismo salmo: Gustad y ved cuán suave es el Señor 37. Y todos -dice- comieron el mismo alimento espiritual. ¿Qué significa el mismo? Que significa lo mismo. Y todos bebieron la misma bebida espiritual. Pero fijaos cómo expuso sólo una cosa y calló sobre las demás: Pues bebían de la roca espiritual que los seguía: y la roca era Cristo 38. Mas todas estas realidades fueron figura de nosotros 39. A ellos se les mostraron, pero fueron figuras de nosotros, porque a ellos se les manifestaban en el plano corporal, a nosotros se nos revelaba su significado en el plano espiritual. Por eso, los que las retuvieron en ese plano corporal pertenecieron al Antiguo Testamento.

11. 11. Ved ya que Isaac había envejecido 40. ¿A quién personificó Isaac cuando quiso bendecir a su hijo mayor? 41. Ya había envejecido: donde hay senectud, hay antigüedad. Por senectud entiendo la antigüedad, y por antigüedad entiendo el Antiguo Testamento. Como aquellos que estuvieron bajo la nube no entendían este Testamento Antiguo, por eso se dice que se habían apagado los ojos de Isaac. Esa ceguera de los ojos físicos de Isaac significa la ceguera mental de los judíos. Y la senectud de Isaac significa la vejez del Antiguo Testamento. ¿Qué decir, entonces, hermanos? Isaac quiere bendecir efectivamente al hijo mayor Esaú 42. La madre amaba al menor, y el padre al mayor como a primogénito 43; pues trataba a los dos con la misma justicia, pero era mayor el amor hacia el primogénito. Isaac quiere bendecir al mayor, porque el Antiguo Testamento se prometía al primer pueblo. No hace promesas más que a los judíos: a ellos parecen dirigidas, a ellos parece ofrecerles todo. A ellos llama de Egipto, a ellos libera de los enemigos, guía a través del mar, alimenta con el maná; ellos reciben el Testamento, la ley, las promesas, la tierra misma de promisión. No es extraño que él quisiera bendecir al primer hijo. Pero bajo la figura del mayor es bendecido el menor. La madre es figura de la Iglesia. Mas por Iglesia entended, hermanos, no sólo a los que comenzaron a ser santos después de la venida y nacimiento del Señor; al revés: todos los que fueron santos pertenecen a la Iglesia misma. En efecto, no penséis que no tenemos a Abrahán por padre porque él vivió antes de que Cristo naciera de la Virgen, mientras que nosotros nos hemos hecho cristianos tanto tiempo después, es decir, una vez que Cristo sufrió la pasión. Es el Apóstol quien dice que somos hijos de Abrahán si imitamos la fe de Abrahán 44. Así, pues, si imitándole, somos admitidos nosotros en la Iglesia ¿vamos a excluirle a él de ella? Esta Iglesia está simbolizada en Rebeca, la esposa de Isaac. Esta Iglesia existía también en los santos profetas, que entendían el Antiguo Testamento, esto es, que aquellas promesas carnales significaban un algo de naturaleza espiritual aún desconocido. Si de naturaleza espiritual, los espirituales pertenecen al hijo menor, porque el primero es carnal y luego espiritual.

12. 12. Ya anticipé ayer a vuestra santidad que a Esaú se le llama hijo mayor porque nadie se hace espiritual si no es primero carnal. Pero si persevera en la prudencia de la carne, será siempre Esaú; si, por el contrario, se hace espiritual, es hijo menor, bien que el menor mismo será el mayor, pues el mayor precede en el tiempo; el menor, en la virtud. En efecto, después de que Jacob coció las lentejas, Esaú prefirió recibirlas antes que obtener esta bendición. Y dijo Jacob a Esaú: Dame tu primogenitura y te daré las lentejas que he cocido 45. Vendió su primogenitura al menor. El uno se quedó sin un placer temporal; el otro se quedó para siempre sin la dignidad de primogénito. Por eso, los que en la Iglesia sirven al placer temporal, comen lentejas. Lentejas que Jacob coció ciertamente, pero no comió: los ídolos habían campado sobre todo en Egipto. Las lentejas son comida de Egipto, y simbolizan todos los errores de los gentiles. Como la Iglesia, más eminente y patente, se significaba en el hijo menor en cuanto que había de venir de los gentiles, por eso se dice que Jacob coció las lentejas y Esaú las comió. En efecto, mientras los gentiles abandonaron los ídolos que adoraban, los judíos servían a los ídolos, pues, cuando eran conducidos por el desierto, llevaban su corazón vuelto a Egipto. Incluso después de que sus enemigos recibieron muerte en el mar y quedaron sepultados en las olas, desearon fabricar un ídolo, al no ver a Moisés 46 ni advertir que Dios caminaba en medio de ellos; al contrario, al tener depositada su esperanza en la presencia del hombre y no verlo con sus ojos, comenzaron a pensar que Dios no estaba allí, siendo así que era el único autor de las tan grandes hazañas obradas por medio de Moisés. Buscaron al hombre con los ojos de carne, porque carecían de los ojos del corazón para ver a Dios en Moisés. Perdieron, pues, su primacía, porque, vueltos de corazón hacia Egipto, comieron las lentejas. 13. Aceptad esto. Es el pueblo cristiano. Pero en ese mismo pueblo cristiano tienen la primacía los que pertenecen a Jacob; en cambio, los que viven según la carne, creen según la carne, esperan según la carne y aman según la carne, pertenecen aún al Antiguo Testamento, no al Nuevo. Todavía están en la partija de Esaú, no en la bendición de Jacob.

