TRATADO 72

Comentario a Jn 14,12, dictado en Hipona, probablemente el domingo 11 de enero de 420

Traductor: José Anoz Gutiérrez

Mediante sus discípulos realizó Jesús obras mayores

1. No es fácil comprender qué quiere decir y cómo ha de tomarse lo que el Señor asevera: Quien cree en mí, también ese mismo hará las obras que yo hago1; aunque esto es dificilísimo de entender, ha añadido además otra cosa más difícil: Y mayores que éstas hará. ¿Qué significa esto? No hallábamos a quien hiciera las obras que Cristo hizo; ¿vamos a hallar a quien las hará incluso mayores? Pero en el sermón anterior habíamos dicho que sanar achacosos con el paso de su sombra, cosa que hicieron los discípulos2, es obra mayor que sanarlos con el tacto de su orla, cosa que hizo el Señor en persona3, y que a los apóstoles los creyeron más personas que al Señor mismo, aunque predicaba por su propia boca. Así parecía que había de entenderse que estas obras son mayores, no porque un discípulo sea mayor que el Maestro o un esclavo mayor que el Señor, o el adoptado mayor que el Unigénito, o el hombre mayor que Dios, sino porque idénticas obras mayores se dignó hacerlas mediante ellos ese mismo que en otro lugar les dice: Sin mí no podéis hacer nada4. Efectivamente, para omitir otras cosas que son innumerables, sin ellos los hizo él en persona, sin ellos hizo este mundo y, porque él en persona se dignó también hacerse hombre, sin ellos se hizo aun a sí mismo. En cambio, sin él, ¿qué han hecho ellos, sino el pecado?

Por eso, también aquí ha retirado lo que sobre este asunto podía hacernos tambalear; en efecto, tras haber dicho: «Quien cree en mí, también ese mismo hará las obras que yo hago y mayores que éstas hará», al seguir, ha añadido a continuación: Porque yo voy al Padre, y cualesquiera cosas que pidiereis en mi nombre, éstas haré5. Quien había dicho «hará», después asevera «haré», como si dijese: «No os parezca imposible esto, pues quien cree en mí no podrá ser mayor que yo, pero yo voy a hacer también entonces obras mayores que ahora; mediante ese que cree en mí, mayores que por mí sin contar con él; sin embargo, yo mismo sin contar con él, yo mismo mediante él; pero, cuando las hago sin contar con él, no las hará él; en cambio, cuando las hago mediante él, las hará también él, aunque no por sí mismo». Ahora bien, hacer mediante él obras mayores que sin contar con él es no debilidad, sino condescendencia. En efecto, ¿con qué recompensarán los esclavos al Señor por todo lo que en recompensa les ha dado6, puesto que ha condescendido a regalarles entre los demás bienes también esto, hacer mediante ellos obras mayores que sin contar con ellos? ¿De su presencia no se retiró triste el rico aquel, cuando pidió consejo de vida eterna?7 Lo oyó, lo rechazó y, lo que tras oírselo no hizo uno, lo hicieron, sin embargo, después muchos, cuando mediante los discípulos hablaba el Maestro bueno, despreciable para ese a quien, rico, avisó por sí mismo, amable para esos a quienes mediante los pobres hizo, de ricos, pobres. He ahí que predicado por los creyentes hizo obras mayores que al hablar a sus oyentes.

Obra en nosotros, pero no sin nosotros

2. Pero aún inquieta esto: que mediante los apóstoles hizo estas obras mayores. Ahora bien, no asevera para aludir sólo a ellos: «También vosotros haréis las obras que yo hago y mayores que éstas haréis», sino que, porque quiso que se entendiera «todos los pertenecientes a su familia», afirma: Quien cree en mí, también ese mismo hará las obras que yo hago y mayores que éstas hará. Evidentemente, pues, si quien cree hará, no cree quien no haga, como: «Quien me quiere custodia mis mandatos»8 significa lógicamente: quien no los custodia no le quiere de verdad. Asimismo afirma en otro lugar: Quien oye estas palabras mías y las practica, lo asemejaré a un varón prudente que edifica su casa sobre la roca9; quien, pues, no es similar a este varón prudente, sin duda o no oye ni practica estas palabras o ni las oye en absoluto. Afirma: Quien cree en mí, aunque muera, vivirá10; evidentemente, pues, quien no viva, no cree en absoluto. Tal significado tiene también esto: Quien cree en mí hará: evidentemente, no cree quien no haga. ¿Qué significa esto, hermanos? ¿Acaso no ha de contarse entre los creyentes en Cristo quien no hiciere obras mayores que Cristo? Es duro, es absurdo, no puede soportarse; no se tolera si no se entiende. Por tanto, oigamos al Apóstol; afirma: A quien cree en el que justifica al impío, su fe se le evalúa para justicia11. Con esta obra hagamos las obras de Cristo, porque este mismo creer en Cristo es obra de Cristo. Esto realiza en nosotros, no sin nosotros evidentemente. Oye, pues, ya y entiende: Quien cree en mí, también ese mismo hará las obras que yo hago. Primeramente las hago yo, después las hará también ese mismo, porque hago que haga. ¿Qué obras, sino que de impío sea hecho justo?

La justificación es mayor que la creación

3. Y mayores que éstas hará. ¿Que cuáles, por favor? ¿Acaso quien con temor y temblor realiza su propia salvación12 —cosa que, evidentemente, realiza Cristo en él, pero no sin él— hace obras mayores que todas las obras de Cristo? He de decir que esto es mayor de lo que son el cielo, la tierra y cualesquiera cosas que se contemplan en el cielo y en la tierra. En efecto, el cielo y la tierra pasarán13; en cambio permanecerán la salvación y justificación de los predestinados, esto es, de esos a los que preconoce. En aquéllos hay sólo obras de Dios; en éstos, en cambio, está también la imagen de Dios. Pero en los cielos, también las sedes, dominaciones, principados, potestades, arcángeles, ángeles son obras de Cristo. ¿Acaso hace mayores que estas obras quien, porque en él obra Cristo, obra con él su eterna salvación y justificación? No oso precipitar aquí un parecer; entienda quien puede, juzgue quien puede, si crear justos es cosa mayor que justificar impíos. Si, en efecto, una y otra cosa son ciertamente de igual potencia, lo segundo es de mayor misericordia. En efecto, éste es el gran sacramento de la piedad, que se manifestó en carne, fue justificado en el espíritu, apareció a los ángeles, se predicó entre las gentes, fue creído en el mundo, fue asumido en la gloria14.

Pero donde asevera: «Hará mayores que éstas», ninguna necesidad nos fuerza a entender «todas las obras»’ de Cristo. En efecto, ha dicho «que éstas», tal vez las que hacía en aquella hora; ahora bien, entonces hacía la palabras de la fe y de estas obras había hablado antes, al decir: No hablo por mi cuenta las palabras que os hablo; en cambio, el Padre, al permanecer en mí, él mismo hace las obras15. Por tanto, sus palabras eran entonces sus obras. Y, evidentemente, predicar las palabras de la justicia , cosa que hizo sin contar con nosotros, es menor que justificar impíos, cosa que hace en nosotros de forma que también la hacemos nosotros.

Falta investigar cómo ha de entenderse: Cualquier cosa que pidiereis en mi nombre, esto haré. En efecto, por las muchas cosas que sus fieles piden y no reciben, surge de aquí una cuestión no pequeña; pero, porque este sermón ha de cerrarse ya, para considerarla y explicarla otórguese una dilación, al menos pequeña.