TRATADO 64

Comentario a Jn 13,33, dictado en Hipona, probablemente el domingo 14 de diciembre de 419

Traductor: José Anoz Gutiérrez

Todavía estaré con vosotros algún tiempo

1. Es de advertir, carísimos, la ordenada conexión de las palabras del Señor. En efecto, como más arriba, después que Judas salió y se separó aun del trato corporal de los santos, hubiese dicho: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él» —lo dijo o para aludir al reino futuro, cuando los malos serán separados de los buenos, o porque su resurrección iba a suceder entonces, esto es, no iba a diferirse hasta el final del mundo como se difiere la nuestra—, y a continuación hubiese añadido: «Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y en seguida lo glorificará», agregó y aseveró: Hijitos, aún un poco estoy con vosotros1. Para que, pues, no supusieran que Dios iba a glorificarlo de forma que ya no se les uniría más con ese trato con que está en la tierra, afirma: «Aún un poco estoy con vosotros», como si dijera: «Por cierto, enseguida seré glorificado mediante la resurrección; sin embargo, no voy a ascender enseguida al cielo, sino que aún un poco estoy con vosotros». En efecto, como está escrito en Hechos de Apóstoles, tras la resurrección pasó con ellos cuarenta días, entrando y saliendo, comiendo y bebiendo2, por cierto no porque tuviera la indigencia de sentir hambre ni sed, sino para insinuar hasta ese punto la verdad de la carne, la cual tenía no ya necesidad, sino potestad, de comer y beber. Diciendo, pues: «Aún un poco estoy con vosotros», ¿aludió a estos cuarenta días o a alguna otra cosa? En efecto, porque, como queda dicho, tras haber resucitado estuvo de verdad con ellos cuarenta días mediante la exhibición de la presencia corporal, pero no estuvo con ellos mediante el consorcio de la debilidad humana: «Aún un poco estoy con vosotros» puede también entenderse así: «Yo mismo, como vosotros, aún estoy también en esta debilidad de la carne», por supuesto hasta que muriera y resucitase.

2. Hay también otra presencia divina, desconocida por los sentidos mortales, de la cual dice asimismo: He ahí que yo estoy con vosotros hasta la consumación del mundo3. Ciertamente, esto no es «Aún un poco estoy con vosotros», pues hasta la consumación del mundo no es un poco. O, si es este poco —pues «la vida pasa volando» y mil años son a los ojos de Dios como un único día o como vigilia en la noche4—, no ha de creerse empero que quiso significarlo ahora, ya que a continuación ha añadido: Me buscaréis y, como dije a los judíos, «Adonde yo voy no podéis venir vosotros»5. Evidentemente, tras este poco en que estoy con vosotros, me buscaréis, mas adonde yo voy no podéis venir vosotros. ¿Tal vez no podrán venir tras la consumación del mundo adonde va él en persona? Entonces, ¿dónde queda lo que en esta misma conversación va a decir algo después: Padre, quiero que donde yo estoy, también estén conmigo esos mismos?6 Cuando, pues, ahora asevera: «Aún un poco estoy con vosotros», no ha hablado de esa presencia con los suyos mediante la que está con ellos hasta la consumación del mundo, sino o de la debilidad mortal mediante la que estaba con ellos hasta su pasión, o de la presencia corporal mediante la que iba a estar con ellos hasta su ascensión. Cualquiera de estas propuestas que uno elija, no litiga con la fe.

Soy mortal por poco tiempo

3. Ahora bien, para que a nadie parezca que ese sentir repugna a la verdad, en virtud de la cual digo que el Señor, diciendo «Aún un poco estoy con vosotros», pudo haber aludido a la comunión de la mortal carne en la que estuvo con los discípulos hasta la pasión, atienda también a sus palabras, en otro evangelista, tras la resurrección, cuando asevera: «Os dije esto cuando aún estaba con vosotros»7, cual si entonces no estuviera con esos que a una permanecían cerca de él, le veían, tocaban, con él conversaban. ¿Qué significa, pues, «Cuando aún estaba con vosotros», sino «cuando aún estaba en la carne mortal en la que estáis también vosotros»? Efectivamente, entonces había resucitado de hecho en idéntica carne, pero con ellos no estaba ya en idéntica mortalidad. Por eso, como allí, vestido ya de la inmortalidad de la carne, asevera verazmente: «Cuando aún estaba con vosotros» —donde no podemos entender ninguna otra cosa, sino «cuando aún estaba con vosotros en la mortalidad de la carne»—, así también se entiende aquí que «Aún un poco estoy con vosotros» lo ha dicho no absurdamente, como si dijera: Aún un poco soy yo mortal, como vosotros sois mortales. Veamos, pues, lo siguiente.

Diversos pasos para seguir a Cristo

4. Me buscaréis y, como dije a los judíos, «adonde yo voy no podéis venir vosotros», también os lo digo ahora mismo8, esto es, ahora mismo no podéis. En cambio, cuando dijo esto a los judíos no añadió «ahora mismo». Así pues, éstos no podían venir entonces adonde él iba, pero podían después. De hecho, poco después se lo asevera clarísimamente al apóstol Pedro. En efecto, tras haber dicho él: «Señor, ¿a dónde vas?», le respondió: Adonde yo voy, no puedes seguirme ahora mismo; en cambio, me seguirás después9. Pero no ha de pasarse de largo negligentemente qué significa esto. ¿A dónde, en efecto, no podían entonces los discípulos seguir al Señor, pero podían después? Si dijéremos «A la muerte», respecto al hombre nacido ¿qué tiempo se descubre en que ése no sea idóneo para morir, ya que la suerte de los hombres en el cuerpo corruptible es tal, que en ella la vida no es más fácil que la muerte? Por tanto, no eran aún menos idóneos para seguir al Señor a la muerte, sino que eran menos idóneos para seguir al Señor a la vida que no tiene muerte, pues el Señor iba allí para, tras resucitar de entre los muertos, no morir ya y que la muerte no lo dominara más10. Por cierto, al Señor, que iba a morir por la justicia, ¿cómo iban a seguirlo, aún no maduros para el martirio? O, de nuevo, ¿cómo iban ya a seguir al Señor a la inmortalidad de la carne quienes algún día iban a morir, pero iban a resucitar al final «del mundo»? O, al Señor, que sin abandonarlos iba a ir al seno del Padre, de donde tampoco se apartó aunque vino a ellos, ¿cómo iban ya a seguirlo, siendo así que nadie, sino el perfecto en caridad, puede estar en esa felicidad? Por eso, al enseñar cómo pueden ser idóneos para dirigirse adonde él los precedía, afirma también: Os doy un mandato nuevo, que os queráis mutuamente11. Éstos son los pasos con que ha de seguirse a Cristo. Pero un sermón más abundante sobre éstos ha de diferirse a otro tiempo.