TRATADO 118

Comentario a Jn 19,23-24, dictado en Hipona, probablemente el domingo 27 de junio de 420

Traductor: José Anoz Gutiérrez

Los verdaderos autores de la crucifixión

1. Lo que junto a la cruz del Señor se llevó a cabo tras haber sido ya crucificado, expongámoslo en este sermón >en la medida en que él ayuda. Los soldados, pues, tras haberlo crucificado, tomaron su ropa e hicieron cuatro partes, para cada soldado una parte, y la túnica. Ahora bien, la túnica era inconsútil, tejida desde arriba por todo. Dijeron, pues, recíprocamente: «No la rasguemos, sino que respecto a ella fijemos por sorteo de quién será», para que se cumpliera la Escritura que dice: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi vestido1. Se hizo lo que quisieron los judíos: crucificaron a Jesús no esos mismos, sino, tras dictar sentencia Pilato, los soldados, que le obedecían; y, sin embargo, si pensamos en las decisiones de aquéllos, en sus insidias, en su actividad, en su traición y, por último, en sus gritos extorsionadores, evidentemente crucificaron a Jesús, más bien, los judíos.

El reparto de los vestidos

2. Pero del reparto y sorteo de su ropa no ha de hablarse de pasada. En efecto, aunque los cuatro evangelistas hayan recordado todos este dato, los demás empero más brevemente que Juan, y ésos oscuramente, éste, en cambio, clarísimamente. De hecho, Mateo asevera: Pues bien, después que lo crucificaron, dividieron su ropa, echando a suerte2; Marcos: Y, tras crucificarlo, dividieron su ropa, echando a suerte sobre ella para ver quién se llevaba qué3; Lucas: Por su parte, al dividir su ropa, echaron a suertes4. Juan, en cambio, ha dicho también cuántas partes hicieron de su ropa, esto es, cuatro, para llevarse una cada uno, a consecuencia de lo cual es evidente que fueron cuatro los soldados que en crucificarlo obedecieron al gobernador. En efecto, asevera manifiestamente: «Los soldados, pues, tras haberlo crucificado, tomaron su ropa e hicieron cuatro partes, para cada soldado una parte y —ha de sobrentenderse “tomaron” la túnica», de forma que el sentido sea éste: Tomaron su ropa e hicieron cuatro partes, para cada soldado una parte; tomaron también la túnica. Y ha hablado así para que veamos que la suerte se echó no respecto a la ropa restante, sino respecto a la túnica que tomaron juntamente con el resto; pero no la dividieron similarmente. En efecto, respecto a ésta sigue exponiendo: «Ahora bien, la túnica era inconsútil, tejida desde arriba por todo»; en cambio, al narrar por qué no echaron la suerte respecto a ella, afirma: Dijeron, pues, recíprocamente: «No la rasguemos, sino que respecto a ella fijemos por sorteo de quién será». Así pues, es evidente que en los otros vestidos tuvieron ellos partes iguales, de modo que no fue necesario sortearlos, y que, en cambio, en ella, única, no pudieron tener ellos cada cual una parte si no la rasgaban de modo que se llevasen inútilmente jirones de ella. Para no hacer esto, prefirieron que por sorteo correspondiese ella a uno solo. Con el relato de este evangelista concuerda también el testimonio profético que además él cita cuando añade sin interrupción: Para que se cumpliera la Escritura que dice: «Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi vestido»5. En efecto, no asevera «sortearon», sino «repartieron»; tampoco asevera «repartieron sorteando», sino que, sin nombrar en absoluto la suerte respecto a la ropa restante, a causa de la túnica, que quedaba, ha dicho después: Y echaron a suerte mi vestido. De este asunto, para demostrar que las palabras de ninguno de los demás son contrarias al relato de Juan, diré lo que él mismo diere, tras haber rechazado primero esa calumnia que puede surgir, como si los evangelistas discrepasen entre sí.

El consenso de los evangelistas

3. Mateo, en efecto, diciendo: «Dividieron su ropa, echando a suerte», ha querido que se entienda que la túnica, respecto a la que echaron la suerte, tiene también que ver con la entera división de la ropa, evidentemente porque, dividiendo todos los vestidos, entre los que estuvo también aquélla, respecto a esa misma hicieron el sorteo. Tal es también lo que asevera Lucas: Al dividir su ropa, echaron a suertes; en efecto, para que se completase la total división de su ropa entre ellos, al dividir llegaron a la túnica, respecto a la que se hizo el sorteo. Ahora bien, entre decir «al dividir echaron a suertes», cosa que asevera Lucas, o «dividieron echando a suerte», cosa que asevera Mateo, ¿qué diferencia hay sino que, diciendo «suertes» —aunque se encuentra que algunos códices tienen «suerte», no «suertes»—, Lucas ha puesto el número plural en vez del singular, locución que no es insólita en las Escrituras Santas?

Así pues, parece que solo Marcos presenta algún problema. En efecto, al decir: «Echando a suerte sobre ella para ver quién se llevaba qué», parece hablar cual si la suerte se hubiera echado sobre toda la ropa, no sobre sola la túnica. Pero también aquí la brevedad produce oscuridad, pues «echando a suerte sobre ella» está dicho como si se dijera «echando a suerte cuando se dividía», lo cual sucedió también, puesto que no sería completa la división de su ropa, si por sorteo no hubiese quedado claro quién se llevaba también la túnica, de forma que, así, la contienda de quienes dividían la ropa se acabase o, más bien, no surgiera ninguna. Lo que, pues, asevera: Para ver quién se llevaba qué, no ha de referirse a toda la ropa, que fue dividida, puesto que esto se asigna a la suerte. En efecto, se echó la suerte para ver quién se llevaba la túnica. Precisamente porque ha omitido narrar de qué clase era y cómo, una vez hechas partes iguales, quedó sola la que para no ser rasgada vino a sorteo, acerca de ella está puesto lo que asevera: Para ver quién se llevaba qué, esto es, quién se la llevaba, cual si todo se dijera así: Dividieron su ropa, echando a suerte sobre ella para ver quién se llevaba la túnica que había escapado a la partes iguales.