13. Atienda vuestra santidad. El anciano Jacob, con ojos cecucientes, quería bendecir al hijo mayor, porque el Antiguo Testamento estaba destinado a los judíos. Y porque no entendían ese Antiguo Testamento, se habla de ojos cecucientes. Como he dicho, hermanos, se dirige al mayor, pero la bendición llega al menor. En efecto, esa madre que hay que entender existente en el conjunto de todos los santos, es decir, la Iglesia, como entendió la profecía, da personalmente un consejo al hijo menor y le dice: Yo misma oí a tu padre que decía a tu hermano, ve y tráeme caza para que yo coma y mi alma te bendiga antes de morir. Así, pues, hijo, ahora escúchame 47. Le aconsejó que fuese y trajese dos cabritos de un rebaño cercano, y ella, la madre, los prepararía como le gustaba al padre, para que comiera y bendijera al hijo menor, ausente el mayor. Pero él sintió temor y dijo: Mi hermano es velludo y yo lampiño; no ocurra que me palpe mi padre y entienda que soy Jacob y me lance, no una bendición, sino una maldición. Pero ella replicó: Anda, hijo, escúchame, tu maldición caiga sobre mí 48. Marchó él y trajo los dos cabritos; Una vez guisados, él los presentó a su padre. Y según la predicción, al no reconocerlo por la voz, lo tocó, comprobó su piel velluda -pues la madre había envuelto sus brazos en la piel de los cabritos-, creyó que era el hijo mayor y lo bendijo 49. Al bendecirlo, pensaba en el mayor, pero la bendición llegaba al menor. 14. Entonces, ¿qué significa el que, bajo la figura del mayor, sea bendecido el menor, sino que, bajo las figuras del Antiguo Testamento, prometido al pueblo judío, llegó la bendición espiritual al pueblo cristiano? Prestad atención, hermanos. Ellos oyen hablar de una tierra de promisión, y nosotros también. La Escritura parece como que habla de una tierra de promisión a los judíos, pero es a nosotros a quienes llega la inteligencia de esa tierra de promisión, nosotros que decimos a Dios: Tú eres mi esperanza y mi herencia en la tierra de los vivos 50. Pero fue la madre la que nos enseñó a decir esto, es decir, la Iglesia misma, constituida por los santos, nos enseña cómo hemos de entender espiritualmente las mismas promesas carnales presentes en los profetas.

14. Pero la bendición no podrá llegar a nosotros, si, limpios ya de pecados merced a la regeneración, no cargamos, echando mano de nuestra tolerancia, con los pecados de los demás, pues la misma madre engendró a ambos hijos. Atended, hermanos. Engendró a uno velludo y al otro lampiño. El vello significa los pecados; el ser lampiño, la mansedumbre, es decir, la ausencia de pecados. Los dos hijos son bendecidos, pues la Iglesia bendice a unos y a otros. Igual que Rebeca dio a luz a dos hijos, la Iglesia engendrados en su seno, uno velludo y otro lampiño, distinción que ya he explicado. Pues hay personas que ni aun después del bautismo quieren abandonar sus pecados y optan por seguir haciendo lo mismo que antes. Por ejemplo: sí cometían fraudes, quieren continuar con ellos; si juraban mintiendo, quieren seguir con sus perjurios; si engañaban con sus astucias al ingenuo, quieren seguir engañándolo; si tramaban homicidios, los siguen tramando; si fornicaban, si se embriagaban, siguen realizando lo mismo que antes. He ahí a Esaú nacido velludo. ¿Y qué hace Jacob? Su madre le dice: «Ve y que te bendiga tu padre». Y él dice: «Temo, no me acercaré». En efecto, hay personas en la Iglesia que temen mezclarse con los pecadores, no sea que les manche su compañía dentro de la unidad y las herejías y los cismas les lleven a la perdición.

15. 15. ¿Y qué se le dice a este velludo, Esaú, que no se comportó en la forma debida en casa? Algo que se dice también de los tales: Era cazador montaraz, mientras que Jacob se conducía sin engaño en casa 51. Por eso lo amaba su madre, porque experimentaba su plácido modo de vida. Él es Jacob, llamado luego Israel cuando luchó con el ángel, hecho asimismo envuelto en un gran misterio. A Israel se le llamó bendito 52, y precisamente porque no tenía engaño. Prestad atención, hermanos, y ved cómo no lo tenía. Cuando el Señor vio a Natanael, como conocía su modo de ser, dijo: He aquí un israelita de verdad, en el que no hay engaño 53. Si, pues, éste era israelita porque no había engaño en él, con seguridad tampoco lo había en Israel mismo. Entonces, ¿qué significan las palabras: Vino tu hermano con engaño y se llevó la bendición? 54. La Escritura lo elogia porque se conducía en casa sin engaño; también el Señor da testimonio de que no tenía engaño al decir de Natanael: He aquí un israelita de verdad en el que no hay engaño. ¿Qué significa, entonces, el que se diga: Se acercó con engaño y se llevó la bendición?

16. 16. Fijémonos entre tanto en lo que significa el engaño el engaño y veamos qué debe hacer Jacob. Carga con los pecados ajenos y, aunque son ajenos, los soporta con tolerancia. Esto es tener piel de cabrito, es decir, cargar con paciencia con los pecados ajenos, no apegarse a los propios. De igual manera imitan a Jacob todos los que cargan con los pecados ajenos en pro de la unidad de la Iglesia. Porque también el mismo Jacob está en Cristo, puesto que Cristo está en la descendencia de Abrahán. Pues se dijo: En tu semilla serán bendecidos todos los pueblos 55. Nuestro Señor Jesucristo, que no cometió ningún pecado, cargó con los pecados ajenos, ¿y desdeña cargar con los de otros uno al que se le perdonaron los propios? De esta manera, pues, Jacob pasa a Cristo con los pecados ajenos, es decir, con pieles de cabrito. ¿Pero qué es el engaño?

