TRATADO 88

Comentario a Jn 15,20-21, dictado en Hipona, probablemente el domingo 7 de marzo de 420

Traductor: José Anoz Gutiérrez

El modelo mejor

1. Al exhortar el Señor a sus siervos a soportar pacientemente hasta el final los odios del mundo, no les ha propuesto ningún ejemplo mayor y mejor que el tomado de su propia persona porque, como dice el apóstol Pedro: Cristo padeció por nosotros para dejarnos un ejemplo a fin de que sigamos sus huellas1. Si hacemos esto, lo hacemos, evidentemente, porque nos ayuda ese mismo que dijo: Sin mí nada podéis hacer. Después, a quienes ya había dicho: «Si el mundo os odia, sabed que antes que a vosotros me ha odiado a mí», también ahora, en esto que habéis oído cuando se leía el evangelio, dice: Acordaos de la palabra mía que yo os dije: «Un siervo no es mayor que su amo». Si me persiguieron, también a vosotros os perseguirán; si guardaron mi palabra, también la vuestra guardarán2. Pues bien, diciendo: «Un siervo no es mayor que su amo», ¿no muestra evidentemente cómo debemos entender lo que más arriba había dicho: Ya no os llamo siervos?3 En efecto, he ahí que los llama siervos, porque ¿qué otra cosa significa: Un siervo no es mayor que su amo. Si me persiguieron, también a vosotros os perseguirán? Por tanto, es manifiesto que donde está dicho: «Ya no os llamo siervos», ha de entenderse respecto al siervo4 que no permanece para siempre en la casa5, ese que tiene que ver con el temor al que la caridad echa fuera6 cambio aquí, donde se dice: «Un siervo no es mayor que su amo. Si me persiguieron, también a vosotros os perseguirán», se alude al siervo que tiene que ver con el temor casto, el cual permanece por siempre7, pues este siervo va a oír: ¡Bravo, siervo bueno! Entra al gozo de tu Señor8.

El mundo persigue a Cristo en sus discípulos

2. Pero os harán todo esto, afirma, a causa de mi nombre, porque desconocen a ese que me envió9. Harán todo: ¿qué sino lo que ha dicho —o sea, odiarán, perseguirán y despreciarán la palabra—, porque, si no guardasen la palabra de éstos y, sin embargo, no los odiasen ni persiguieran o, aunque los odiasen, sin embargo, no los persiguieran, no harían todo. Por otra parte: «Os harán todo esto a causa de mi nombre», ¿qué otra cosa significa sino en vosotros me odiarán, en vosotros me perseguirán y no guardarán vuestra palabra, precisamente porque es mía? En efecto, os harán todo esto a causa de mi nombre: no el vuestro, sino el mío. Por tanto, quienes a causa de este nombre hacen eso son tanto más desdichados cuanto más dichosos son quienes a causa de este nombre padecen eso, como él en persona dice en otro lugar: Dichosos quienes padecen persecución a causa de la justicia10. Esto, en efecto, significa a causa de mí o a causa de mi nombre porque, como enseña el Apóstol: Fue hecho por Dios para nosotros sabiduría y justicia y santificación y redención para que, como está escrito: «Quien se gloría, en el Señor se gloríe»11. Por cierto, los malos hacen eso a los malos, pero no a causa de la justicia y, por eso, son desdichados unos y otros, quienes lo hacen y quienes lo padecen; también lo hacen los buenos a los malos; sin embargo, donde aquéllos lo hacen a causa de la justicia, éstos no lo padecen empero a causa de la justicia.

3. Pero alguien dice: «Si, cuando los malos persiguen a causa del nombre de Cristo a los buenos, los buenos padecen a causa de la justicia, en realidad a causa de la justicia les hacen esto los malos. Si esto es así, también, pues, cuando los buenos persiguen a causa de la justicia a los malos, a causa de la justicia padecen incluso los malos. En efecto, si a causa del nombre de Cristo pueden los malos procurar a los buenos persecución, ¿por qué los malos no pueden padecer persecución, venida de los buenos, a causa del nombre de Cristo, y qué significa esto sino a causa de la justicia?»

El hecho es que si, porque los buenos actúan a causa de la justicia y los malos padecen a causa de la injusticia, los malos no padecen a causa de esto por lo que los buenos actúan, tampoco, pues, pueden los malos actuar a causa de esto por lo que los buenos padecen, porque los malos actúan a causa de la injusticia y los buenos padecen a causa de la justicia. ¿Cómo, pues, será verdad «Os harán todo esto a causa de mi nombre», ya que aquéllos lo hacen no a causa del nombre de Cristo, esto es, no a causa de la justicia, sino a causa de su iniquidad? Esta cuestión se soluciona así: si entendemos que «Os harán todo esto a causa de mi nombre» está dicho de este modo para que toda la frase se aplique a los justos, cual si estuviera dicho «Venido de ellos padeceréis todo esto a causa de mi nombre», de forma que «os harán» signifique lo que significa «venido de éstos padeceréis». Si, en cambio, «a causa de mi nombre» se comprende cual si dijera «a causa de mi nombre que odian en vosotros», puede también comprenderse así: a causa de la justicia que odian en vosotros. Y, por esto, cuando los buenos procuran a los malos persecución, puede decirse con razón que la procuran tanto a causa de la justicia, por mor de la cual persiguen a los malos, cuanto a causa de la iniquidad que odian en esos malos mismos. Igualmente, pues, puede también decirse que estos malos mismos padecen tanto a causa de la iniquidad que se castiga en ellos cuanto a causa de la justicia que se ejerce en su castigo.

El mundo ama lo que es suyo

4. Asimismo puede preguntarse: «Si también los malos procuran a los malos persecución, como los reyes y jueces impíos, aunque eran perseguidores de los piadosos, castigaban, evidentemente, también a homicidas, adúlteros y a cualesquiera malhechores respecto a los que conocían que habían actuado contra las leyes públicas, ¿cómo ha de entenderse lo que asevera el Señor: Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo que era suyo?»12 Sin duda, el mundo, al que vemos castigar ordinariamente los antedichos géneros de fechorías, no ama a quienes castiga, sino que es mundo en estos que castigan tales fechorías y es mundo en estos que aman tales fechorías. Así pues, el mundo ese que se entiende respecto a los malos e impíos, por esta parte de hombres con la que daña a los criminales, odia lo que es suyo y, por esta parte de hombres con la que protege a estos criminales mismos, ama lo que es suyo.

Por tanto, «Os harán todo esto a causa de mi nombre» está dicho así, «a causa del cual padecéis vosotros», o así, «a causa del cual también estos mismos actúan» porque, mientras os persiguen, en vosotros lo odian también. Y ha añadido: Porque desconocen a ese que me envió Esto ha de entenderse dicho según este conocimiento acerca del que también en otra parte está escrito: Ahora bien, conocerte es percepción consumada13. En efecto, quienes con este conocimiento conocen al Padre, que ha enviado a Cristo, de ningún modo persiguen a estos que reúne Cristo, porque también a estos mismos los reúne con aquéllos Cristo.