El reparto de la ropa de Jesús: su significado

4. Quizá pregunte alguien qué significan la división de la ropa hecha en tantas partes y ese sorteo de la túnica. El vestido cuatripartito del Señor Jesucristo representó a su Iglesia cuatripartita, o sea, extendida por el entero orbe de las tierras, que consta de cuatro partes, y distribuida igualmente, esto es, concordemente, en todas esas mismas partes. Por eso dice en otro sitio que él va a enviar sus ángeles a reunir desde los cuatro vientos a los elegidos de él6, lo cual ¿qué significa, sino desde las cuatro partes del mundo, oriente, occidente, aquilón y mediodía? En cambio, esa túnica sorteada significa la unidad de todas las partes, que el vínculo de la caridad mantiene íntegra. Pues bien, al ir a hablar de la caridad, el Apóstol afirma: «Os muestro un camino descollante»7, y en otro lugar asevera: «Conocer también la caridad de Cristo, descollante sobre el conocimiento»8, y asimismo en otro sitio: Ahora bien, sobre todo esto, la caridad, que es vínculo de la perfección9. Si, pues, la caridad tiene el más descollante camino y descuella sobre el conocimiento y está preceptuada sobre todo, el vestido que la significa se muestra con razón tejido desde arriba; inconsútil, por otra parte, para que nunca se lo descosa; y llega a uno solo, porque reúne a todos en la unidad. Como en el caso de los apóstoles: aunque también ese número mismo era duodenario, esto es, cuatripartito de tres en tres, y todos fueron interrogados, solo Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo», y cual si hubiera recibido él solo la potestad de atar y desatar, se le dice: «Te daré las llaves del reino de los cielos»10, aunque uno solo dijo aquello por todos y, cual representante de la unidad misma, con todos recibió esto; uno solo por todos, precisamente porque la unidad está en todos. Por ende, también aquí, tras haber dicho «tejida desde arriba», ha añadido «por todo». Si aplicamos esto a lo que significa, de ello no está privado nadie respecto al cual se sabe que pertenece al todo; a consecuencia de este todo, como indica la lengua griega, se denomina católica a la Iglesia. Por otra parte, a propósito del sorteo, ¿qué decir sino que se hace valer la gracia de Dios? En efecto, puesto que el sorteo agradó a todos, en uno solo llegó a todos la túnica así: porque también la gracia de Dios ha llegado a todos en la unidad; además, cuando se echa la suerte, ésta se amolda no a la persona o méritos de cada cual, sino al oculto juicio de Dios.

La cruz y su misterio

5. Porque esto sucedió mediante malos, o sea, no mediante esos que siguieron a Cristo, sino mediante quienes le persiguieron, nadie diga, por eso, que no significó algo bueno. En efecto, ¿qué vamos a decir de la cruz misma, la cual ciertamente fue hecha y asestada a Cristo similarmente por enemigos e impíos? Y empero se entiende con razón que ella significa lo que el Apóstol asevera: Cuál es la anchura y largura y altura y profundidad11. Efectivamente, en el palo transversal, en que se extienden las manos del colgado, es ancha y, en razón de la anchura de la caridad, significa las buenas obras. Donde se fijan el dorso y los pies, desde el palo transversal hasta el suelo, es larga y significa la perseverancia hasta el final durante la largura del tiempo. Es alta en el extremo en que el palo transversal está sobrepasado hacia arriba y, porque todo lo que se hace con anchura y largura —bien y perseverantemente— ha de hacerse por causa de la altura de los premios divinos, significa la meta suprema a que se ordenan todas las obras. Es profunda en esa parte con que se fija al suelo; en efecto, ahí está oculta, no puede verse, pero de ahí se levanta todo lo aparente y saliente de ella, como nuestros bienes, todos sin excepción, proceden de la profundidad de la gracia de Dios, que no puede ser comprendida ni juzgada.

Pero aunque la cruz de Cristo signifique sólo esto que el Apóstol asevera: Pues bien, quienes son de Jesucristo crucificaron su carne con las pasiones y los deseos12, ¡qué gran bien es! Sin embargo, porque el enemigo, esto es, el espíritu malo, ha hecho la cruz de Cristo, el espíritu bueno no hace aquello, sino al ansiar contra la carne. Por último, la enseña de Cristo que todos conocen, ¿cuál es sino la cruz de Cristo? Si esta enseña no se aplica a las frentes de los creyentes o al agua misma en virtud de la cual son regenerados o al aceite con que el crisma los unge o al sacrificio que los alimenta, nada de esto se realiza según las reglas. ¿Cómo, pues, mediante esto que hacen los malos no se significa nada bueno, ya que mediante la cruz de Cristo, que hicieron los malos, en la celebración de sus sacramentos se nos sella todo bien?

Pero basta ya con lo dicho. En cambio, en otra ocasión veremos lo que sigue, exponiéndolo según Dios ayudará.