17. En efecto, Esaú llega tarde y presenta al padre lo que le había encargado; y descubre que su hermano había sido bendecido en su lugar y que no se le bendecía con otra bendición 56. Como esos dos hombres simbolizaban a dos pueblos, la bendición única significa la unidad de la Iglesia. Son dos pueblos, algo que es también Jacob. Pero los dos pueblos que pertenecen a Jacob están figurados [en él] de distinto modo. En efecto, nuestro Señor Jesucristo, que había venido para los judíos y gentiles, fue repudiado por los judíos, que pertenecían al hijo mayor; pero él eligió a algunos que pertenecían al hijo menor, que habían comenzado a desear y entender espiritualmente las promesas del Señor, que no recibían carnalmente la tierra que deseaban, sino que deseaban aquella ciudad espiritual en la que nadie nace carnalmente, porque en ella nadie muere ni carnal ni espiritualmente.

17. 18. Así, pues, cuando comenzaron a desearla, comenzaron a pertenecer a Jacob los que creyeron en Cristo, y en la misma Judea se formó el rebaño del Señor. Pero ¿qué dice el Señor de ese rebaño? Tengo otras ovejas que no pertenecen a este redil; voy, las traeré y habrá un solo rebaño y un solo pastor 57. ¿Qué otras ovejas tiene el Señor Jesucristo, sino las que provienen de la gentilidad? Las ovejas provenientes de los gentiles se juntaron con las ovejas judías. Judíos eran los apóstoles; judíos eran también los quinientos hermanos que vieron al Señor después de la resurrección 58; judío era Natanael mismo, de quien dio testimonio el Señor de que no tenía engaño 59; judíos eran los ciento veinte sobre los que, cuando estaban en casa, vino y los llenó el Espíritu Santo, que el Señor había prometido a los discípulos 60; judíos eran tantos miles de hombres de entre los que crucificaron a Cristo, que se bautizaron en el nombre de Cristo, según leemos en los Hechos de los Apóstoles 61; había, pues, ovejas judías, y muchas, pero no eran las únicas. El Señor tenía otras originarias de la gentilidad. Esos dos pueblos que manifestaban tener diferente origen están significados en dos paredes. Vino la Iglesia de los judíos de la circuncisión; vino la Iglesia de los gentiles del prepucio; trayendo distinta procedencia se unieron en el Señor. Por eso el Señor fue llamado piedra angular, pues dice el salmo: la piedra que rechazaron los albañiles se convirtió en cabeza de esquina 62. Dice también el Apóstol: Cristo Jesús es la suprema piedra angular 63. Donde hay una esquina se juntan dos paredes. Dos paredes no se unen formando una esquina si no vienen de distinta dirección; pues, si traen una única dirección, no hacen esquina. Por lo tanto, los dos cabritos son dos pueblos, dos rebaños, dos paredes, los dos ciegos que estaban sentados en el camino 64, las dos barcas en que fueron sacados los peces 65. En muchos pasajes de la Escritura se entienden dos pueblos, pero son uno en Jacob.

18. 19. Dirá alguien ¿por qué cabritos? Sabéis que cabritos son los pecadores, pues los cabritos estarán a la izquierda y a la derecha, los corderos 66. Pero a la izquierda estarán los que perseveren en su condición de cabritos. Pues, de no haber sido antes cabritos, no habría dicho el Señor: No vine a llamar a los justos, sino a los pecadores 67. Cuando el Señor trataba con los pecadores y comía con los publicanos, los judíos, como si fueran corderos, es decir, justos, aunque su orgullo los hacía más cabritos aún, objetaron al Señor como si se tratase de un delito, mejor dijeron a sus discípulos: ¿Por qué vuestro Maestro come con publicanos y pecadores? 68. Pero ¿cómo se defendió el Señor en su réplica? No tienen necesidad de médico -les dijo- los sanos, sino los enfermos; no vine a llamar a los justos, sino a los pecadores 69. Llama a los cabritos, mas para que no sigan siéndolo. Pues Jacob los mató y con ellos preparó la comida a su padre; es decir, con vistas a la inteligencia espiritual que había de entenderse en aquella bendición, aunque estaba figurada en el hijo mayor. Con esa finalidad fueron sacrificados, comidos e incorporados a su cuerpo los cabritos. De esta manera se da muerte a los pecados en los pecadores, y, ya muertos, pasan al único cuerpo de la Iglesia. De esta Iglesia era figura Pedro cuando se le dijo: Mata y come 70. Así, pues, Esaú era hombre de monte, y Jacob, plácido hombre de casa; aquél era el mayor, éste el menor; a aquél parecían destinadas las bendiciones,a éste le llegaban. Estaban destinadas a él, porque a los judíos se les hacían promesas carnales; llegaban a éste, porque había que entenderlas espiritualmente y habían de recibirlas los cristianos. Y no hubiera llegado a Jacob la bendición si no hubiera cargado con pecados que él ya no cometía.

19. 20. Entienda, pues, vuestra santidad, cómo hay que cargar con los pecados. Hay personas que creen que cargan con los pecados, y se los callan a los pecadores. Esta ficción es detestable. Carga con el pecador, no para amar en él el pecado, sino para perseguir el pecado pensando en él. Ama al pecador 71, no en cuanto pecador, sino en cuanto hombre. Igual que, si amas a un enfermo, atacas su fiebre; pues si no atacas su fiebre, no amas al enfermo. Dile, pues, a tu hermano la verdad y no se la calles. Pues ¿qué otra cosa hago sino deciros la verdad? No recurras a la mentira; dile sin tapujos la verdad; pero hay que cargar con él hasta que se corrija. Dar muerte a los cabritos y llevar sus pieles son dos acciones que pudieron tener lugar en dos momentos diferentes y que, no obstante, significan una única realidad que puede darse en un solo momento. Pues a la vez arguye el justo a los pecadores -eso es dar muerte a los cabritos- y carga misericordiosamente con sus pecados -eso es llevar sus pieles-. En cuanto estuvo en él, dio muerte a los cabritos, dio muerte a los pecadores; pero cargaba con los pecados ajenos y cargaba con ellos desde la tolerancia. Mereció ser bendecido, porque la caridad lo tolera todo 72. La caridad misma estaba en la madre y la madre era figura de su misma caridad. La que era figura de todos los santos era figura de la caridad, porque sólo son santos los que tienen la caridad. Si hablo las lenguas de los hombres y de los ángeles si no tengo caridad ¿de qué me servirá? Me he hecho como un cencerro que suena y un címbalo que retiñe. Y si tengo toda la fe, de modo que traslado los montes, pero no tengo caridad, nada soy. Y si conozco todos los misterios y toda profecía, y entrego mi cuerpo a la hoguera, pero no tengo caridad, nada me aprovecha 73. ¿Qué caridad es esta que sola es de mucho provecho y sin ella lo demás nada aprovecha? Luego la caridad misma da el consejo, y el hijo de la caridad obedece.

20. 21. ¿Qué consejo da? Que tome las pieles de cabrito y se acerque al padre. El padre tiene en su mente al mayor, pero bendice al menor. El Antiguo Testamento se dirige a los judíos por su letra, mas por la inteligencia espiritual que tienen son bendecidos en él los cristianos. Considere vuestra santidad este misterio grande, esta acción tan llena de significado. Dice Isaac: Vino tu hermano con engaño 74, refiriéndose a un hombre sin engaño. Sin duda ese Isaac, al estar dotado de espíritu profético, sabía lo que estaba aconteciendo y obraba de manera figurada. Todo lo interpreta desde el profundo misterio encerrado en aquellas acciones, pues, si hubiese ignorado lo significado, se hubiera enfurecido con el hijo que le estaba engañando. Viene Esaú y le dice: ¡Ea, padre, come! Hice como mandaste 75. Y el padre dice: ¿Quién eres tú? Respondió: Soy tu hijo mayor, Esaú. ¿Y quién es -replicó- aquel que ya me dio de comer y a quien bendije y quedará bendecido76. Isaac parecía encolerizado; Esaú esperaba que de su boca saliese una maldición contra su hermano. Pero, mientras el hijo espera la maldición, el padre confirma la bendición. ¡Qué rara cólera, qué rara indignación! Pero Isaac conocía el misterio, y la ceguera de sus ojos físicos significaba la ceguera mental de los judíos. Pero los ojos de su corazón alcanzaban la profundidad de los misterios.

21. 22. Vino -dice- tu hermano con engaño y se llevó la bendición 77. Decíamos: ved lo que significa con engaño. Este engaño no es engaño. ¿Cómo es que el engaño no es engaño? ¿Cómo es que la piedra no es piedra? ¿Cómo es que se dice mar pero no es mar? Porque significa otra cosa 78. Así se dice piedra pero no es piedra, porque significa otra cosa 79; se dice monte 80 pero no es monte; a Jesucristo el Señor se le llama león de la tribu de Judá 81, pero no es un león; se le llama cordero 82, pero no es cordero; se le llama oveja 83, pero no es oveja; se le llama becerro 84, pero es otra cosa. Del mismo modo se habla de engaño, pero no es engaño. Investiguemos, pues, por qué se habla de engaño; investiguemos por qué se habla de las demás cosas mencionadas. ¿Por qué se habla de león? Por la fortaleza. ¿Por qué se habla de piedra? Por su solidez. ¿Por qué se habla de cordero? Por su inocencia. ¿Por qué se habla de becerro? Por su condición de víctima. ¿Por qué se habla de monte? Por su magnitud. ¿Por qué se habla de maná? Por su dulzura. ¿Por qué se habla de engaño? Veamos ya qué es y averigüemos por qué se habla de engaño. Sabemos, en efecto, qué es una piedra y, no obstante, se llama piedra a un hombre sordo y duro, y también a un hombre robusto e inamovible: como motivo de alabanza tomaste su solidez y como motivo de reproche, su dureza. Conocemos la solidez de la piedra y aceptamos que Cristo es piedra: Y Cristo era la piedra 85. Del león reconocemos la fortaleza pero, no obstante, también al diablo se le llama león 86. ¿Qué reconocemos en el engaño para tomarlo en sentido figurado, como se toma también el monte, el león, el cordero, la piedra, etc?

22. 23. ¿Qué es, entonces, el engaño? Hay engaño cuando se hace una cosa y se finge otra. Así se habla de engaño cuando hay una cosa en la intención y otra en los hechos. Por tanto, en su sentido propio el engaño es realidad reprensible, igual que la piedra en sentido propio. Quien hablando en sentido propio llame piedra a Cristo blasfema, como blasfema quien llame becerro a Cristo en sentido propio. En su sentido propio un becerro es una bestia; en sentido figurado, una víctima. En su sentido propio una piedra es tierra endurecida; en sentido figurado, solidez. En sentido propio, un engaño es un fraude; en sentido figurado, el mismo sentido figurado. Pues toda lectura o locución figurada y alegórica parece indicar en sentido carnal una cosa y sugerir otra en sentido espiritual. Así, pues, a este sentido figurado llamó engaño. ¿Qué significa, entonces, vino con engaño y se llevó tu bendición? 87.Se dijo vino con engaño porque lo que se realizaba tenía un sentido figurado. Pues el padre no confirmaría la bendición a un hombre que engaña, al que se le debía una justa maldición. Por tanto, no era aquel un auténtico engaño; máxime considerando que no mintió al decir Yo soy tu primogénito Esaú 88, pues él ya había llegado a un pacto con su hermano, que le había vendido su primogenitura 89. Él dijo a su padre que tenía lo que había comprado a su hermano; lo que este había perdido, había pasado a él. No había desaparecido de la casa de Isaac el honor de la condición de primogénito; ese honor permanecía allí, pero ya no estaba en posesión de quien lo había vendido. ¿Dónde estaba si no en el hermano menor? Así, pues, conociendo Isaac esto en misterio, tras haber confirmado confirmó, dice a su hijo: ¿Qué he de hacer por ti? Y él respondió: Bendíceme también a mí, padre; pues no tienes una única bendición 90. Pero Isaac sabía que era única.

23. 24. ¿Por qué única? Que me asista el Espíritu santo para que yo pueda decirlo y vosotros entenderlo. Veamos las bendiciones mismas; veamos qué bendición recibió Jacob y cuál recibió Esaú. El mismo Isaac dijo a Jacob: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Respondió:  91. Y le dijo: sírveme, y comeré de tu caza, hijo; y que mi alma te bendiga antes de morir, pero dame un beso 92. Al otro no lo besó. La bendición de Jacob comenzó por la paz. ¿Por qué confirmo la paz con un beso? Porque también él cargaba con los pecados ajenos en pro de la paz. Y se acercó y le besó. Y aspiró la fragancia de su vestido 93. Tenía, en efecto, el vestido de su hermano, esto es, poseía la dignidad de primogénito que el hermano había perdido. Ya olía bien por poseer lo que el otro había malamente perdido. Aspiró la fragancia de su vestido, y le bendijo y exclamó: ¡He aquí que la fragancia de mi hijo es como la de un campo ubérrimo que ha bendecido el Señor! 94. Percibió la fragancia del vestido y proclamó la fragancia del campo. Comprende a Cristo en la misteriosa realidad interior y entiende a la Iglesia como vestido de Cristo.

24. 25. Entienda vuestra santidad. Una realidad se significa de muchas maneras. Por ejemplo, la Iglesia que antes simbolizaban los dos cabritos, ahora la significa ese vestido, puesto que una única realidad se significa de múltiples maneras, ninguna de las cuales en su significado propio, sino todas en sentido figurado. Un cordero no puede ser un león: un león no puede ser un cordero: no obstante, nuestro Señor Jesucristo pudo ser león y cordero. Pero como no es león ni cordero en su sentido propio, es león y cordero en sentido figurado. De igual modo, los cabritos no pueden ser vestido, y el vestido no puede ser cabritos; en cambio, la Iglesia, que no es ni cabritos ni vestido en sentido propio, es cabritos y vestido en sentido figurado. Eso puede aplicarse a cualquier otra cosa.

25. 26. Olió sus vestidos y dijo:¡He aquí que el olor de mi hijo es como el olor de un campo ubérrimo al que ha bendecido el Señor! 95. Ese campo es la Iglesia. Demostrémoslo. Escucha al Apóstol que dice a los fieles: Sois agricultura de Dios, sois fábrica de Dios 96. No sólo es un campo la Iglesia, sino que también Dios es labrador. Escucha al mismo Señor: Yo soy la vid, vosotros los sarmientos, y mi padre es el labrador 97. Por eso el Apóstol, que trabajaba en este campo como obrero y esperaba el salario eterno, no se arroga nada sino lo que corresponde al obrero: Yo -dice- planté, Apolo regó, pero Dios dio el crecimiento. Por tanto, ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios, quien da el incremento 98. ¡Cómo guardó la humildad, para pertenecer a Jacob y para pertenecer al campo mismo, esto es, a la Iglesia, no fuera a perder el vestido cuya fragancia era como la de un campo ubérrimo y pasase al orgullo de Esaú, que, lleno de soberbia, entiende todo carnalmente! Así, pues, desprende olor el campo por el vestido del hijo; pero aquel campo no es nada por sí mismo; por eso añadió: al que bendijo el Señor. Te dará el Señor del rocío del cielo, de arriba, y, de la fertilidad de la tierra, también abundancia de trigo y de vino. Y te servirán los pueblos, y serás señor de tu hermano, y te adorarán los hijos de tu padre. El que te maldiga, será maldito; y quien te bendiga, será bendito 99. Esta es la bendición de Jacob. Si no hubiese sido bendecido también Esaú, no habría problema. Es bendecido también éste, pero no con la misma bendición, aunque tampoco diferente del todo.

26. 27. Oigamos, pues, cómo es bendecido Esaú y veamos la diferencia entre los hijos carnales y los hijos espirituales de la Iglesia, entre los que viven según el espíritu y los que siempre se recrean en los gozos de la carne. Respondiendo Isaac, dijo a Esaú: ¿Quién, entonces, cazó para mí la pieza y me la trajo? Bendito sea. Y aconteció que, cuando oyó Esaú las palabras de Isaac su padre, exclamó con fuerte voz y dijo: Bendíceme, padre, también a mí. Y le dijo: vino tu hermano con dolo y recibió tu bendición 100.

28. Y dijo Esaú: con razón se le llamó Jacob 101. Porque Jacob significa suplantación. Pero ni siquiera la suplantación fue vana, porque se toma en sentido figurado, igual que el engaño. No había aún tanta malicia en el hermano que quisiera suplantar a su hermano. Pues se le llamó suplantador cuando retuvo con la mano el pie de su hermano que nacía; entonces se le llamó suplantador 102. La suplantación de los carnales es la vida de los espirituales. 27. Pues todos los carnales, cuando envidian a los espirituales dentro de la Iglesia, son suplantados y se hacen peores. Escucha al Apóstol que dice eso mismo, incluso mencionando el olor, que aquí expresó Isaac al decir: ¡He aquí que el olor de mi hijo es como el de un campo ubérrimo que bendijo el Señor! 103. Así dice el Apóstol: Somos buen olor de Cristo en todo lugar, y añadió: para unos, olor de vida para vivir; y para otros, olor de muerte para morir. ¿Y quién es capaz de esto 104? Es decir, para entender cómo somos olor de muerte para muerte de los hombres sin culpa nuestra alguna. Los espirituales, en efecto, siguen sus caminos y no saben sino vivir santamente. Y los que envidian a los que viven en la inocencia, cometen pecados graves, por los que Dios los condena. Así se convierte para ellos en olor de muerte, ese olor que para otros es olor de vida. Pues el mismo Señor se hizo primero buen olor, que lleva a la vida, para los creyentes y mal olor, que lleva a la muerte, para los perseguidores. Puesto que muchos habían creído en él, surgió la envidia de los judíos, y cometieron el crimen enorme de dar muerte al inocente, al santo de los santos. Si no lo hubieran cometido, el buen olor de Cristo no hubiera sido mortal para ellos. Así fue suplantado Esaú en la bendición del padre.

29. Respondió Isaac y le dijo: le he constituido señor tuyo 105, pues Esaú no podía entender de otro modo las palabras: y todos sus hermanos le servirán. ¿Y qué he de hacer por ti, hijo? Y dijo Esaú a su padre: con todo, bendíceme también a mí. Y viéndose apurado Isaac 106, es decir, viéndose coaccionado. ¡Gran realidad! ¡Gran signo! ¡Ojalá lo entendamos! Lo bendijo coaccionado, pero lo bendijo. Que lo bendijo es una realidad, pero lo bendijo coaccionado. ¿Qué significa esto? Prestad atención. Veamos la bendición misma y comprendamos qué significa bendecir coaccionado.

28. 30. Isaac respondió -el padre no besó a Esaú- y le dijo: He aquí que tu morada provendrá de la fertilidad de la tierra, y del rocío que baja del cielo 107. También al otro le habló de la de la fertilidad de la tierra y del rocío del cielo 108. Eso es, pues, común a Esaú y Jacob. ¿Qué es lo propio de Jacob? Te servirán los pueblos 109. ¿Qué es lo propio de Jacob? Todos tus hermanos te servirán y en que te bendiga será bendito y quien te maldiga será maldito 110. Tiene también Esaú no se qué de propioque no se dijo a Jacob: Y vivirás de tu espada, y servirás a tu hermano 111. Mas para no suprimir el libre albedrío -de esto hablamos ya también ayer -, añadió: acontecerá cuando rompas y sacudas el yugo de tu cuello 112. ¿Qué significa acontecerá cuando rompas y sacudas el yugo de tu cuello? Tienes libertad, si quisieres, para convertirte; y ya no seréis como dos, sino un solo Jacob. Pues todos los que se convierten de Esaú pertenecen a Jacob. La semejanza crea unidad, la desemejanza produce diversidad. ¿Qué decir, pues? Del roció del cielo y de la fertilidad de la tierra, es común a ambos. Te servirán los pueblos y tus hermanos y los hijos de tu padre; esto corresponde sólo a Jacob. Pero vivirás de tu espada, corresponde sólo a Esaú. Ambos tienen algo tienen en común y cada uno algo propio.

31. Hay malos en la Iglesia, que pertenecen a Esaú, porque también ellos son hijos de Rebeca, hijos de la madre Iglesia, nacidos de su seno, velludos, perseverantes en sus pecados carnales, pero nacidos de su seno. Participan, pues, del rocío del cielo y de la fertilidad de la tierra; del rocío del cielo vienen las Escrituras todas, toda palabra divina; y de la fertilidad de la tierra, todos los sacramentos; porque un sacramento pertenece a la tierra. Todas estas cosas las tienen en común en la Iglesia los buenos y los malos. En efecto, también ellos tienen y participan de los sacramentos, incluso del que conocen los fieles: (es decir) en el del trigo y del vino 113. Y participan también del rocío del cielo, porque sobre todos desciende la palabra de Dios desde el cielo. Viene la palabra de Dios y riega. Pero mira quién riega y lo que riega, pues riega a unos y a otros, a los buenos y a los malos. Pero los malos convierten la buena lluvia en raíz de zarzas, mientras que los buenos convierten la lluvia en fruto bueno. El Señor hace que llueva al mismo tiempo sobre la mies y sobre las zarzas; pero llueve sobre la mies para que llegue al granero, y llueve sobre las zarzas para que vayan al fuego. Sin embargo, la lluvia es única. De igual manera, la palabra de Dios llueve sobre todos. Vea cada uno qué raíz tiene y para que utiliza la buena lluvia. Si se la utiliza para criar zarzas, ¿habrá que acusar a la lluvia de Dios? Antes de llegar a la raíz, esa lluvia es dulce: dulce es la palabra de Dios antes de que llegue al corazón malo y haga que la lluvia de Dios acabe poniéndose al servicio del fraude, de la hipocresía, de las raíces de los malos deseos, de los extravíos y depravaciones propios. El corazón malo comienza a producir zarzas, pero merced a la lluvia buena, pues tiene el rocío del cielo. Y como no son excluidos todos los malos de los sacramentos de Dios, posee también, proviniendo de la fertilidad de la tierra, lo que conocen los que ya quisieron ser partícipes de los misterios de los fieles.

29. 32. Aunque tanto la fertilidad de la tierra como el rocío del cielo pertenecen a ambos, la totalidad de los pueblos pertenece sólo a los espirituales, ya que éstos pertenecen a la Iglesia, que ha llenado todo el orbe de la tierra. Atended, hermanos, y discernid cuanto podáis o cuanto el Señor os conceda. Todo espiritual ve que la Iglesia, extendida por todo el mundo, es una, verdadera, católica, y no se arroga nada y tolera los pecados de los hombres, a los que no puede eliminar de la era del Señor antes de que llegue a limpiar su era aquel último beldador que no puede engañarse, meta el trigo en el hórreo y envíe la paja a la hoguera 114. Porque es competencia suya excluir la paja, y separarla del trigo, y preparar el hórreo para el trigo, y el fuego para la paja. Y así, porque lo sabe, tolera a los pecadores para separarlos al fin. En todos los pueblos, los pecadores y todos los carnales están mezclados con los espirituales y a su servicio. En cambio, los espirituales no sirven a los malos, pues sacan provecho de ellos cuando éstos decaen. ¡Prestad atención, hermanos míos! Lo diré, si puedo, sin temor. No callaré, pues me urge decirlo, aunque tal vez algunos se enfaden conmigo. Que me perdonen, pues -como dije- siento temor; perdónenme mi temor. Cristo a nadie temió, mas yo, por temor a Cristo, no os escatimo mis palabras, no sea que, por evitar contristar a esos tales, no me perdone él. Dignaos escuchar y atender con suma atención a lo que quiero decir. Ambos, Esaú y Jacob, recibieron el rocío del cielo y de la fertilidad de la tierra; ambos poseen lo que indiqué que sabemos y que conocéis. Pero sólo Jacob recibió el que le sirvan los pueblos, porque en todo el orbe de la tierra en la Iglesia los carnales no sirven sino a los espirituales. ¿Por qué? Porque gracias a ellos progresan los espirituales. Por eso los hombres carnales son llamados siervos. Y si hacen lo que no quieren, la mala conducta de los carnales aprovecha, no obstante, a los espirituales, ya que ese mismo trato les sirve para progresar, y son coronados por su tolerancia.

30. 33. Preste atención vuestra santidad a lo que decimos. A aquel Esaú no se le entregaron los pueblos, porque todos los carnales que hay en la Iglesia o están divididos o son propensos a la división. Ved que el partido de Donato se formó de ahí, de ahí se alimenta: de los hombres carnales que piensan carnalmente. Eran carnales estando dentro pero, como buscaron su honor o perdieron la paciencia, hallaron la oportunidad y se separaron. Amaron mucho su propio honor, le concedieron demasiado, se hincharon de soberbia, no tuvieron tolerancia, es decir, no tuvieron caridad. Pues está escrito: La caridad todo lo tolera, todo lo soporta, no envidia, no se hincha, no obra en vano 115. Y así, cualquier otra cosa que tuvieran, como no tenían aquello que hace provechoso cuanto se posee, se separaron. Y cuantas herejías o fracturas o cismas han tenido lugar son obra de estos sujetos carnales. Pues o pensaron carnalmente y se hicieron imágenes de las creaciones de su imaginación, y se extraviaron, y la fe católica los reprende. Y al recibir el reproche, su mismo peso los arrastró fuera; o procurándose litigios y pendencias con los hombres, se separaron. ¿Quiénes, pues, se separaron sino aquellos a los que pertenece la espada de la que se dijo: Vivirás de tu espada  116. No se quiere decir con ello que la espada no tenga una acepción buena, pues, como se dijo anteriormente de aquellas realidades, es decir, como se asume aquella piedra para significar tanto la solidez en atención a Cristo como el reproche en atención al necio; y como se llamó león a Cristo por un motivo y al diablo por otro, así la espada es tomada a veces en acepción positiva y otra en acepción negativa. Pero por alguna causa no se dio la espada a Jacob, sino que se dio a Esaú: porque en ella está significado algún misterio. De igual manera tampoco la servidumbre, esto es, las palabras servirás a tu hermano 117, es ajena al misterio, pues tales palabras lo contienen y grande.

34. Por tanto, hermanos, los que separan son los que tienen la espada de la división y mueren por su espada y de su espada viven. Pero como el Señor había dicho con verdad que Quien a espada hiere, a espada muere 118, ved, hermanos míos, en cuantas ramas se dividieron, los que se separaron de la unidad. Sabéis a cuántos grupos dio origen el partido de Donato, y pienso que no se oculta a vuestra santidad que quien a espada hiere a espada muere. Se le dijo: de tu espada vivirás 119. Así son también aquellos que no se separaron de la Iglesia, pero viven como si estuvieran fuera de ella. Porque los que en la Iglesia aman sus honores, tales son absolutamente; los que en la Iglesia aman sus intereses seculares, son también paja en ella. Como no sopla el viento, no vuelan fuera de la era. En pocas palabras, esto es lo que digo: falta la prueba. En caso de existir, saldrían volando de la era. Efectivamente, cuando la Iglesia toma alguna medida contra ellos, ¡qué fácilmente se separan! ¡Qué fácilmente recogen en el exterior y se resisten a dejar su posición de mando! ¡Cómo se disponen a morir por esa posición! ¡Cómo quieren tener bajo sí a las comunidades y no dejarlas en la unidad de Cristo! ¡Cómo quieren hacer suyas las ovejas que no compraron con su sangre y, por eso mismo, porque no las compraron, las valoran poco! 120. ¿Qué necesidad hay seguir discutiendo? Advertidlos presentes en toda la Iglesia; ved a los tales, tanto a los que están dentro como a los que, hallada la oportunidad, volaron fuera de la era, y quieren llevar consigo a los granos. Pero los granos verdaderos y sanos toleran la paja y permanecen en la era hasta el final, hasta que llegue el último beldador: como Jacob, revestido de pieles de cabrito, toleró los pecados ajenos, y mereció recibir la bendición paterna.

32. 35. ¿Por qué bendijo Isaac a Esaú, no obstante la afrenta? En efecto, ya fuera por necesidad, ya coaccionado, le dijo el padre: he aquí que tu morada provendrá de la fertilidad de la tierra y del rocío del cielo 121. Y para que no te juzgues bueno por ello, vivirás de tu espada y servirás a tu hermano 122. Mas para que no pierdas la esperanza, dado que puedes corregirte: acontecerá cuando depongas y sacudas el yugo de tu cuello 123. Ved que recibirá bienes de la fertilidad de la tierra y del rocío del cielo; pero Isaac, afrentado, le espeta la bendición, no se la da. ¿No sucede ahora en la Iglesia que a los hombres malvados que quieren perturbarla se les tolera por la necesidad de mantener la paz, hasta admitirles a tener sacramentos comunes? Y a veces se sabe que son malos y quizá no se les puede dejar convictos con el efecto de la enmienda y la degradación; no es posible declararlos convictos para poder excluirlos y excomulgarlos. Y si alguien se obstina, a veces la Iglesia acaba dividida. El que gobierna la Iglesia se ve como obligado a decir: He aquí que tendrás parte en la fertilidad de la tierra y en el rocío del cielo: usa de los sacramentos; tú comes y bebes tu propia condena. Pues quien come y bebe indignamente, come y bebe la condenación para sí 124. Sabes que se te admite por exigencias de la paz eclesial; en tu corazón no llevas sino perturbación y división. Por eso vivirás de tu espada; porque no vives de lo que recibes del rocío del cielo y de la fertilidad de la tierra, pues no es esto lo que te deleita ni es suave para ti el Señor 125. En efecto, si te deleitase eso y el Señor te resultase suave, imitarías la humildad del Señor, no el orgullo del diablo. [Por tanto, aunque reciba el misterio de la humildad del Señor del rocío del cielo y de la fertilidad de la tierra, no depone, sin embargo, el orgullo del diablo. A él nada le haré porque siempre goza con las disensiones y sediciones]. Aunque tengas esa comunión en el rocío del cielo y en la fertilidad de la tierra, vivirás de tu espada: o disfrutas con los tumultos y las disensiones o te infunden pánico. Cambia, pues, y depón el yugo de tu cuello.

33. 36. Todo lo que os he dicho, hermanos, quizá sea poco para la grandeza de los misterios, mas para el tiempo disponible y para mis fuerzas y las vuestras ha sido mucho. Y si, tal vez, no he aportado mayor claridad al problema, en parte se debe a que se trata de grandes misterios que saldrán luego a la luz, si los expongo. Disculpadme en atención a la premura del tiempo, a mis fuerzas y a vuestra capacidad. Queréis entender más: creced; queréis crecer, vivid santamente, pues quien no quiere vivir santamente no quiere crecer. Este banquete nos lo ha ofrecido el Señor nuestro Dios en el natalicio de su mártir san Vicente. Vicente es nombre de victoria. Pero amadla, para vencer. Porque no falta la persecución. El perseguidor es el diablo y nunca falta la ocasión de merecer una corona. Basta que el soldado de Cristo advierta la batalla y sepa a quién vence. ¿Acaso porque no te acosa un enemigo manifiesto y corporal no te acosa el perseguidor oculto con los atractivos de la carne? ¡Cuántas maldades te sugiere, recurriendo ya al deseo, ya al temor! ¡Con qué atractivos te persuade a que acudas a los echadores de suertes y a los astrólogos cuando te duele la cabeza! Los que dejan a Dios y buscan las ataduras diabólicas, quedan vencidos por el diablo. Por el contrario, supongamos que a alguien le sugieren que acepte remedios diabólicos físicos, porque se dice que otro fue curado por ellos; una vez que recibió su sacrificio, al haber apresado su corazón, el diablo dejó de perseguir su cuerpo. Por tanto, a cualquiera que le sugieran esos remedios asesinos, si él replica: «Moriré antes de utilizarlos; si Dios quiere, me flagela y me salva; si sabe que es necesario, que él me libre; si, por el contrario, sabe que debo salir de esta vida, ya me entristezca, ya me alegre, seguiré la voluntad del Señor. ¿En efecto, con qué cara voy a presentarme al Señor en plazo breve? Pues los remedios del diablo no me otorgan lo que me da el Señor, la vida eterna. ¿Por qué compro unos pocos días para mi cuerpo con daño para mi alma? Quien esto dice y no va, y no inclina su corazón a aplicar malos remedios, vence sin duda. He citado un caso por vía de ejemplo. Con certeza estáis viendo ya cuántas cosas sugiere el diablo. Ves languidecer a una persona, la ves respirar con dificultad en la cama, ves que apenas mueve los miembros, que apenas mueve la lengua: agotada y todo, vence al diablo 126. Muchos fueron coronados en el anfiteatro tras luchar con fieras; muchos son coronados en su lecho tras luchar con el diablo. Parece que no se pueden mover, pero ¡cuánta fuerza tienen en su corazón, qué feroz batalla están sosteniendo! Pero donde hay una batalla oculta, allí hay una oculta victoria.

34. 37. ¿Por qué he dicho todo esto, hermanos? Para que, cuando celebráis el natalicio de los mártires, los imitéis a ellos; no penséis que os van a faltar ocasiones de ser coronados porque ahora no se dan persecuciones como las suyas. Pues tampoco en la actualidad faltan a diario persecuciones del diablo, ya por sugestión, ya por algunas molestias corporales. Te baste saber que tienes un general que ya te precedió yendo al cielo; te abrió el camino para que le sigas; atente a él. Y cuando venzas, no te lo atribuyas orgullosamente a ti, como si hubieses luchado con tus fuerzas; presume más bien de quien te las dio para vencer, dado que él mismo venció al mundo 127. No sólo eres coronado incesantemente, sino que, si superas todas las tentaciones del diablo, saldrás de acá mártir.